Grabando frases con distintos acentos del
español
Juan Manuel Bordón, ClarinWikilengua, una página web dedicada a cuestiones relacionadas con el idioma castellano, acaba de lanzar un nuevo proyecto con el que se proponen registrar en audio los matices, acentos y expresiones típicas del habla coloquial en Hispanoamérica: del spanglish californiano al cordobés básico, la idea es que el habla espontánea de toda la región quede registrada en un gigantesco atlas lingüístico que armarán los propios hablantes a través de Internet. «Si querés irte, andate. Yo no te voy a parar», anuncia un recio hablante rioplatense, el primero en subir un registro de la lengua de los argentinos al flamante atlas lingüístico que se propone armar Wikilengua, una página de Internet creada en enero de 2008 por la agencia de noéticas EFE y la Fundación del español urgente (Fundeu). La página cuenta con contenidos e información sobre gramática, ortografía, sintaxis y otros temas relacionados con la lengua castellana. Los artículos son editados y debatidos por los propios usuarios, por lo cual la Wikilengua está lejos de ser un reducto de la norma o siquiera del uso correcto.Ahora, sus creadores buscan sumar a las herramientas un registro de la lengua espontánea que usan los hablantes, más allá de las normas o del uso escrito. Por eso, piden que la gente suba grabaciones con frases o conversaciones propias (la duración recomendada está entre los cinco y los quince segundos): «Se trata de reflejar el habla popular. No dejes de añadir tu grabación sólo porque piensas que hablas mal o porque sólo hablan así en la población donde estás, por pequeña que seas, o porque mezclas acentos », avisan en la página. De hecho, una de las primeras grabaciones españoles es la de un canario que vive desde hace varios años en Madrid. Y en el fragmento que colgó, el tipo cuenta exactamente eso.El atlas oral, como lo han bautizado, funciona sobre un mapa interactivo, la plataforma Google maps. Los usuarios acceden al mapa de cada país (hasta ahora sólo hay grabaciones de España, Argentina, Ecuador, Perú y Chile), buscan el lugar donde viven y, una vez ahí, pueden pegar sobre el mapa (con una chinche virtual) una grabación propia. Del mismo modo, pulsando sobre las chinches que ya están en el mapa, se oyen los registros que ya han hecho otros usuarios. El contenido y la duración del mensaje es, en principio, libre; su pertinencia para investigaciones lingüísticas, una incógnita; su potencial como terreno para el entretenimiento e incluso el humor, inmenso.Por el momento, apenas hay un puñado de grabaciones que además de registrar acentos, sirven como pequeños autorretratos en los que se filtran manías e intereses. Un hablante chileno, que plantó su chinche cerca de Puerto Montt, lee el primer artículo de la declaración de los Derechos Humanos. Un español, de Sevilla, un párrafo sobre su ciudad que parece tomado de una enciclopedia online; el primer y único colaborador peruano, algo más parco, hace de la ubicación mensaje y suelta un «Perú: capital, Lima». El hablante rioplatense, con un rintintín de compadrito borgeano, avisa que si queremos irnos «él no nos va parar». La otra fuente argentina, un mendocino más suavecito, usa el dialecto cuyano para pedirle a su «mami» que le pase «el poio». Además de los países de Hispanoamérica, el atlas también incluye otros reductos del castellano como las Filipinas o Belice. Incluso busca, en Turquía, Siria e Israel, hablantes de español antiguo. Y llama a la zona «Sefarad». Allí también se buscan hablantes. Allí tampoco se exige experiencia ni conocimiento de las reglas.