Uruguay: una computadora para cada escolar
Silvina Premat, La NaciónCapacitar a los docentes. Involucrar a los padres. Asegurar que ningún chico quede excluido. Esas y otras recomendaciones son las que deslizó Luis Yarzábal, uno de los responsables del programa de inclusión digital implementado en Uruguay, conocido como Plan Ceibal, por el cual se entregó una computadora a cada alumno de la escuela primaria.La experiencia uruguaya, llevada adelante por el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu) fue uno de los temas tratados en la conferencia »El aula digital en la escuela del siglo XXI», realizada en la Academia Nacional de Educación.Durante su exposición sobre el Plan Ceibal (de conectividad educativa de informática básica para el aprendizaje en línea), Yarzábal dejó en claro que la innovación tecnológica en la escuela puede convertirse en un fracaso pedagógico si se reparten computadoras entre adolescentes que aún no saben cómo manejarla y no se garantiza que las escuelas donde estudian estén conectadas a Internet. A esto se suma la necesidad de que los docentes sepan cómo integrarlas en el proceso de enseñanza.»Queremos conocer los detalles de esa exitosa experiencia, que nosotros estamos tratando de copiar», dijo Sanguinetti al presentar a Yarzábal y en alusión a la iniciativa Conectar Igualdad, que impulsa el gobierno de Cristina Kirchner. A través de un decreto, en abril pasado, Presidencia de la Nación creó ese programa, que se propone distribuir cerca de tres millones de netbooks entre alumnos y docentes de educación secundaria de escuelas públicas, de educación especial y de institutos de formación docente.En virtud de este programa, »el año próximo, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires lloverán netbooks y, por eso, hay que prepararse», dijo Roberto Igarza, experto en educación y tecnología y profesor de las universidades de Rosario y de La Matanza. »Esto ya no es una experiencia piloto; es algo que afecta a una gran masa de gente; sólo en la provincia de Buenos Aires involucra a 200.000 docentes. Y, si va a llover, mejor abrir el paraguas», añadió Igarza, que destacó que el impacto de esa innovación »debe ser moderado y trabajado, centrado en el docente como líder del cambio».En diálogo con La Nación, Yarzábal advirtió que antes de cualquier comparación entre el programa propuesto por el gobierno argentino y el instrumentado en su país, »es necesario tener en cuenta la diferencia enorme en el alcance de un plan de este tipo en la Argentina, donde hay casi cuarenta millones de habitantes y en Uruguay, donde somos 3.450.000».De todas formas, destacó que »es fundamental que desde el comienzo de cualquier programa se incluya una alta participación de los actores sociales clave para estos proyectos, como son los docentes, los directivos y las familias de los alumnos; en ese orden», dijo Yarzábal, ex presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) de Uruguay (2005-2010) y actual asesor del presidente de ese país, José Mujica.También señaló la importancia de »buscar que no quede nadie excluido del programa» y para esto, dijo, se debe poner atención no sólo en la dimensión educativa, sino también en la tecnológica y social. »Nosotros hemos comprobado que si no hay exclusión, no hay tentación de robar. Es decir que si cada niño es propietario de su computadora no ve la necesidad de robar la de su compañero», dijo.También en las plazasEl Plan Ceibal comenzó con una experiencia piloto durante 2007, durante la presidencia de Tabaré Vázquez, y fue continuado por Mujica. En 2008 se extendió al interior de Uruguay y, el año pasado, llegó a Montevideo y Canelones. En dos años se distribuyeron casi 400.000 laptops y se conectó Internet en todas las escuelas y muchas plazas públicas. »Como resultado de esta última medida las familias volvieron a las plazas y es notable ver a jóvenes y adultos reunidos allí, en torno de una computadora», dijo Yarzábal.Durante este año comenzaron a distribuirse las computadoras portátiles a los alumnos del nivel medio. Según una evaluación del Plan Ceibal, uno de los impactos que provocó el uso constante de las netbooks fue la reducción del ausentismo de los estudiantes. Los docentes manifestaron además cierta dificultad en aplicar ese nuevo recurso a los programas de enseñanza. »Se las usa más para buscar información y planificar tareas que para el proceso mismo de aprendizaje», dijo el funcionario uruguayo. Y agregó: »Las funciones de escribir, memorizar y dibujar son menos frecuentes y disminuyen a medida que los alumnos avanzan en edad y formación».Con respecto a las computadoras que se están distribuyendo en la Argentina, Yarzábal advirtió que »corren el riesgo de quedar sin uso si no se asegura la formación del docente y la conectividad en las escuelas».Yarzábal afirmó que la formación docente no implica sólo la capacitación en el uso del netbook, sino conocer cómo integrarlas a la enseñanza y destacó que »para esto es urgente la formación de una comisión política de conducción con representantes de los técnicos y de los docentes». Contó que verificaron que la entrega de computadoras sin la conectividad era seguida del desinterés de los alumnos. »Esto nos pasó sobre todo en las escuelas rurales, donde llegaron las netbooks antes que la conectividad y nos costó más motivar a los alumnos», dijo.Yarzábal recordó también el dato de que, a dos años de haberse implementado el programa, el treinta por ciento de las computadoras estaban fuera de servicio por roturas o fallas de funcionamiento.»Este fenómeno se ha sostenido o agravado con el paso del tiempo», dijo el funcionario, que consideró »fundamental la planificación de un sistema que asegure la detección de los aparatos que estén funcionando mal, su traslado a un lugar donde sean reparados y su devolución a la escuela». De ahí que se juzgue »urgente» la conformación de la comisión de seguimiento del programa »por un equipo de profesionales y técnicos altamente calificados».