Ingresa en la RAE Dolores Corbella, la décima tercera mujer en toda su historia
Oda al diccionario
«La letra d minúscula tiene para mí, como lexicógrafa, un valor añadido, porque con ella se inicia la palabra diccionario», aseguró Corbella, al pronunciar un discurso que es una oda al diccionario. En esta declaración de amor a un oficio que «conlleva un compromiso y una dedicación casi exclusiva», la académica aseguró que «el diccionario puede convertirse en el libro más importante para el estudio de cualquier lengua simplemente porque es el compendio de todos los conocimientos, la historia y las costumbres de un pueblo. Los diccionarios son testimonios de una civilización».
En su caso, además, interviene una particularidad, el lugar desde donde ha realizado sus estudios, en Canarias. Esa singular manera de hablar de los canarios conforma «nuestro particular 'mar de palabras», afirma Corbella, quien sustituye a Francisco Rodríguez Adrados, elegido en 1990 y fallecido en 2020. Ella representa «miles de voces que el español atesoró gracias a aquella primera globalización atlántica de hace algo más de 500 años tuvieron unas consecuencias inimaginables, no solo en cuanto al enriquecimiento lingüístico, sino también por la aceptación implícita de una complejidad cultural que ha contribuido a conformar una lengua tan extensa y heterogénea».
Al poner en valor el «trabajo de los lingüistas y el hacer y publicar diccionarios» llevará la construcción de un « palacio de la memoria», como define «cualquier empresa lexicográfica», a los salones madrileños de la RAE. Foto: RAE
La catedrática de Filología Románica de la Universidad de La Laguna, Dolores Corbella ocupa desde ayer el asiento de la letra 'd' en la Real Academia Española (RAE) y se convierte en la mujer número 13 en ingresar a esta institución que ha tenido casi medio millar de miembros. Nacida en Santa Cruz de Tenerife en 1959, la filóloga y experta en lexicografía e historia de la lengua, Corbella aporta la sabiduría de la investigación académica en debates a los que no es ajena, siendo parte de otras sociedades dedicadas a la lengua, como la Sociedad de Lingüística Románica, la Red de Lexicografía, la Asociación de Historia de la Lengua Española y la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina.
Aupada en la RAE por académicos como Emilio Lledó, José Antonio Pascual y Carme Riera aseguró, en su discurso de ingreso leído en el acto celebrado este domingo, que asume «un nuevo reto con el que no contaba y al que nunca me había planteado que podría aspirar».
Con su entrada al cónclave encargado de regir la lengua española son nueve las mujeres, aunque el máximo desde su fundación en 1713 fue de once, y 37 hombres los que aportan sus conocimientos a la institucionalización de los modos dinámicos de hablar.
En el discurso titulado 'Un mar de palabras', Corbella recuerda en especial a María Moliner, rechazada por los académicos en 1972. «Tradicionalmente, el arte de hacer diccionarios había sido atribuido a los varones», leyó en el acto de ingreso. «De hecho, solo a partir de la vigésima edición del DRAE, publicada en 1984, la entrada se completó con el morfema femenino: lexicógrafo, fa. (definido como) 'colector de todos los vocablos que han de entrar en un léxico' y 'persona experta o versada en lexicografía'. Fue precisamente la labor inmensa de una 'mujer, bibliotecaria y lexicógrafa', María Moliner, la que propició este cambio con su 'Diccionario de uso del español'».
Con esa «única finalidad de desentrañar el significado y la vida secreta de las palabras», dice, los lexicógrafos como ella son «artesanos» que trabajan con un capital que pertenece, «como es lógico, a los poetas, a los novelistas, a los dramaturgos y a los periodistas, pero sobre todo a la inmensidad de hablantes anónimos que constituyen la mayoría, porque la lengua dista mucho de ser exclusivista y es quizá el bien cultural más democrático con el que contamos», recuerda.
Las olvidadas
Además de rendir tributo a Moliner, la coautora del Diccionario diferencial (1996), el Diccionario ejemplificado de canarismos (2009) y el Diccionario histórico del español de Canarias'(2001) también ha recuperado el trabajo de otras olvidadas. «Durante años quedaron silenciados tras las siglas de sus obras o el anonimato que impone el trabajo colaborativo los nombres de muchas filólogas que, en la sombra, hicieron de la historia de la lengua y de la historia de las palabras su profesión».
Esas mujeres que trabajaron en silencio y sin reconocimiento fueron María Goyri, María Rosa Alonso, Josefa Canellada (redactora principal del Diccionario manual de la RAE entre 1979 y 1988, Elena Zamora (directora del Diccionario del estudiante, Olimpia Andrés (coautora del Diccionario del español actual) y Paz Battaner, «que nos ha enseñado la importancia del estudio de las palabras para explicar un determinado momento histórico en su 'Vocabulario político y social de España, 1869-1873'.
Oda al diccionario
«La letra d minúscula tiene para mí, como lexicógrafa, un valor añadido, porque con ella se inicia la palabra diccionario», aseguró Corbella, al pronunciar un discurso que es una oda al diccionario. En esta declaración de amor a un oficio que «conlleva un compromiso y una dedicación casi exclusiva», la académica aseguró que «el diccionario puede convertirse en el libro más importante para el estudio de cualquier lengua simplemente porque es el compendio de todos los conocimientos, la historia y las costumbres de un pueblo. Los diccionarios son testimonios de una civilización».
En su caso, además, interviene una particularidad, el lugar desde donde ha realizado sus estudios, en Canarias. Esa singular manera de hablar de los canarios conforma «nuestro particular 'mar de palabras», afirma Corbella, quien sustituye a Francisco Rodríguez Adrados, elegido en 1990 y fallecido en 2020. Ella representa «miles de voces que el español atesoró gracias a aquella primera globalización atlántica de hace algo más de 500 años tuvieron unas consecuencias inimaginables, no solo en cuanto al enriquecimiento lingüístico, sino también por la aceptación implícita de una complejidad cultural que ha contribuido a conformar una lengua tan extensa y heterogénea».
Al poner en valor el «trabajo de los lingüistas y el hacer y publicar diccionarios» llevará la construcción de un «palacio de la memoria», como define «cualquier empresa lexicográfica», a los salones madrileños de la RAE.
Nota de ElCastellano.org
La letra d tiene otro valor agregado: es la primera letra del apellido de Violeta Demonte, quien fue Catedrática de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y colaboró con el académico Ignacio Bosque en la elaboración de la Gramática descriptiva de la lengua española (RAE/Espasa, 1999).