Lengua tsakonika: herencia viva la Antigua Esparta en una región campesina
Monumento a Leónidas y a los espartanos en las Termópilas / foto Dmpexr en Wikimedia Commons
Una lengua a punto de desaparecer conecta a la población actual de las aldeas montañosas de la región griega de Arcadia con sus antepasados, los habitantes de la Antigua Esparta.
Al sur de Grecia, en la península del Peloponeso, un pequeño pueblo cuida con sus voces una herencia cultural de 3.000 años. En Pera Melana el griego no es el idioma más hablado, sus habitantes prefieren sostener el legado de sus antepasados, los habitantes de la antigua Esparta. En esta región creció la antigua ciudad-estado, una de las más importantes de la historia clásica al tiempo que enigmática por las diferencias que albergó su sistema social frente a otros de la época romana en ciudades como Atenas, y en ella creció también una lengua llamada tsakonika o lenguaje tsakonio, probablemente una de las lenguas vivas más antiguas del mundo.
En esta región montañosa las palabras han atravesado miles de años y de tiempos hasta la actualidad, cuando tan solo 2.000 personas son el refugio de toda la historia que les rodea. En Pera Melana son menos de 300 vecinos y vecinas, y en los pueblos cercanos no muchos más. La región de Tsakonia, como la lengua que aguarda, está compuesta por muchos pequeños núcleos separados por laderas y montañas, pero unidos por los caminos del habla como ramas que se entroncan a su eje central, su identidad.
Según el historiador William Miller, el término tsakonio (o tsakoniano) aparece por primera vez en los escritos de los cronistas bizantinos para referirse al pueblo de los Lakonas (lacónico-lacedemónico), es decir, a los espartanos, como una referencia a las raíces dóricas de la lengua tsakoniana y a la conversión relativamente tardía de este grupo al cristianismo y a la práctica de las costumbres tradicionales helénicas.
Una lengua de 10.000 palabras
Cuando los límites geográficos de Esparta comenzaron a diluirse hacia el comienzo de la Edad Media, los saqueos y las repoblaciones de sus espacios por parte de otros grupos como los visigodos y más tarde los bizantinos no evitaron que su profunda cultura trascendiera, al menos en el decir de los descendientes de quienes sobrevivieron a batallas y guerras. Precisamente fue el paisaje el que tejió una nueva guarida para la protección de aquella lengua o ramificación del dórico, la única que queda procedente de dicha rama occidental de las lenguas helénicas, como apunta la periodista y bloguera de viajes Angela Dansby en un artículo para la BBC.
Dansby señala que aunque Pera Melana y el resto de pueblos de esta región donde todavía se habla el tsakonio se encuentran entre 55 y 100 km al noreste de donde estuvo ubicada la antigua ciudad de Esparta, es esta distancia geográfica de la capital que una vez los gobernó lo que ha ayudado a preservar el idioma. Asímismo, el aislamiento bajo las montañas y la organización comunitaria basada principalmente en el trabajo y el cuidado de la tierra, a través de las prácticas agrícolas, el origen clásico de sus habitantes pasó de generación en generación, de boca en boca, reconociendo el entorno y reconociéndose en él con no más de entre 8.000 y 10.000 palabras. “Estas comunidades permanecieron relativamente aisladas hasta después de la Guerra de Independencia griega (1821-29), que dio lugar a una educación masiva y una mejor infraestructura”, apunta al respecto la periodista.
Como si las montañas hubieran trazado límites para su protección, como si las palabras no pudieran atravesarla, el tsakonio resulta en cualquier caso desconocido para muchos que sí conocerán a Leónidas, el último rey de aquella sociedad basada en la búsqueda de una descendencia perfecta para la que el honor era el eje y la eugenesia la forma, sus guerreros y la epicidad que describen sus prácticas. Sin embargo, no fue el arraigo sino el proceso de desarraigo que a lo largo de los últimos siglos, y más concretamente del siglo XX, sufrieron los habitantes que hablaban como Leónidas lo que condujo la lengua al olvido. La visión moderna de los espacios, con la estigmatización de unos para la maquinización de otros provocó la brecha que, como en otras partes del mundo, también en pueblos como Pera Melana impuso la pérdida, el abandono, el éxodo y el silencio.
Del estigma al peligro crítico
El griego moderno se convirtió en el idioma nacional en 1976. A partir de entonces, profesores externos llegaron a Tsakonia para enseñarlo, y el tsakonio quedó al margen de una modernidad que desprestigiaba el campo y todo lo relacionado con este, aunque todo fuera, incluso, una lengua histórica. Aquella "lengua campesina" está hoy rebrotando y muriendo al mismo tiempo: cada vez hay más conciencia en torno a lo que significa que una lengua muera, las consecuencias de la pérdida de algo tan intrínseco y transversal como la manera en que se ha entendido y, por tanto, explicado el mundo por un grupo de personas, pero cada vez quedan menos habitantes en la zona, sobre todo niños y niñas con quien trazar el futuro en las palabras de sus ancestros y ancestras. En la actualidad, el tsakonio está catalogado por la Unesco como una lengua "en peligro crítico".
Aunque es un idioma aparentemente similar al griego, en la práctica sus hablantes no se entienden entre sí. Para representar el tsakonio se usa tradicionalmente el alfabeto griego estándar como base, pero a este se añaden dígrafos y símbolos para representar aquellos sonidos que no existen en el griego demótico. De manera que, como recoge la web ‘Tsakonian Dialect’, “a pesar de las muchas similitudes entre los idiomas y mucha historia común, existen diferencias clave en la pronunciación, el vocabulario y la formación de sustantivos y verbos”.
El profesor de historia Guillermo Carvajal apunta en un artículo para la revista cultural La Brújula Verde que el tsakonio se divide por los estudiosos en tres variedades: el tsakonio del norte, el tsakonio del Propóntide y el tsakonio del sur (este último es el único con uso diario, según recoge ‘Tsakonian Dialect’, aunque sobre la prevalencia del dialecto del norte siguen existiendo dudas entre los historiadores. En dicha web pueden encontrarse ejemplos de la gramática, el vocabulario y la fonética de esta lengua ancestral.
“Hasta la década de 1990, el tsakonio todavía se enseñaba junto con el griego en algunas escuelas locales, pero luego se convirtió en algo exclusivamente opcional. Hoy en día, casi no quedan escuelas en estos pueblos envejecidos porque muy pocos niños viven allí”, sostiene Dansby en su artículo. El desafío ahora no es ninguna lucha espartana, aunque la situación crítica lleve a la metáfora, sino una llamada a habitar no solo aquellos pueblos repletos de historia, sino la historia misma de aquellos pueblos, de aquellas montañas de la Arcadia que guardan mucho más que la poesía bucólica que durante siglos han inspirado.