twitter account

La pandemia alteró el lenguaje: las 100 palabras que cambiaron de significado

21/08/2023
Tomer Urwitz

El biólogo Álvaro Cabana / Inés Guimaraens

La cepa ya no es la misma cepa, ni la inmunidad es la misma inmunidad. Porque hubo un tiempo, antes de la pandemia del covid-19, en que la palabra cepa estaba asociada al cultivo, a la semilla o la cosecha, pero, de pronto, la emergencia sanitaria hizo un clic en el pensamiento de la mayoría de los hablantes. La misma palabra pasó a ser sinónimo de mutación, de virus, de genética. Y la inmunidad dejó de ser aquella que poseían los políticos para adquirir el significado de la enfermedad.

Lo mismo ocurrió con una centena de palabras que, según revela la investigación “La pandemia en palabras: seguimiento de cambios semánticos rápidos a través de una tarea de asociación de palabras a gran escala”, no mutaron su definición en el diccionario, pero sí en el uso y la interpretación mental que le dan los hablantes uruguayos tras la pandemia.

El lexicógrafo británico Samuel Johnson decía que “el lenguaje es el vestido de los pensamientos”. Siguiendo este razonamiento, ensayo era antes de covid-19 una palabra que se asociaba con el género literario o la actuación. Ahora cruzó el terreno disciplinar y se vincula con la ciencia y los diagnósticos. El doctor en Ciencias Biológicas uruguayo Álvaro Cabana, uno de los autores del reciente estudio publicado en la revista Open Mind de la prestigiosa MIT, comprobó estas mutaciones del lenguaje gracias a un “experimento natural”.

Un experimento, por definición científica, consiste en manipular artificialmente una variable, en crear una condición que no estaba presente antes: inyectar una dosis a un ratón, alterar los colores de las cajas de cigarros, poner determinada música para evaluar su influencia en la concentración. Pero Cabana y sus colegas se enfrentaron, de pronto, a un “experimento natural”: la pandemia vino hacia ellos y no a la inversa.

Fue entonces que aprovecharon el trabajo que venían desarrollando antes de la llegada del diminuto virus. Desde 2014 iniciaron el armado de un “catálogo” de asociación de palabras en el español rioplatense. En concreto, junto a colegas argentinos fueron construyendo la base de datos más grande que cuenta con unas 13.000 palabras y, cada una de ellas, cuenta con unas 70 asociaciones de palabras.

¿Con qué objetivo? Ahí vuelve la frase del lexicógrafo Johnson: “El lenguaje es el vestido de los pensamientos”. Buena parte del trabajo de los psicólogos consiste en entender el pensamiento humano a través del lenguaje que se expresa. Y este concepto no solo se aplica a las teorías más ortodoxas del psicoanálisis, a la interpretación de sueños o actos fallidos; sino que es parte del comprender el significado de una conversación.

“Contar con esta especie de diccionario del lenguaje rioplatense nos permite investigar como se hace desde hace 40 años en otras partes del mundo: las asociaciones y significados de las palabras describen una época, una cultura, y hasta las diferencias a la interna de la cultura”, explica Cabana.

Cuando un adulto uruguayo refiere a una característica personal, que le pertenece, dice que es un rasgo “propio”. Pero un adolescente uruguayo entenderá “propio” como sinónimo de gozado, de bueno. Esa misma diferencia semántica asociada a la edad vale para “descansar”, para “salado”, o “qué viaje”. Por solo mencionar unos pocos —y populares— ejemplos.

Los diferentes significados cabalgan a la par del paso del tiempo, pero también del contexto en que están inmersas las personas. Es el esfuerzo que tiene que hacer un juez de adolescentes a la hora de interpretar qué le está diciendo un joven detenido, y es el esfuerzo del adolescente para comprender la jerga de los magistrados.

Pocas semanas después del cierre de fronteras, de escuelas y el confinamiento masivo, la argentina Laura Kaczer, colega de Cabana, les propuso a los investigadores que venía armando el catálogo de palabras aprovechar el “experimento natural” que significaba covid-19. Y así empezaron a explorar los cambios colectivos en el léxico a causa de la pandemia entre 61.106 voluntarios rioplatenses (63% de ellos uruguayos) que participaron de la medición.

“Muchas de las palabras que sufrieron cambios de significado a raíz de las nuevas rutinas de la pandemia, ya las habíamos medido antes y teníamos con qué comparar. Encontramos, en este sentido, un cambio importante en la asociación de las palabras que fueron de uso más frecuente en el contexto de la emergencia sanitaria: la burbuja pasó a ser una metáfora del círculo social y el aislamiento, la inmunidad se la pasó a asociar con lo biológico y ya no con lo político…”, comenta el biólogo Cabana, quien integró el grupo de científicos que asesoró al gobierno en medio de la crisis (más conocido por su sigla GACH).

