Instituto Caro y Cuervo: “La lingüística nos conecta con el pasado”
Juan Manuel Espinosa, encargado de la dirección general del Instituto
Corría el año 1940 y la humanidad sufría los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Eran tiempos difíciles, de conflictos, de sangre para el mundo, pero, pese a eso, en esa misma época en Colombia a un tal Jorge Eliécer Gaitán, quien en ese momento era ministro de Educación, se le ocurrió una idea: crear varias instituciones que garantizaran la extensión de la cultura, como la Radiodifusora Nacional de Colombia, el Museo de Arte Colonial y el Instituto de Filología Rufino José Cuervo. Esta última entidad pasó a ser el Instituto Caro y Cuervo a partir de la Ley quinta del 25 de agosto de 1942.
Han pasado 80 años desde aquella firma y mucho se dice sobre lo que realmente hace el Instituto Caro y Cuervo, consagrado desde entonces a la investigación científica de la lingüística, la filología, la literatura, las humanidades y la historia de la cultura colombiana. Se fundó para terminar el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana de Rufino José Cuervo, obra que fue considerada por Gabriel García Márquez como “la novela de las palabras".
Con motivo de su aniversario, esta semana abrió al público dos exposiciones de museos en la Casa Cuervo Urisarri: “Una república para las artes” y “De vuelta a casa” y desde allí El Nuevo Siglo entrevistó a Juan Manuel Espinosa, encargado de la dirección general de la institución.
EL NUEVO SIGLO: En estas ocho décadas, ¿cuál ha sido el mayor aporte del Instituto a la cultura colombiana?
JUAN MANUEL ESPINOSA: Ha sido un proyecto que salvaguarda la manera de entender lo que era Colombia y de llevar esos conocimientos a diferentes partes del país. El Instituto tenía en ese entonces, y todavía tiene, la misión no solo de terminar el Diccionario de Construcción y Régimen que dejó José Cuervo, sino de investigar desde un punto de vista psicológico y lingüístico las lenguas, las culturas y las expresiones literarias y lingüísticas que hay en el país. Eso es muy importante porque más allá de lo que hagan los expertos, los científicos, lo importante es entender las palabras y comprender lo que la gente habla, por qué lo hace y cómo lo hace. Con la lingüística vemos la oportunidad de entender y conectarnos con nuestro pasado y también con el futuro.
ENS: ¿Qué pueden encontrar los jóvenes hoy en día en el Caro y Cuervo que les pueda conectar con su pasado?
JME: Es un lugar en donde la gente se puede formar, investigar y encontrar conocimientos sobre investigaciones relacionadas con los aspectos lingüísticos y literarios del pasado. Es un patrimonio inmaterial transmitido de generación a generación por medio de las lenguas, las tradiciones y las maneras de hablar. Nosotros estamos hechos por las palabras y por los recuerdos, vinculados por esas señales ancestrales. Por ejemplo, si una persona a uno le dice una palabra que le recuerda al abuelo o a la abuela, uno inmediatamente tiene un golpe de memoria, un relampagueo de recuerdos de cuando éramos niños con estas personas. Esos momentos de subjetividad son los que hacen que seamos lo que somos.
ENS: ¿Cuáles son las colecciones que tiene el Instituto para mostrar?
JME: El Instituto Caro y Cuervo es la institución encargada de salvaguardar las lenguas nativas que se hablan en Colombia, pues, además del español, se conocen 65 lenguas indígenas, dos lenguas criollas, la lengua romaní y la lengua de señas colombiana.
La entidad cuenta con una amplia colección de objetos del siglo XIX que es documentada, custodiada y exhibida desde el área de gestión de museos. La colección contempla pinturas, esculturas, trajes, dibujos y grabados, así como elementos de carácter histórico y artes decorativas que dan cuenta del estilo de vida de la población de Santa Fe. También dispone de algunos objetos etnográficos provenientes de las culturas indígenas que habitan el país. Además, cuenta con la Biblioteca Rivas Sacconi, donde se encuentra una amplia variedad de libros en las áreas lingüística general y española; filología románica; literatura colombiana, española, hispanoamericana y universal, crítica literaria, así como obras en ciencias sociales y humanidades. En la sede norte del Instituto se encuentra un lugar donde aún vive el oficio de la impresión de libros con técnicas antiguas. Se trata de la Imprenta Patriótica, que, como un museo vivo, sigue produciendo algunas de las series del sello editorial, además de impartir talleres de linotipia, porque queremos dar a conocer cómo se hacían los libros antes y salvaguardar los oficios de las artes gráficas y de la cultura occidental.
ENS: La exposición que se inauguró por los 80 años del Instituto, ¿qué importancia tiene para Colombia?
JME: Son pinturas de los siglos XIX y XX que nos muestran la forma en la que se hacía arte en esa época. Tenemos dos exposiciones: “De vuelta a casa” y “Una república para las artes”, las cuales nos muestra un poco lo que era vivir en esos tiempos, cómo eran las preocupaciones, el crear, hacer literatura y los desafíos que tenían las personas en esa época, en las pinturas que fueron originalmente de esta casa y que salieron de aquí en 1882 hacia Europa, pero después volvieron; entonces nos muestran cómo viaja el arte por el mundo.
ENS: A lo largo de los años y según sus investigaciones ¿han visto alguna modificación o cambios en la lingüística en Colombia?
JME: El Instituto es el encargado de salvaguardar y proteger los aspectos lingüísticos y literarios del patrimonio inmaterial de Colombia. Eso quiere decir que todo lo que tenga que ver con la palabra es cercana a nosotros. Estudiamos la historia de los libros en cuanto a gestos, el cómo vivía la gente en el pasado y cómo se construyó lo que hoy somos. Y en ese orden de ideas vemos que la cultura colombiana siempre está cambiando, porque si no lo hace se muere. En este momento la lingüística está trabajando muy de la mano con la inteligencia artificial y se están empezando cosas que con la mente humana no se podrían hacer; eso no quiere decir que eso sea mejor o peor, simplemente es distinto. Todavía no sabemos qué va a producir, seguramente cosas increíbles y traerá también problemas, desafíos desde el punto de vista ético, y los lingüistas se están aproximando a los problemas de siempre pero de maneras distintas. Es un reto que debemos afrontar.
ENS: ¿Qué impresión se llevó el rey Felipe VI, de España, el pasado 7 de agosto cuando estuvo en Bogotá y visitó el Instituto?
JME: El rey Felipe conocía ya el Instituto porque en 1999 Caro y Cuervo se ganó el premio Príncipe de Asturias, que en ese entonces se llamaba así, ahora se llama Princesa de Asturias, y fue el rey quien lo otorgó. Pues él tuvo un golpe de memoria porque se acordó de esa época y fue muy gratificante el momento. Además, él firmó el libro de visitas y tener esa constancia de su presencia en el Instituto es histórico.
ENS: Recientemente se inauguró el Jardín de la Amistad en la sede del Instituto en Chía en honor al poeta José Manuel Caballero, ¿por qué no recordarlo con una placa o una estatua como tradicionalmente se hace?
JME: Es un proyecto que queremos seguir haciendo, de conectar la memoria de artistas que han estado en contacto con Colombia, a través de la naturaleza. Las placas se oxidan, las estatuas se rompen o se deterioran, pero un jardín siempre permanece con los cuidados que se le den, y tener la posibilidad de recorrer el jardín es una manera más cercana de recordar la importancia del poeta José Manuel Caballero, un embajador de la cultura literaria en el mundo.