La primera Academia sudamericana de la lengua cumple 125 años
La Academia Brasileña de la Letras (ABL), la primera de su estilo en Suramérica y que cumplió este miércoles 20 sus 125 años, conserva la tradición que la mantiene en pie y de la mano de la modernidad refuerza su propósito de defender el idioma y la cultura “menospreciada” por el Gobierno de Jair Bolsonaro.
Fundada el 20 de julio de 1897, en un salón del entonces Museo Pedagogium, en Río de Janeiro, la que es considerada una especie de élite de las letras en Brasil, se aferra al objetivo de mantener la unidad literaria sobre cualquier divergencia política.
Así lo promulgó en el discurso inaugural Machado de Assis, el más grande nombre de la literatura brasileña y entonces presidente de la entidad, y así lo sostiene Marvel Pereira, uno de los 40 académicos que integran la ABL y quien la comanda en la actualidad.
Para Pereira, la cultura en Brasil esta siendo “menospreciada por el Gobierno” y por eso es necesario impulsar acciones que la hagan visible.
“Nuestro estatuto dice que debemos proteger y cuidar del idioma y la cultura nacionales, pero sobre todo debemos hacerlo delante del cuadro de desvalorización al que están expuestas”, aseguró Pereira en una entrevista a EFE.
La cultura ha sido fuertemente atacada por Jair Bolsonaro desde que llegó al poder y bajo el argumento de que el sector está capturado por el “marxismo estructural” ha impuesto recortes administrativos y presupuestales eliminando hasta el ministerio que se encargaba del tema.
Por eso, como parte de las conmemoraciones por los 125 años, la Academia viene promoviendo actividades que involucren a la gente de forma más directa con la cultura, con las letras como pretexto.
Desde charlas y puestas en escena, hasta libros gigantes que próximamente invadirán las calles del país invitando a los transeúntes a escuchar extractos de las novelas más representativas de la literatura brasileña, forman parte de los proyectos.
Una Academia al alcance de todos
La aparente coraza que envuelve a los 40 académicos, conocidos popularmente en Brasil como los “inmortales”, se desdibuja en el momento mismo en el que se entra al “Petit Trianon”, la sede de la entidad, y una réplica exacta del que se levanta en París sobre los jardines del Palacio de Versalles.
La construcción y su decoración trasladan al visitante a los inicios del siglo XIX, algo que se siente casi en vivo cuando los actores que realizan las visitas guiadas -debidamente caracterizados como personajes de la época- envuelven al espectador en una amena narrativa sobre la academia y sus ilustres fundadores.
En la primera planta, están el estudio donde trabajaba Machado de Assis, así como el Salón Noble, lugar donde se llevan a cabo los actos solemnes.
Ya la biblioteca, la sala de sesiones y el famoso salón de té donde cada jueves se dan cita los académicos antes de entrar a la sesión semanal se ubican en el segundo piso.
Conferencias y debates son ampliamente promovidos por la Academia, donde el público de forma gratuita también puede deleitarse con exposiciones, conciertos o alguna pieza de teatro, como la puesta en escena que sobre el dramaturgo Nelson Rodríguez realizó la nominada al Oscar, Fernanda Montenegro, la única actriz que integra el grupo de los “inmortales” en el país.
Renovación y diversidad
La actriz hace parte de una serie de nuevos académicos que rompieron la tradición de ser personalidades exclusivamente de las letras, pero que han escrito libros, pues se requiere de al menos una publicación para ser nominado.
El cantautor Gilberto Gil, exministro de Cultura, también hace parte de este grupo, así como el neurocirujano Paulo Niemeyer Filho, único representante de su área en la ABL donde las puertas también se han abierto a la ciencia.
Todos han dado un aire de renovación a la Academia y por su reconocimiento también acercan a la entidad a un público que la sentía inalcanzable.
El camino a la diversidad en esta institución se ha ido abriendo poco a poco y cada paso marca una huella, como la que han dejado las mujeres que solo empezaron a ser admitidas en 1977, algo que para Nélida Piñón, primera presidenta de este género en la Academia, “ha permitido legitimar la creación de la mujer y su pensamiento”, como lo señaló durante uno de los tradicionales tés en la entidad.
No obstante, reconoce que es necesario ampliar la presencia femenina en la institución -actualmente solo 5 mujeres integran el grupo de 40 académicos-, así como la de los afrodescendientes, representados únicamente por dos “inmortales”; y la de los indígenas, que si bien ya empezaron a ser nominados, aún no ocupan una de las sillas de la ilustre entidad. EFE