Así cambió la palabra "protocolo"

Protocolo fue una de esas palabras para las cuales la pandemia significó un punto bisagra. Así se observa en este conjunto de usos antes y después de la pandemia.

Los investigadores aún desconocen si con el correr del tiempo, y acorde se aleje la pandemia, las palabras que cambiaron de significado retornarán a su semántica anterior. “El lenguaje siempre está mutando y, probablemente, muchos de estos cambios que demostramos vuelven a cambiar. Pocos piensan ahora en burbujas sociales, pero capaz muchos signan asociando al alcohol con el desinfectante y no tanto con la bebida”, ejemplifica Cabana.

La pandemia, a su vez, cambió algunos comportamientos que, hasta ahora, siguen vigentes: el teletrabajo, las clases virtuales y la excusa de quien está ocupado al grito de “estoy en un Zoom”. Mientras perdure la actividad a distancia, “es probable que la palabra virtual mantenga su nuevo significado vinculado a las reuniones virtuales”.

El actor célebre del cine mudo —valga la paradoja— Charles Chaplin, decía: “El verdadero significado de las cosas se encuentra al tratar de decir las mismas cosas con otras palabras”. Los nuerocientíficos saben que a mayor vocabulario, mayor capacidad de los humanos para expresarse, más habilidad comunicativa. Por eso distintos estudios demuestran que el capital cultural de los hogares, en especial la lectura a los niños cuando son pequeños, es clave en el desempeño de los escolares.

—En la era de las nuevas tecnologías, dicen los estudios cognitivos, las lecturas son intensas, pero cortas. ¿Cómo afecta nuestro lenguaje?

Las redes sociales nos implican inversiones más cortas de atención. No sucede en todas las plataformas, pero la lógica de los videos cortos de YouTube o TikTok apunta a que el usuario salte de un lado al otro, con mayor capacidad de distracción. Algunos estudios preliminares vienen sugiriendo que esa nueva forma de lectura trae alteraciones en el vocabulario, pero es muy pronto para saber su real afectación. A diferencia del habla, que es un rasgo humano desde su origen, la lectura es una habilidad adquirida hace no tantos siglos. Eso supone que el concepto de “analfabetismo” puede que vaya cambiando acorde pase el tiempo. Y en esa línea, es importante poner en la balanza los desafíos de la tecnología, pero también los beneficios, empezando la democratización en el acceso que supone frente al comienzo de la lectura que estaba reducida a una elite.

En la era de los buscadores de internet y los artículos que quedan supeditados a los algoritmos, las palabras equivalen a etiquetas. ¿Cómo buscamos aquello que queremos encontrar? ¿Qué palabras clave?

Esa práctica, explica Cabana, quedará obsoleta con el avance de la inteligencia artificial. “Los sistemas de búsqueda de información precisaban tener un vocabulario controlado para poder acceder a la información. Es la misma necesidad de centralizar la información como lo hace una biblioteca o como lo practican quienes estudian archivología. Pero los cerebros no usan tanto esas etiquetas. La inteligencia artificial se acerca más a la manera en que el cerebro procesa el lenguaje, de manera natural, y no al etiquetado de, por ejemplo, Google”.

El polémico ChatGPT es un ejemplo. Uno no le ordena a esta plataforma una búsqueda por palabras clave, sino que le da consignas (prompt) para que el sistema le devuelva la interpretación de esas indicaciones. Y en base a la respuesta se puede ir mejorando la precisión del resultado final. La inteligencia artificial imita a la mente humana. Al menos lo intenta.

Cabana, quien en la pandemia hacía cálculos de la movilidad de los uruguayos y ecuaciones sobre el índice de Harvard o la inmunidad (biológica), desde hace años combina esa doble fase entre la ciencia formal y la social.

—¿Por qué un biólogo llega a estudiar el significado de las palabras?

—Porque los seres humanos somos animales. Hay un tipo de seres vivos que tiene sistema nervioso y unos tipos de seres vivos con sistema nervioso que tienen lenguaje. Hablan, piensan. Entonces uno puede entender que el funcionamiento de la mente también puede ser abordado desde cómo funciona la cultura.

El contexto del covid-19, aunque muchos no lo han notado, cambió la manera de pensar y así lo refleja el uso de una centena de palabras.