Los europeos se expresan en 60 lenguas regionales
Cada vez que Marilena regresa a Creta, solo tarda unos instantes en volver al dialecto de su isla natal. Pero esta cretense de 44 años sabe que sus hijos probablemente nunca aprenderán esta tradición oral que se remonta a varios siglos atrás.
“Viví en Creta hasta los 18 años, mientras ellos crecían en Atenas. No tendrán la oportunidad de aprender como nosotros”, dice con tristeza.
El nuevo juego de cartas Dopiolalia (”Dialecto” en griego) podría reavivar el interés por los dialectos griegos, tanto los activos como los extintos, que según los lingüistas están desapareciendo.
“Las lenguas están desapareciendo (...) nuestro objetivo era salvarlas”, dice el creador del juego, Panagiotis Panagiotopoulos. Miles de griegos -se desconoce el número exacto- pueden hablar o entender un dialecto local en muchas partes del país, sobre todo en las islas o en zonas remotas.
Con orígenes que se remontan a la Edad de Hierro, los dialectos han recibido la influencia de las lenguas de las poblaciones colonizadoras, como los francos, los eslavos, los turcos y los venecianos.
Sin embargo, los investigadores señalan que siguen existiendo rastros del griego antiguo. Por ejemplo, la palabra cretense para caracol (”hohlios”) viene del griego antiguo “cochlias”, apunta Christoforos Charalambakis, profesor de lingüística de la Universidad Nacional de Atenas.
“Ovon” es parecido a la antigua palabra griega “oon”, que significa huevo en póntico, la lengua de los griegos pónticos de las orillas del Mar Negro, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII antes de Cristo.
Otro dialecto con raíces antiguas es el tsakonio, en el sur del Peloponeso. Los investigadores creen que tiene su origen en el laconio, la lengua de los guerreros de Esparta.
“Esta es la magia de la lengua griega: una tradición oral de 4.000 años”, afirma Charalambakis. En un informe de 2019, el portal de educación de la Unión Europea Eurydice estimó que entre 40 y 50 millones de personas hablan un total de 60 lenguas regionales en la Unión.
Pero en Grecia, quienes hablan estos dialectos tienen que luchar contra las burlas y el “enorme racismo cultural” en las ciudades, opina Panagiotopoulos. La cohesión nacional es una cuestión delicada en un país que se independizó en 1830 y que solo adoptó su forma actual después de la Segunda Guerra Mundial.
“Nunca ha habido un censo oficial sobre el número de hablantes de estos dialectos en Grecia, pero han disminuido considerablemente en los últimos 50 años”, afirma Angela Ralli, profesora emérita de lingüística de la Universidad de Patras.
La Academia de Atenas, principal institución de investigación de Grecia, tiene un archivo con más de 1.500 documentos sobre los dialectos, además de registros orales.
Pero la mayoría de los glosarios son obra de investigadores aficionados, y la enseñanza corre a cargo de asociaciones culturales privadas.
Presentado el mes pasado, el juego Dopiolalia abarca el cretense, el griego póntico, el épiro y la jerga callejera ateniense del siglo XIX, el koutsavakika, en diferentes paquetes de cartas.
Las futuras versiones incluirán letras de marineros, dialectos de las islas del Egeo y el kaliarda, un dialecto codificado inventado por los griegos homosexuales en la década de 1940.
La respuesta ha sido entusiasta, asegura Panagiotopoulos. “No esperábamos una respuesta positiva tan rápida. La gente nos pregunta: “¿Dónde estuvieron todo este tiempo?”.