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Nuevo descubrimiento en la Isla de Pascua podría reescribir la historia tal como la conocemos

19/03/2024
Darren Orf

Esquire vía Popular Mechanics

Las estatuas moai de los rapanui

Hoy en día, los humanos habitamos -o, como mínimo, hemos explorado- prácticamente todos los rincones del planeta. Pero esa inmensa proliferación de Home sapiens por todo el globo fue un proceso lento. Los primeros humanos abandonaron África hace entre 60 y 90 mil años, y la especie se extendió lentamente por la Tierra a lo largo de muchos milenios. Y uno de los últimos lugares a los que llegaron estos antiguos humanos fue la isla de Rapa Nui, en el sureste del Pacífico, conocida más ampliamente como Isla de Pascua.

Situada a 3.798 kilómetros de la costa de Chile -que la anexó en 1888-, Rapa Nui es uno de los lugares más aislados del mundo. Sus nativos, también llamados rapanui, llegaron a sus costas entre 1150 y 1280 d.C. y vivieron aislados hasta la llegada del navegante holandés Jacob Roggeveen en 1722.

Los europeos descubrieron las impresionantes estatuas moai por las que los rapanui son más conocidos, pero también se toparon con una escritura aún sin descifrar conocida como rongorongo, un sistema de escritura tridimensional que utiliza signos pictóricos conocidos como glifos.

Pero como esta escritura no se describió por primera vez hasta 1864, los arqueólogos e historiadores se han planteado desde entonces una pregunta permanente: ¿Inventaron los rapanui esta lengua de forma independiente o se vieron influidos por los europeos?

Ahora, un nuevo estudio intenta resolver este enigma lingüístico sugiriendo que, mediante datación por radiocarbono, uno de los 27 objetos de madera que contienen inscripciones en Rongorongo es anterior a la llegada de los europeos, entre 1493 y 1509. Este hallazgo sugiere que los rapanui podrían haber inventado el rongorongo de forma independiente, algo poco frecuente en la historia de la humanidad y que suele asociarse a estados complejos.

La otra prueba contundente a favor de esta teoría es que el funcionamiento del rongorongo es muy distinto al de las lenguas europeas, lo que parece indicar que no hay influencia externa perceptible. La autora principal, Silvia Ferarra, arqueóloga y lingüista de la Universidad de Bolonia (Italia), publicó las conclusiones de su equipo en Scientific Reports a principios de febrero.

"La cuestión es de crucial importancia, ya que implica la posibilidad de una invención independiente de la escritura, de forma similar a lo que ocurrió en otras partes del mundo donde la escritura fue una creación original, por ejemplo, en Mesopotamia, Egipto, China y Mesoamérica", se lee en el documento. "Si Rongorongo es anterior a la llegada de viajeros externos, podría representar otra, y la más reciente, invención de la escritura en la historia de la humanidad".

Aunque una de las cuatro tablillas de madera examinadas aporta pruebas preeuropeas de la lengua, el descubrimiento también viene acompañado de algunas advertencias. Por un lado, la datación por radiocarbono sólo puede detectar cuándo se taló un árbol, no cuándo se inscribió, aunque Ferrara sugiere que la madera centenaria sería inadecuada para tal tarea. Pero, lo que es más importante, la tablilla de madera sólo proporciona una muestra de un tamaño, ya que las demás tablillas examinadas cayeron todas al otro lado de la divisoria europea.

Para reunir más pruebas, Ferrara tendría que examinar las demás tablillas restantes, que son todo lo que queda de la lengua olvidada hace tiempo. Pero están dispersas por todo el mundo y no es fácil acceder a ellas. Por ahora, la búsqueda continúa en el esfuerzo por situar las aportaciones de estos nativos en el contexto histórico correcto.