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La eficiencia alcanzada por la traducción exprés precisa

28/04/2022
Roberta Sebastiani

La tecnología ha ayudado a dar una nueva dimensión a los servicios de traducción, y Berba es un ejemplo de este paso adelante. Esta plataforma, fundada en 2019, cuenta con un equipo de más de 7.600 profesionales localizados por todo el mundo que les permiten prestar sus servicios en más de sesenta idiomas. Pero más allá de esas cifras, lo que diferencia a la propuesta de esta startup es su capacidad para aprovechar las posibilidades de las nuevas herramientas tecnológicas, creando una infraestructura digital que facilita todo el proceso de la traducción tanto a las empresas como a los traductores.

El primer paso es seleccionar al profesional más adecuado, una decisión que incluye un proceso de validación para cada tarea y en la que interviene una base de datos con los trabajos previos y la valoración de los clientes.

En la optimización del trabajo de los traductores juega un papel clave la inteligencia artificial. Esta tecnología permite dividir largos textos en las cantidades que sean necesarias para lograr una traducción en el cortísimo período de tiempo que necesite el cliente. Un recurso que permite a múltiples traductores trabajar sobre un texto en distintas zonas horarias manteniendo la coherencia gramatical. Como explica Thomas Trincado, consejero delegado de la startup, una vez que un fragmento del texto ha sido traducido por la primera persona, «que ha ido sentando las pautas del estilo de la traducción (más formal, más activo, más pasivo...)», la herramienta es capaz de detectar si hay alguna incongruencia con el texto trabajado por el resto de traductores. Se consigue así que «un texto parezca que ha sido traducido por un único traductor».

La empresa se fundó después de que se cruzaran los caminos de dos traductores, un «experto técnico digital» y una persona con conocimiento desde la otra parte del mercado, porque se había dedicado a contratar traductores en agencias de publicidad. Mientras trabajaba en Japón, Trincado ya empezó a madurar la idea de crear «una especie de market place». Por ello volvió a España para intentar desarrollar la idea «desde un garaje», momento en el que se unieron al equipo los perfiles expertos que necesitaba: Marguerite Halley, Beñat Espiña y Diego Andrés.

La startup  se ha planteado como objetivo «resolver los grandes problemas en el mundo de la traducción». Están trabajando, por ejemplo, en la mejora de la experiencia móvil de los traductores (cuyo trabajo depende en gran medida del ordenador incluso para traducir pequeñísimas unidades de texto y cuyas herramientas «son muy anticuadas»). También buscan desarrollar una nueva herramienta que, a través de algoritmos, pueda evaluar el resultado de distintos traductores automáticos, generando así recomendaciones sobre la traducción que más se asemejaría a la de un ser humano.

En su primer año de travesía, la startup ya logró una facturación regular mensual que rondaba los 25.000 euros y consiguió cerrar dos rondas de financiación, una de 50.000 y otra de 20.000 euros, cuyo objetivo era validar el modelo de captación de clientes de forma cien por cien digital. En 2021 logró un millón y medio en financiación para internacionalizarse, y facturaron 450.000 euros, una cifra que planean duplicar durante este año.