Los neologismos: nuevas palabras para nuevas realidades
Andreína Adelstein es investigadora del Conicet
“Las palabras bullying, dron, geolocalización, pansexual y viral son resultados de la innovación léxica de los últimos años. Estas y muchas otras palabras nuevas manifiestan las transformaciones sociales, culturales y tecnológicas que ocurren en toda comunidad, a la vez que dinamizan la lengua y la mantienen viva”, sostiene la especialista Andreína Adelstein. Esto es así porque el lenguaje constituye una de las características fundamentales que distingue a los seres humanos como especie. Desde aquí, las lenguas no pueden considerarse sistemas estáticos e inmutables; por el contrario, nacen, luchan, crecen y se modifican, construyen vínculos, buscan renovarse y se actualizan. Todo con un propósito único y específico: la supervivencia.
Aunque la neología ha acompañado el desarrollo humano desde el principio de los tiempos, recién se ha constituido como objeto de estudio en la década de 1970. Desde aquí, la propuesta teórica generativista, formulada por el intelectual estadounidense Noam Chomsky, goza de especial vigencia al destacar la creatividad lingüística e incorporar el concepto de “infinitud discreta”, que expresa la capacidad humana de generar infinitas oraciones a partir de un número limitado de elementos.
Ahora bien, si las personas pueden crear múltiples sentidos (discursos) a partir de posibilidades (palabras) acotadas, ¿por qué incorporar nuevas palabras? ¿No alcanza con las ya existentes? Es lo que estudia Andreína Adelstein, lingüista e investigadora independiente del Conicet en el Instituto del Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), institución en la que también se desempeña como docente. Se especializa en semántica léxica y en aspectos aplicados de neología y lexicografía, en especial sobre el español de la Argentina. Desde la UNGS dirige un equipo de trabajo que forma parte de la Red de Antenas Neológicas coordinada por la Universidad PompeuFabra (Barcelona). Además, participó como compiladora y autora de diversos libros entre los que se destacan “Antiedad, pansexual, fracking y otras palabras recientes del español de América y España” (2017), “Diccionario del léxico corriente de la política argentina” (2014) y “Diccionario integral del español de la Argentina” (2009).
–Para empezar, ¿qué es un neologismo?
–Dentro del campo de la lingüística, se halla el área de la semántica léxica que se preocupa por estudiar qué características tienen los significados de las palabras, por qué se modifican, qué relaciones establecen entre sí y de qué manera están almacenados en nuestra mente. Desde esta perspectiva, los neologismos son el resultado de la creación léxica y manifiestan la vitalidad de una lengua. Pueden emerger a partir de los recursos propios de la lengua, la modificación de un significado o bien mediante préstamos que obtienen de otras.
–¿En qué momento los neologismos se incorporan al lenguaje?
–Es la pregunta del millón. Para responder a este interrogante nos basamos en criterios metodológicos consensuados. Uno de los parámetros más corrientes es el que indica que una palabra deja de ser neológica cuando pasaron diez años desde su primera utilización. Otro criterio que sanciona su incorporación al lenguaje es su introducción en un diccionario. En la actualidad, esta variante tiene más sentido porque gracias a la utilización de diccionarios electrónicos, el léxico se actualiza más rápido. No obstante, continúan existiendo los desfasajes. De hecho, en general se habla de “neologismos lexicográficos” para referirse a aquellas palabras que aunque no son nuevas para el hablante, sí lo son para el diccionario.
–¿Cuáles son las principales causas que motivan las incorporaciones de los neologismos al léxico habitual?
–En principio, cualquier cambio en la sociedad –ya sean fenómenos políticos, económicos o culturales– genera la necesidad de contar con nuevas denominaciones. Todas las actividades de los seres humanos comprometen el uso de la lengua, aunque hay ámbitos que resultan más proclives a la emergencia de neologismos. La prensa, por ejemplo, constituye un espacio de creación y difusión de nuevo vocabulario. Este año surgieron algunos casos como “perchero solidario”, “pornovenganza” y “megarenovación”; palabras que brotan como respuestas frente a necesidades de comunicación vinculadas a problemas sociales.
