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Repercusiones del premio a Gelman en la prensa argentina (Clarín)

24/04/2008

En un discurso lleno de ternura, recuerdos y compromiso social, el poeta Juan Gelman (77) defendió el valor de la poesía en una gala celebrada en la Universidad de Alcalá, tras recibir de manos de los Reyes de España el Premio Cervantes 2007. Es el cuarto argentino que lo obtiene, después de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Adolfo Bioy Casares.«Se premia a la poesía que es una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa para Don Quijote, doncella que, dice Cervantes, puede pintar en la mitad del día la noche y en la noche más oscura el alba bella que perlas cría», fueron sus primeras palabras.El acto de entrega del prestigioso galardón de las letras hispanas contó con la presencia de los Reyes de España; el jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Cultura, César Antonio Molina.«Es algo verdaderamente admirable, en estos tiempos mezquinos, tiempos de penuria, como los calificaba Holderlin, preguntándose: ¿para qué poetas?», sostuvo el poeta. Y agregó: «Que hubiera dicho hoy en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza. Cuantos habrán fallecido, pienso, desde que comencé a decir estas palabras».Hizo una pausa, y remató: «Pero ahí está la poesía, de pie contra la muerte». Explicó que para él tuvo un «significado particular» durante los años de exilio, especialmente las obras de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. «Su lectura me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí».Gelman recordó que «la dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas, pero cabe señalar que la palabra desaparecido es una sola, aunque encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanos y ciudadanas inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en el suelo ignoto».«La nuestra es la verdad del sufrimiento, la de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes, y la convierten en impunidad dos veces. Por eso, dijo, «están muy equivocados» quienes dicen que «no hay que remover el pasado». «Las heridas que aún no están cerradas, laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad y luego la justicia, sólo así es posible el olvido verdadero», apuntó.También reservó un espacio para la actualidad: «La muerte se ha vuelto anónima y hay algo peor, hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de la muerte propia en Irak. Hoy celebro una España que no acepta las aventuras bélicas y rompe clausuras sociales que hieren en la intimidad de las personas».Nacido en Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo, en 1930, Gelman es autor de poemas como «Violín y otras cuestiones» (1956), «En el juego en que andamos» (1959), «Gotán» (1962), Salarios del impío» (1993) o «Sombra de vuelta y de ida» (1997).