Separados por el mismo idioma
Somos casi 500 millones de hablantes en más de una veintena de países
Hay más de veinte países hispanohablantes en el mundo y, de ellos, España ocupa el cuarto lugar, precedida por México, Estados Unidos, Colombia y seguida muy de cerca por Argentina. Lo mejor sería aceptar que los casi 500 millones de hablantes del español son potencialmente capaces de entender todas sus variantes y, en lugar de intentar anular las diferencias, celebrarlas
Sin embargo, España centraliza la industria editorial en ese idioma y es aquí donde se produce la inmensa mayoría de las traducciones que leen las regiones restantes, que no siempre son del todo bien recibidas.
La concentración editorial exacerbó esa situación. Si en los años noventa editoriales como Emecé o Sudamericana, entonces independientes, podían adquirir títulos para sus propios territorios y ofrecer sus propias traducciones, a partir del cambio de siglo los grandes grupos españoles (y muchas editoriales medianas, siguiendo su ejemplo) compran derechos mundiales para la lengua.
Como señala Jorge Fondebrider, director del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, eso anula “la posibilidad de alternativas. Los lectores de los países que no son dueños de los derechos tienen que leer en la variante del país que los posee”. El problema de la nula coexistencia de traducciones españolas y americanas del mismo libro, según sentencia Fondebrider, es que “las traducciones españolas no funcionan en Argentina, y Anagrama es quizá el mejor ejemplo”, aunque acota que “los dos grandes grupos (Planeta y Penguin Random House, que imponen las traducciones ibéricas), hacen una corrección de estilo y una revisión”.