–¿Hay más neologismos con origen en las clases populares o en las clases medias y altas? ¿Quiénes alimentan más al lenguaje?
–Es necesario distinguir la infinidad de creaciones léxicas de lo que luego se sanciona y permanece como una nueva palabra. De hecho, muchos neologismos son efímeros y nunca pueden formar parte de esa renovación de la lengua. No existe una diferenciación social o etaria que permita trazar cierta preponderancia. Sin embargo, repito, el rol de la prensa es significativo porque cuenta con el poder de instalar nuevos significados a partir de su circulación por el espacio público.
–¿Qué ocurre cuando se produce el proceso inverso? Muchas veces las palabras son incorporadas al diccionario y no circulan en el espacio público.
–Creo que aquí es necesario distinguir la presencia de distintos tipos de diccionarios. Están los denominados “tesoro”, que pretenden recoger todo el léxico de una lengua histórica con independencia de cuán utilizadas sean las palabras. Sirven como fuente indispensable para los lectores que se interesan en la comprensión de textos provenientes de siglos pasados y necesitan localizar las referencias que desconocen. Además, hay otros como los diccionarios escolares, los descriptivos y los que rescatan la lengua en uso habitual. En muchos casos, existe un sistema de representación codificado que se emplea para indicar la vida de una palabra (es decir, si están en uso, si son anacronismos, neologismos, etc.).
–Hace poco, la Universidad Nacional de General Sarmiento publicó el libro “Antiedad, pansexual, fracking y otras palabras recientes del español de América y España”. ¿De qué manera realizaron el registro?
–Desde 2003 trabajamos en un proyecto de investigación interuniversitario en el que participan distintas instituciones de habla hispana. Se propone describir la variación del español a partir de la renovación léxica en cada nación. Mientras algunos neologismos son privativos de cada país (“especificidades” de cada variedad), otros atraviesan fronteras y se generalizan (“regularidades”). Entonces, a partir de la Red de Antenas Neológicas (coordinada por la Universidad PompeuFabra de Barcelona) cada grupo de especialistas recoge neologismos de la prensa escrita (se selecciona un corpus de textos) y se contrasta con un conjunto de diccionarios. De este modo, aquello que no había sido incorporado se considera neológico. Se trata de una decisión metodológica porque todo depende de los diccionarios con los que se midan los datos relevados. Más tarde, las palabras se incorporan a una plataforma común a todos los países de la Red. Y desde allí, se pueden realizar diversos análisis, comparaciones, vínculos, distancias. En este marco, si bien se privilegia el registro de la prensa, es cierto que muchos abordajes con vigencia en el mundo recuperan la investigación de otras fuentes de neología oral, así como de textos efímeros, ya sean folletos y pintadas en vía pública.
–¿Cree que las personas conocen bien la lengua de la que participan?
–El léxico básico que un individuo utiliza de manera cotidiana está comprendido por mil palabras. Sin embargo, el vocabulario activo de un hablante se construye con un rango que se extiende desde las dos mil hasta las ocho mil palabras. Esto quiere decir que cuando no se tiene una conversación básica pueden emplearse una cantidad de palabras mucho mayor. En esta línea, es posible decir que el hablante goza de una competencia léxica más amplia de la que verdaderamente utiliza. En síntesis, la presencia de una mayor cantidad de neologismos es una muestra de la vitalidad del lenguaje. Una lengua que no cumple con todas las necesidades de los individuos ni satisface las funciones de comunicación asignadas puede dejar de utilizarse y corre el riesgo de desaparecer.
–Por último, ¿qué piensa al respecto de los procesos de lectura/escritura vinculados a las nuevas tecnologías? ¿Las personas leen y escriben mejor que antes?
–Que existan géneros nuevos como el tweet, que tiende a la brevedad y a la síntesis, no implica que todo lo que un individuo produzca asuma esas características. No obstante, también hay que decir que si nos acostumbramos a consumos culturales de este tipo también resignamos otros modos que son valiosos. Es un tema polémico, necesitamos que transcurran algunos años para poder realizar un examen al respecto.