A la búsqueda de la memoria histórica editorial en español
En su Historia universal de la destrucción de los libros, Fernando Báez propuso a los lectores un itinerario que abarcaba desde el saqueo de las bibliotecas de Bagdad o los papiros quemados de Herculano hasta el incendio de la biblioteca de El Escorial. La desaparición y destrucción de códices, manuscritos o correspondencia muestran la fragilidad de un patrimonio cultural cuya existencia confiere contexto y pertenencia.
La documentación del proceso mediante el cual un texto se convierte en libro es una forma de memoria. Cuando Basilio Baltasar asumió la dirección literaria de Seix Barral, se propuso recuperar tanto el premio Biblioteca Breve como la Biblioteca Formentor. «Pedí el archivo histórico de todas las sesiones y actas de deliberación, pero el archivo había desaparecido. Fue una pena, porque era histórico. Tenía muchos documentos de la época de Carlos Barral», dice Baltasar.
A pesar de su potente tradición literaria y de ser puente con América Latina, no existe en España ninguna institución vinculada directamente a los editores y cuya función sea conservar y divulgar sus archivos. Un texto no es un libro en sí mismo. La cadena de producción de un libro involucra a un autor, editor, un agente literario, un corrector, un traductor y un diseñador. Entraña un tejido y un patrimonio cultural cuyos documentos atestiguan un tiempo.
Los archivos y el español
Desde hace más de dos décadas, el seminario Medet Lat en Francia se dedica a la investigación sobre la literatura latinoamericana. Se trata de un grupo interuniversitario y multidisciplinario que reúne a las principales casas de estudio de Francia —la Sorbona, Nantes, París, entre otras— con el objetivo de analizar, desde el campo de la literatura comparada, la traducción y la mediación editorial, la relación entre América Latina y Francia. Ese flujo constante entre dos idiomas, el francés y el español, tiene en España uno de sus principales vínculos.
Este año Medet-Lat organizó junto con el Institut mémoires de l’édition contemporaine (IMEC) y la universidad de Caen, en Normandía, un coloquio internacional sobre la literatura latinoamericana. Se abordó la importancia de la traducción y de los archivos editoriales como una herramienta para la reconstrucción histórica de la relación literaria de Francia con los países hispanohablantes. «Una de las fuentes fundamentales que tenemos para estudiar ese proceso histórico entre América Latina y Francia son los archivos editoriales del IMEC. Todas las casas editoriales importantes han depositado sus archivos aquí. Hay documentación de autores y también de traductores, por ejemplo: el archivo de Claude Couffon, el traductor de Federico García Lorca», explica Gustavo Guerrero, director del seminario y editor en Gallimard.
Además de los representantes de los principales archivos europeos, como el que tienen en Italia los sellos Einaudi y Mondadori o Gallimard en Francia, acudieron a este coloquio la editora de Anagrama, Silvia Sesé, junto a Susana Castaño, responsable del archivo de un sello cuyo catálogo reúne lo más importante de la literatura contemporánea internacional y en español. «Quisimos ver cómo se construye un archivo y completar nuestra experiencia de catalogación, además de compartirla. Llevamos años trabajando, con la voluntad de que el archivo es un patrimonio de la editorial». Acudió también a las sesiones de trabajo María Lynch, agente literaria y socia de Casanovas & Lynch, la agencia que representa a autores como Javier Marías y que posee, también, un archivo potentísimo: contratos, correspondencia, informes de lectura.
Tras visitar los archivos del IMEC y Gallimard, tanto Sesé como Lynch llegaron a la conclusión de que era necesario un proceso de trabajo para que en el futuro, y con el apoyo de estas instituciones, se pueda liderar la posibilidad de crear un IMEC en España. «Es importante trabajar en ese proyecto, que haya otros archivos editoriales de autor», asegura Lynch. Por su parte, Sesé cree que es posible. «De momento, hemos pensado en organizar un festival literario y de reflexión editorial como primer paso para concienciar sobre la posibilidad de tener algo parecido en España»
«Quisimos hacer un encuentro europeo con investigadores que han trabajado en archivos italianos, alemanes, franceses y de España, donde no hay instituciones de este tipo. La idea de invitar a editores españoles era para saber cuál es el estado de los archivos editoriales en España. Queremos que eso siente un precedente para que los editores españoles comiencen a tener un patrimonio», asegura Gustavo Guerrero.