Niños bilingües: ventajas frente
adquisición más tardía
Por Marga Gutiérrez del Arroyo, El Periodista Digital.Las sociedades modernas y el flujo migratorio de las familias, abre interrogantes acerca de los procesos de construcción de la Identidad de los niños. La Lengua es uno de los aspectos más significativos de la Identidad de una persona, y el Bilingüismo un sueño de muchos padres para sus hijos (y por supuesto, de muchos adultos que inundan las academias de idiomas).Sin embargo pocos son los que pueden acceder a esta posibilidad: Deben darse unas circunstancias muy precisas para ello. Hagamos un breve repaso por el proceso del bilingüismo.El bilingüismo no es la suma de dos lenguas, sino la competencia comunicativa en dos lenguas. Un ejemplo ilustrativo que explica Abdelilah-Bauer, es el del corredor de vallas, quién debe reunir la competencia del velocista y del saltador de altura, creando una nueva categoría diferente de las otras dos. Lo mismo ocurriría con el niño bilingüe, que si bien tiene un léxico comparable en cantidad a los niños de su edad (un niño entre 18 y 24 meses conoce 50 palabras aproximadamente), no es así en calidad, dado que la mitad de esas palabras pertenecen a un idioma y la otra mitad al otro. De ahí la sensación general de que un niño bilingüe es más tardío en el lenguaje.Sin embargo el niño bilingüe ha demostrado tener un pensamiento más creativo, en cuanto a la capacidad para generar soluciones a un problema (por ejemplo: encontrar maneras de hacerse entender en dos códigos diferentes, personalizar el idioma en función de la persona a la que se dirige, etc.), y una conciencia del lenguaje como objeto (conciencia metalingüística) mucho más avanzada, lo que le facilitará mucho el camino a la adquisición de la lectura.¿Cómo conseguir utilizar este potencial a su favor y no crear dificultades añadidas?Todo parece indicar que existe un periodo crítico para la adquisición natural de una lengua: los tres primeros años de vida, siempre y cuando el niño esté expuesto a un contexto facilitador. Después e inevitablemente, este equilibrio se romperá y una de las dos lenguas acabará convirtiéndose en dominante (la que se practique en el país de residencia o en el colegio al que vaya el niño y la que más comodidad le genere).Lo ideal será que el niño vuelva a exponerse a la segunda lengua cuando la lengua dominante se haya instaurado (a partir de los cuatro años) y de esa manera evitar la confusión del niño, la preocupación de los padres centrada en exceso en el bilingüismo y la contaminación de la lengua dominante (no ofreciendo al niño la posibilidad de sentirse a gusto utilizando a la perfección una de las dos lenguas, por la ambición de que maneje dos).