Vyvyan Evans: "Los emojis llegaron para quedarse"
¿Qué sería de nuestras conversaciones sin ellos? Ya tienen película, día del año y hasta enciclopedia. Los emojis, ese conjunto de pictogramas popularizado a través de servicios de mensajería y redes sociales, dejaron de ser un fenómeno llamativo para convertirse en una herramienta cotidiana. “Llegaron para quedarse”, considera el lingüista británico Vyvyan Evans, quien se dedicó recientemente a analizar este sistema desde una perspectiva de la comunicación.
La lingüística detrás de las caras felices y los gatos asustadizos, el libro de Evans, editado en Estados Unidos, repasa la historia de estos signos y analiza el modo en el que expanden el potencial de los seres humanos. “En términos de comunicación no verbal, es algo que es tan antiguo como la propia comunicación. Muchos de los sentidos emocionales, expresiones que intervienen cuando hablamos con gente, no vienen del lenguaje sino de elementos no verbales”, recuerda el experto.
El tono de voz, los gestos y el lenguaje corporal, siempre presentes en la charla cara a cara, quedaron desplazados cuando el texto empezó a dominar los medios digitales. En 1999 aparecieron estas pequeñas imágenes parecidas a infografías que representaban expresiones faciales o elementos de la naturaleza. Hacia 2011 ya eran un fenómeno mundial.
Sin embargo, hay muchas diferencias con el lenguaje y, sobre todo, muchas restricciones. En principio, el lingüista subraya una distinción central, mientras que la cantidad de emojis está regulada. Las imágenes que pueden ser utilizadas están limitadas y definidas por el consorcio Unicode, compuesto por las principales empresas tecnológicas y encargado de coordinar la codificación de caracteres. Allí se decide cuáles ingresarán al código y cuáles cambiarán. El ejemplo más claro es el del revólver, que fue reemplazado por una inofensiva pistola de agua luego de que en Nueva York un adolescente fuese arrestado al publicar en Facebook este emoji apuntando contra un agente de policía y las mismas fuerzas de seguridad lo entendieran como una amenaza. Además, hay prescripciones establecidas que restringen lo que puede convertirse en emoji (no puede haber marcas ni personas, vivas o muertas, entre otras).
“La comunicación visual es muy importante para nosotros como especie”, afirma Evans. El experto se apoya en una serie de datos para esa conclusión: dos tercios de la actividad neuronal del cerebro están relacionados con la vista y el 40% de las fibras nerviosas del órgano están conectadas de algún modo a la retina. “La información visual es muy poderosa para nosotros, la procesamos muy rápidamente. En algunos casos, más veloz que el lenguaje”, insiste.
Por eso, para él, estos signos no sólo llenan el hueco de una interacción cara a cara ausente, sino que tienen una capacidad de comunicación muy poderosa. “Si se los restringe, se vuelve más difícil para la gente expresarse y hablar sobre sus ideas”, considera.
Por ese motivo, el experto no sólo cree que los emojis “definitivamente llegaron para quedarse”, sino que avizora cambios que mejorarán esta herramienta. En el corto plazo, lo más probable es que aparezcan los emojis dinámicos y que las empresas desarrollen imágenes que puedan representar el humor de una persona mientras está escribiendo, casi como en modo predictivo. Eso sí, una cosa es segura para el experto: “En la próxima década, este espacio evolucionará de manera rápida”.