Ahora la tarea es reconstruir Haití
desde sus cimientos
Carlos CastilhoLos periodistas que han cubierto catástrofes saben perfectamente que las dificultades son tantas que para un reportero es difícil mantener viva su capacidad de comprender los dramas humanos que ocurren a su alrededor. Es uno de los gajes del oficio. Pero para compensar esta pérdida de sensibilidad existen los editores, que están más distantes del caos y pueden percibir aquello que escapó al reportero.La cobertura del terremoto de Haití por parte de la prensa brasileña ha resultado hasta ahora burocrática, porque los editores se preocuparon más de las peripecias de los corresponsales para llegar a Puerto Príncipe que con el drama real que estaba ocurriendo bajo los escombros de la capital haitiana. Acostumbrados a esperar lágrimas de los sobrevivientes, los editores del Jornal Nacional no lograron ver las actitudes de estoicismo de los habitantes de aquel país, donde esperar lo peor parece estar convirtiéndose en un destino inexorable.Pocas veces una tragedia fue percibida tan rápidamente por la opinión pública mundial y logró trasnmitir una carga emocional tan grande para los brasileños. Lo que nos conmovió no fue sólo la muerte de Zilda Arns y de los catorce militares brasileños, sino el hecho de que, aun sin mucha información, nos dimos cuenta de que la catástrofe volvió a golpear a un país que todavía se esforzaba por recuperarse del caos político, después de la crisis de ingobernabilidad de 2004. La tragedia haitiana es tan grande que sólo nos queda respetar el sufrimiento de este pueblo y homenajear su resistencia, proponiendo un plan de recuperación del país que va mucho, pero mucho más allá del mero asistencialismo y del show de solidaridad formal. El calvario haitiano merece que el resto del mundo cumpla una tarea que no se hace desde el final de la II Guerra Mundial: reconstruir un país desde sus cimientos.