Valentín García Yebra, Premio Castilla y León de Humanidades
El jurado destacó «la labor de gran humanista y traductor» del leonés, miembro de la Real Academia Española y Premio Miguel Delibes de periodismo.«No sé todavía muy bien ni porqué me lo han dado», afirmaba pocas horas después Valentín García Yebra. El filólogo había conocido la noticia por una llamada de la consejera de Cultura María José Salgueiro y aseguraba que el jurado había «exagerado un poco» cuando utilizaba para describírle frases como «un auténtico maestro reconocido en todo el mundo».La traducción ha sido uno de los puntos más importantes de su trabajo, una pasión que nació en el colegio, cuando aprendió latín y francés. «Desde chico me gustaba hacer traducciones porque me solían salir bastante bien», recordó «y cuando a uno le salen las cosas bien y le ponen una buena nota... eso anima a continuar». Como catedrático de griego, García Yebra ve mal el arrinconamiento que las lenguas clásicas sufren en los actuales planes de estudios ya que según explicó «el español, como las demás lenguas románicas, vienen del latín y la cultura latina es la base de la nuestra».Defensor del español, el filólogo no cree que la lengua corra peligro con la 'impureza' del lenguaje actual, «eso de la pureza de la lengua es algo muy relativo», afirmó. «Si nos ponemos en una actitud completamente estricta tenemos que decir que todo el español, que todo el francés, italiano y portugués son resultados de la impureza de la manera de hablar latín, que fue transformándose en las lenguas románicas» aseguró, «por lo que no veo nada peyorativo en esa transformación». Respecto a la expansión del idioma, García Yebra asegura que este hecho se produce «más por Hispanoamérica que por España», concreta. «En Estados Unidos hay casi tantos hablantes de español como en España, de manera que nuestra lengua tiene una gran proyección en todo el mundo». Aunque García Yebra aclara que el dinamismo del español viene dado «más como lengua hablada que como escrita, porque interesa más para poder comunicarse con tantos millones de hablantes que para leer lo que se produce en español». «Muy inteligente»El filólogo lamentó la desaparición de su compañero en la Real Academia, Antonio Colino. «Solíamos estar en asientos juntos en la academia», recordó. «Era un hombre muy inteligente y muy modesto. A veces me pedía que le dijera yo algo. Y le decía 'dilo tú, que lo has pensado', yo lamentaba que no hablara porque tenía muchas cosas y muy buenas que decir, porque era un hombre muy inteligente», añadió apenado.