Rescatan lengua ancestral de la cultura atacameña
Débora GutiérrezLa TerceraA través de proyectos que incorporan el idioma en las escuelas y libros que recopilan palabras en kunza se está rescatando esta lengua ancestral de la cultura de Atacama.Este dialecto, que no se utiliza como tal hace más de 100 años, aún puede ser contemplado en cantos y ceremonias como la limpieza de canales de regadío y ocasionalmente en ritos como el enfloramiento del ganado. Hoy niños atacameños han revivido la lengua en las escuelas del altiplano. "Los que poseen bien el atacameño podrían contarse con los dedos, no serán ni dos docenas y residen dispersos en lugares como San Pedro, Toconao, Socaire o Peine...", escribió el sacerdote Emilio Vaisse y autor del Glosario de la Lengua Atacameña a fines del siglo XIX, aludiendo a la lengua kunza, idioma ancestral del pueblo atacameño y que no es utilizado como tal desde hace más de 100 años en el altiplano.Esta lengua al ser ágrafa -que no se escribe- se extinguió sin dejar documentos para su conservación. Sin embargo, en cantos y ceremonias de los atacameños -o lickan antai en kunza-, aún es posible escuchar frases y palabras en este lenguaje. Esto ocurre, por ejemplo, en el rito de limpieza de canales de regadío y, ocasionalmente en el enfloramiento del ganado, una ceremonia de agradecimiento a la tierra donde las llamas son adornadas con "flores" de lana.Diccionario kunzaPara rescatar esta lengua del olvido y lograr que reviva al interior de la propia comunidad atacameña han surgido varios proyectos. Uno de ellos es la publicación de un diccionario llamado Kunza, editado por Codelco y cuya particularidad es que la recopilación e investigación de la lengua fue realizada por Julio Vilte Vilte, un atacameño que por siete años estudió la lengua ancestral a través de diálogos con los ancianos de la comunidad.Es una obra póstuma del autor, la cual está acompañada por el trabajo fotográfico de Claudio Pérez. Según Wilson Reyes, presidente del Consejo de Pueblos Atacameños, el lenguaje es una de las creaciones más valiosas que dejaron los antepasados y que hoy más que nunca "está siendo el vehículo que nos proyecta hacia una entidad particular, la cual no es otra cosa que ser un lickan antai".Proyecto infantilRespondiendo a un interés de la propia comunidad, en tanto, surgió una iniciativa de enseñar en las escuelas del altiplano el kunza. Roberto Lehnert, profesor de antropología y etnolingüística de la Universidad de Antofagasta y autor del diccionario normalizado de este dialecto, explica que después de 25 años estudiando el kunza surgió la idea de enseñar la forma rudimentaria de esta lengua que se resiste al olvido."Queda un cuerpo de 1.000 palabras, frases y un Padre Nuestro en lengua kunza. Es un tesoro valioso que desde 1989 comenzamos a entregar a las escuelas a través de un texto normalizado, es decir, adaptado y simplificado del idioma, por eso escriben cunza y no kunza, por ejemplo-, para primero y segundo básico", comenta el profesor Lehnert.En los últimos años, y gracias al financiamiento de la Fundación Minera Escondida, entregaron a las escuelas el texto Licana NB2 para niños de tercero y cuarto básico. En el 2005 van a presentar proyectos para continuar con la colección hasta completar el ciclo básico. "Es bellísimo llegar a las escuelas y que los niños sean capaces de manejar conceptos como árbol, guanaco, hombre, desierto o tierra en su lengua ancestral. Así el pueblo atacameño vuelve a sus raíces, retoma su cultura", acota el experto.Cosmovisión atacameñaEl lenguaje kunza -parte esencial de la cosmovisión atacameña, porque la conforma y la preserva,- es descrito por los historiadores, viajeros y antropólogos que lograron recopilar este dialecto en el siglo XVIII "como una lengua áspera y dura. Con sonidos guturales, bastante complicada en su pronunciación y aglutinante donde los conceptos se funden unos con otros para formar las palabras", puntualiza Roberto Lehnert.La mirada vital del mundo que se sustenta al hombre atacameño es un equilibrio ancestral con la naturaleza. "Su tiempo comienza con el sol y termina con el atardecer y su vida transita en ese ritmo. Respetan esa naturaleza hostil, la veneran y viven en contacto con el agua, la tierra, la lluvia y la escasez de ella. El atacameño no destruye y por eso ha vivido en un perfecto equilibrio con su tierra por más de 11 mil años", concluye el académico.