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Voces americanas para renovar el
español

28/10/2010

PúblicoLa RAE presenta el primer Diccionario de americanismos, un volumen con más de 70.000 términos, que adelanta la política panhispánica de la Academia para los próximos años: menos localismos españoles y más palabras foráneas.Menos trancar (cerrar con llave, en León) y más guayabo (resaca, en Colombia). O lo que es lo mismo: los localismos españoles tendrán menos presencia en el nuevo Diccionario de la lengua española (DRAE), cuya publicación está prevista para 2012 o 2013, en beneficio de los americanismos, aquellos términos que se utilizan en la comunidad de hispanohablantes de América. Adiós a vocablos propios de Asturias o Salamanca, por ejemplo, y bienvenidos términos como bocafloja (en México, persona indiscreta).Víctor García de la Concha, presidente de la Real Academia de la Lengua Española, confirmó ayer esta línea de trabajo de la RAE durante la presentación del primer Diccionario de americanismos (Santillana). «Hay que tender hacia el equilibrio. Ahora tenemos muchos términos salmantinos porque un canónigo de allí llamado Lamano publicó un diccionario y la Academia incluyó muchas de las voces que allí aparecían. Hay que rebajar estos localismos e incrementar los americanismos en pos de un español universal», explicó a Público.El aumento de los vocablos procedentes de América en el Diccionario de la lengua española, en el que trabajan las veintidós academias del ámbito hispanohablante, no significará, sin embargo, que los términos locales desaparezcan del léxico español. «Nada se pierde en esta casa. Cuando un término sale del DRAE entra en el Diccionario histórico. Y, además, ninguna palabra que tenga un uso frecuente saldrá del DRAE», aclaró García de la Concha.Un español universalEl impulso del panhispanismo términos y reglas globales para el español está detrás de la filosofía de las veintidós academias. De ahí que ayer todos los académicos estuvieran exultantes con el primer Diccionario de americanismos. El volumen, que tras diez años de trabajo tenía que haber sido presentado en el V Congreso Internacional de la Lengua Española de Valparaíso (Chile), suspendido por el terremoto que asoló el país el pasado 28 de febrero, consta de casi 2.400 páginas, más de 70.000 entradas y más de 120.000 acepciones. Todas son propias de América Latina y los hispanohablantes de Estados Unidos. Y son actuales: se han usado durante los últimos 50 años. Se han desestimado aquellas que, aunque su procedencia sea americana, ya están integradas en el español de España, como cacao, chocolate o tomate.Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), y director del proyecto de este diccionario, recordó que, en la actualidad, «el 80% de nuestro vocabulario se compone de términos comunes, como sol, cama, comer. Pero, aunque las diferencias sean sutiles, existen». García de la Concha insistió en que hay muchos términos que, «siendo de uso común, tienen en la región de América un significado distinto del que poseen en el español».El diccionario descubre así la riqueza de un idioma en el que la palabra libro significa novio en Nicaragua. O cómo, si afincarse en Puerto Rico es «pegarse mucho una pareja de bailadores», en Cuba sería «propinar golpes» y en el lenguaje juvenil de Nicaragua, «besar una persona a alguien». De este mismo país también procede la expresión estar como la nariz del perro, que significa tener frío.Un buque es un plato de comida grande en Cuba, y en Puerto Rico cuando alguien janguea no hace otra cosa que salir a divertirse (del verbo inglés to hang out). Los términos procedentes de voces anglosajonas tienen una fuerte presencia. Es el caso de estar in, faulear (agraviar, en Perú) y kíler (asesino). En este sentido, el presidente de la Academia de México, José G. Moreno de Alba, manifestó que «este diccionario ayuda a dar dignidad al español en Estados Unidos. Es más, el español está enriqueciendo el inglés». Hoy en día, el español es la segunda lengua más hablada en este país y para 2050 está previsto que sea la primera.Quechua y náhuatlEl volumen también muestra la influencia de lenguas como el quechua y el náhuatl. Un guachipichai en Ecuador es una fiesta. Por otra parte, si en Bolivia una persona se pone nerviosa está katatir, mientras que si es un niño de entre tres y ocho años se le llama llocalla.«La riqueza del diccionario es considerable. Por ejemplo, en náhuatl, el término tomate aludía a diferentes frutos. Uno de estos era el jitomate. México es el único país que ha mantenido este vocablo, mientras que en el resto ha derivado hacia la común tomate», explicó desde México José Moreno de Alba. También se elogió la presencia de champurrada, un bizcocho pequeño muy típico de Guatemala.Las veintidós academias no han establecido un escalafón de las palabras que aporta cada país. Aquellos que tengan más actividades agrícolas o comerciales son los que más términos suman. En cualquier caso, Humberto López Morales manifestó que la diferencia entre uno y otro «no supera los 5.000 términos».El diccionario lleva ya unos meses a la venta en varios países de América Latina y en Estados Unidos. Con una tirada de 20.000 ejemplares incluida España, el recorrido del libro está siendo, según los académicos, bastante «gratificante». «En Estados Unidos les ha conmovido mucho que se incluya un término como watchman, que significa vigilante», argumentó Piña-Rosales. En el volumen aparece además con la grafía guachimán.La filosofía del panhispanismo está detrás de este diccionario y del próximo DRAE. Por eso, García de la Concha insistió en que «no hay un español mejor del mundo. Depende de gustos. En realidad, todos hablan el mejor español del mundo».