López Morales: «El
español va a ser dominante»
Ana Lucía González, Prensa LibreHumberto López Morales es secretario de la Real Academia Española (RAE) desde hace dieciséis años, y se ha dedicado a estudiar la relación entre la riqueza del lenguaje y los medios de comunicación, lo cual lo ha llevado a trazar estadísticas e índices de calidad en varios diarios hispanos. Estuvo en Guatemala para participar en la presentación del Diccionario de Americanismos.¿Es cierto que el español es la segunda lengua de comunicación en el mundo, después del inglés?Las proyecciones de una empresa en Chicago decían que para el 2050 el español sería hablado por el 10 por ciento de la población mundial, y con ello se convertiría en la lengua más hablada. Hace unas dos semanas se han anticipado esos resultados para el 2045.¿Qué ventajas implica esto para el idioma español?En el censo de Estados Unidos hay un investigador que acaba de decir que cada minuto que pasa entran en la corriente de ese país 2.5 hispanos. Eso significa que hay 13 millones más de hispanos al año. Las proyecciones para el 2050 es que el español va a ser la lengua más hablada de todas, incluso que el inglés. Claro, la gente comienza a hacer proyecciones desde el punto de vista político y económico.Según su criterio, ¿se facilita más aprender inglés o español?Depende del inglés que se aprenda. Si vas a aprender inglés de Inglaterra, el español es más fácil, porque tiene una fonética muy cercana a la grafía. En cambio, el inglés es otra cosa, porque tiene una morfosintaxis no tan simple. Pero resulta que la mayor parte de Asia que dice que habla inglés hoy, no se les entiende en absoluto. Por experiencia personal, estaba en Filipinas, y fui a Bangkok porque querían unas cátedras en español. Llamé y pedí un coche con chofer que hablara español. No tenían uno solo, así que me dieron un taxista que hablaba inglés.Casi no le entendí nada de lo que me dijo en los dos días que estuve allí. Él me entendía a mí perfectamente, pero yo a él no, aunque oficialmente ese señor habla inglés. En cambio, la gente que habla español, en todo el mundo se puede entender. Pero en aquel caso era totalmente imposible.¿Cómo entender la homogeneidad lingüística entre los países hablantes del español?Lo que sucede es que no todo el mundo habla igual; si no, sería aburridísimo. Todos los que hablamos español tenemos un poco más del 80 por ciento del vocabulario que es absolutamente el mismo, pero hay 20 por ciento que evidentemente es típico de cada zona.De manera que cuando se dice que el español es una lengua unitaria, no es que todo el mundo hable igual. Cada día, algunas palabras están siendo conocidas, por los viajes, Internet, los periódicos electrónicos. De manera que nos conocemos un poquito mejor. En tal sentido, si estoy en un lugar, normalmente tengo una competencia pasiva para entender de qué se está hablando. Y no solo en el mundo hispánico.Por ejemplo, en Serbia están transmitiendo tres telenovelas hispanoamericanas. Como ellos no pueden doblar, por lo costoso, usan subtítulos, de manera que todos escuchan español.La profesora del Instituto Cervantes cuenta que la gente está enganchada, y muchas chicas que no saben nada de español se han aprendido expresiones como: “Eres una bruja”, “Estoy embarazada” y “Te quiero mucho, Pedro”.¿Es cierto que la RAE tiene un índice de riqueza léxica para los medios de comunicación?Eso nos dice cuán rico es el vocabulario de los medios, el cual es alto. La gente habla intuitivamente, pero no es así. Indudablemente, todos sabemos que Octavio Paz es una gran figura, pero solo hay un punto por debajo en la prensa hispanoamericana con relación al nivel empleado en los ensayos de este escritor mexicano.¿Hay una evaluación de la riqueza léxica de los diarios de Guatemala?Todavía no. Solo lo tienen Puerto Rico, República Dominicana y, en un par de meses, Chile, que es un proyecto que estoy dirigiendo. En el resto de Hispanoamérica, nadie. Hacemos un sorteo al azar, y entran los periódicos que caigan de algún país. A veces son dos, como Argentina, Chile, México, pero las estadísticas son muy contundentes.¿Cómo se efectúa la medición?Son recuentos estadísticos muy refinados. El léxico básico de un país recoge las palabras más usadas, que en promedio son cinco mil. El hombre culto habla un poco más de cinco mil palabras, y el hombre de la calle, de dos mil a dos mil 500 palabras. Pero hay que saber cuáles son esas cinco mil palabras y qué ordenamiento tienen respecto de la capacidad que necesita un estudiante para aprender una palabra dada.Esto, dejando al margen el léxico de la especialidad —laboral—, que en promedio son 500 palabras. Y el léxico disponible es el que no lo actualizas a menos que la conversación te lo permita; lo tienes en la cabeza, pero no lo usas. Eso se analiza en un período de 20 años, con distintos rangos: literatura técnica, narrativa, literatura de prensa. De ahí se hace análisis para extraer las cinco mil palabras más usadas y el nivel.El idioma es algo en constante transformación.Claro, el lenguaje es una de las cosas más móviles que uno se puede imaginar. No sería nada si no es de hablantes. Eso conlleva a palabras que tengan utilidad para dar nombres a cosas nuevas. En eso sí nos ganan los anglohablantes.En España, la Academia de la Lengua tenía un programa maravilloso que se ha abandonado, el proyecto Búho. Era un ordenador que grababa durante la noche todo lo que había salido ese día en la prensa y en diferentes textos de todas partes. Había empezado con un caudal modesto de unos 120 diarios, identificando fecha y origen.Lo novedoso es que era un detector de palabras nuevas. Ello nos hubiera permitido saber qué palabras nacían, en qué momento, y allí es cuando hay ocasión de intervenir. Era, además, un proyecto baratísimo, que se interrumpió; pero quizás con un cambio de Academia se vuelva a retomar el asunto.Usted habla de la responsabilidad de la lengua española como vehículo de comunicación para las masas.Estamos acercándonos a los 500 millones de hablantes de español como lengua materna. Por otro lado, los índices de estudiantes de español aumentan de manera vertiginosa. Para empezar, cuando preguntaban a los estudiantes japoneses del Instituto Cervantes por qué estudiaban español, ellos respondían: Mercosur. No era precisamente para leer El Quijote, con lo cual los españoles estaban furiosos.