La lingüista Virginia Bertolotti promueve el valor de la lengua española
Aunque desde 2019 la lingüista Virginia Bertolotti no visita México, es un país que aprecia mucho. Su mexicanismo favorito es el verbo apapachar, dice, porque le parece precioso, así que lo adoptó por la calidez de su significado. También confiesa que se expresa con una que otra mala palabra, mismas que prefiere no compartir.
Su relación con el país es estrecha, desde hace exactamente 10 años, al colaborar junto a la lingüista Concepción Company al crear corpus (equipos de trabajo) para divulgar la historia del español en América. Ahora, la Academia Mexicana de la Lengua la ha distinguido como miembro en el extranjero, en Montevideo, Uruguay.
“A nivel personal es una alegría recibir este reconocimiento y a nivel profesional es un verdadero honor integrar, desde el extranjero, a esta Academia de enorme prestigio”, indica Bertolotti a Reporte Índigo.
Desde hace una década Virginia Bertolotti, junto con Company y con el entonces director de la Academia Mexicana de la Lengua Jaime Labastida, y ahora con su actual director Gonzalo Celorio, han trabajado para que la gente conozca y comprenda el valor de la lengua española.
La lingüista uruguaya expresa que gracias a este reconocimiento podrá seguir contribuyendo en los campos de la lingüística histórica, en la gramática y la enseñanza del español; además, en los procesos lingüísticos constitutivos del actual español en Uruguay y en el estudio y análisis de aspectos gramaticales y léxicos de los contactos históricos del español con el portugués, las lenguas indígenas y las lenguas africanas.
“Me consta el interés por la educación lingüística, que es una tarea fundamental de las academias del siglo XXI, además de la salida reciente del diccionario de Mexicanismos, me parece que junto a la Academia de mi país tienen una mirada bastante concluyente, tanto en temas educativos, como en la preocupación por dar cuenta de lo que son las características relacionadas a las identidades nacionales”, asevera.
“Las lenguas funcionan todas interconectadas, como si fueran las neuronas, se relacionan y se apoyan las unas a las otras, cuando hay algún tipo de falla se reestructuran”
Virginia Bertolotti
Lingüista
Por lo pronto, la doctora Virginia Bertolotti, quien forma parte de la Academia de Nacional de Letras de su país, es coordinadora, junto con Concepción Company Company, del Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (CORDIAM), actual referencia indispensable para los estudios lingüístico-históricos del español en América.
“Lo más fascinante de dedicarse a la lingüística histórica es el juego de ver cómo la lengua, por un lado, se queda bastante quieta, porque si no es así la comunicación entre una generación y la siguiente no sería posible, pero, al mismo tiempo, sutilmente se realizan pequeños cambios que no se ven de una generación a otra.
“Por ejemplo, el lenguaje inclusivo llama tanto la atención, porque es un cambio muy rápido, pero los cambios lingüísticos que no son promovidos por colectivos, en general, van ganando su espacio calladitos. Si comparamos cuatro generaciones, damos cuenta de que hubo un cambio, pero como hablantes en este momento no solemos percibirlo”, argumenta Virginia Bertolotti.
Virginia Bertolotti ha centrado sus intereses académicos en la conformación histórica del español en América, en la gramática y en la enseñanza de la lengua escrita
El debate en el lenguaje inclusivo
La especialista aclara que normalmente los cambios en el léxico son mucho más rápido y manejables, pero en la gramática son más lentos, pues demoran por generaciones.
Por ello, opina que el lenguaje inclusivo se ha vuelto un debate, pues desde su punto de vista, tiene la forma de un cambio morfológico, pero que se está dando de forma acelerada.
“Lo que he visto en otros países más cercanos es que surge con el objetivo de defender los derechos de las mujeres. Estas guías parten del supuesto de que la lengua determina nuestra percepción del mundo y que tienen en común el hecho de buscar regular la expresión lingüística de los hablantes a través de la recomendación de evitar un conjunto de expresiones, consideradas como sexistas, y de sustituirlas por otras”, comenta.
La manifestación más llamativa es, por ejemplo, el uso de la “e”, algo que declara no le ve un mayor problema.
“Yo no lo uso, no me siento cómoda hablando así, pero si alguien está todavía convencida de que puede cambiar el mundo haciendo eso, no me molesta. Lo que desencadena la preocupación es que argumentan que la lengua se va a dañar. Los lingüistas sabemos que las lenguas no se dañan, mientras haya hablantes y gente que quiera expresarse en ella, argumentar y discutir, a la lengua no le va a pasar nada.
“Lo único que le puede pasar es que cambie y eso es lo natural, por eso se llaman lenguas naturales y no artificiales, que justamente están fijadas y no tienen la posibilidad de cambio”, precisa.
Virginia expone que en el caso de que este movimiento fuera exitoso lo que podría llegar a pasar es que el español tuviera tres géneros gramaticales, lo cual, comenta, no es nada dramático. Por ejemplo, recuerda que el latín tenía tres géneros y así hay lenguas que, incluso, tienen hasta cinco géneros.
“Como lingüista, sigo viendo en ‘elles’ una expresión de laboratorio. Sin embargo, es mucho más interesante porque tiene posibilidades de empleo fuera del discurso político hegemónico al ser usado por hablantes ‘comunes’. Como ciudadana, me resulta una opción mucho más simpática, porque viene de un movimiento político de la calle.
“Lo que debamos debatir es la educación lingüística del español, que nos va a dar ciudadanos más competentes y con más posibilidades de expresión”
Virginia Bertolotti
Lingüista
“Los cambios como la incorporación de ‘vuestra merced’ al paradigma pronominal del español, nuestro actual ‘usted’, es un cambio que nace en la élite y luego se difunde. ‘Elles’ tendría esta característica, pero para que haya un cambio en la gramática del español que incluya nuevas formas pronominales y nuevos morfemas de concordancia necesitamos que muchos bebés se críen en un ambiente donde entre sus estímulos lingüísticos tengan estas formas. Eso no lo veo tan posible por ahora”, concluye Virginia Bertolotti.