Lengua de señas y castellano
Nicolás ParrillaCuando el médico le informó a Alejandra Stéfano que Ariel, su segundo hijo, tenía pérdida parcial de la audición, ella decidió abandonar sus cursos de perfeccionamiento para su carrera de contadora para comenzar a estudiar lenguaje de señas. «Todo el mundo me decía que no iba a ser necesario, que Ariel se iba a criar en un ambiente donde tuviera mucha estimulación y aprendería a leer los labios, pero yo no quería que se acorten sus posibilidades», recuerda Alejandra. Ariel es uno de los más de 700 chicos que nacen por año con hipoacusia en Argentina. Esta pérdida auditiva, tanto en uno o en los dos oídos, puede ser hereditaria, como también el resultado de la exposición a ruidos muy fuertes durante un largo tiempo, o alguna enfermedad. En el caso de Ariel, había un antecedente en la familia de Horacio, su papá; y aunque Lucas, su hermano dos años mayor, nunca presentó ningún problema, si se hizo presente en Ariel, que hoy tiene once años, utiliza un audífono para mejorar su débil audición, y se comunica con lenguaje de señas y leyendo los labios. «Nuestro hijo pasó por varios institutos donde siempre se trataba de integrarlo con chicos ‘normales’, y nunca tuvo problemas de aprendizaje. Pero cuando llegaba a casa yo le enseñaba el lenguaje de señas que había aprendido». Alejandra remarca las comillas en «normales», ya que siente que su hijo no tiene ningún tipo de diferencia con su hermano mayor, o con cualquier otro chico de su edad. Creado en 1987, el Instituto Superior Villasoles es pionero en la enseñanza de lenguaje de señas y actualmente dicta la carrera oficial de intérprete técnico superior de Lengua de Señas Argentina, título reconocido a nivel nacional. «Es difícil determinar cuántos son los profesionales preparados para enseñar Lengua de Señas Argentina, pero sí podemos afirmar que crece día a día la cantidad de personas que se interesan por conocer este idioma, ya sea por motivos personales o profesionales», asegura la profesora Liliana Mora, rectora del Instituto. «Los niños sordos, o con discapacidades auditivas, adquieren naturalmente el lenguaje de señas al entrar en contacto con hablantes competentes de la misma, ya sea en las escuelas, academias, institutos, clubes, asociaciones de sordos, o en familias donde haya otros integrantes con la misma dificultad», señala Mora. «Pero los padres, mayoritariamente, desean que sus hijos aprendan el idioma español escrito y hablado, aunque esto dependa de las aptitudes de cada niño, y de sus propias limitaciones». La educación de los niños sordos o con dificultades auditivas en Argentina fue, históricamente, a través de una metodología basada en el oralismo. Desde la década de 1970 surgió en el país una nueva corriente que se apoyaba en una filosofía bilingüe. «Muchos establecimientos educativos de todo el país fueron adoptando esta modalidad», recuerda Mora, quien agrega que a partir de entonces, el lenguaje de señas «adquirió un rol fundamental en estos proyectos, que en su aplicación deben contar con la participación de los padres, tanto en la aceptación como en el conocimiento». Cuenta Alejandra que el día que se recibió de intérprete de lenguaje de señas, fue una jornada tan importante en su vida como el día en que se casó, o cuando nacieron sus tres hijos (luego de Ariel vino Micaela, que hoy tiene siete). «Así como uno siempre quiere darle lo mejor a sus hijos, también quiere que nunca tengan ningún tipo de contratiempos. Cuando estudié el lenguaje de señas supe que Ariel nunca iba a tener ningún inconveniente para comunicarse con el resto del mundo, y eso me hizo muy feliz», se enorgullece Alejandra. Ambos sistemas pueden, y deben coexistir, para de esa manera ayudarse el uno al otro en la educación de los chicos. «En las filosofías bilingües, la propuesta educativa es tanto en lengua de señas como en lengua española escrita y oral. Se pretende desarrollar ambas para que el niño sea una persona Bilingue Bicultural, y cuanto antes se comience con la adquisición de la lengua de señas, mejores resultados se obtienen en el aprendizaje de la lengua española», plantea Mora.