El español gana terreno
La Raza«Necesito practicar mi español». Así, aunque marcando un fuerte acento anglosajón, pero haciendo el intento de contestar en castellano, Christina Sawson respondió a la pregunta de por qué desde que estaba en la universidad quiso ir a España.Ahora que ya está licenciada en ciencias políticas, esta joven de ascendencia asiática viajó ayer a Madrid para pasar un curso completo donde trabajará en una escuela como maestra ayudante de inglés a cambio de enriquecerse del idioma que siempre deseó aprender.«En Los Ángeles hay muchas personas que hablan español y saberlo bien es una ventaja valorada no sólo para conseguir trabajo sino para tener una experiencia rica en otra cultura», aseguró.Cada vez son más los jóvenes anglosajones y asiáticos de Los Ángeles, como Christina, los que quieren aprender o perfeccionar el español confiados de que eso les ayudará a abrirse las puertas en el mercado laboral. Un programa de intercambio de profesores auxiliares patrocinado por el consulado de España en Los Ángeles ha pasado de tener 50 interesados en 2005 a casi 2,000 en este año para ir a practicar el idioma en el país europeo.Y es que en el campo de la enseñanza, a pesar de los recortes, los expertos auguran que en un futuro no muy lejano se necesitarán suplir más posiciones en las escuelas donde el personal esté capacitado para hablar fluidamente tanto en inglés como en español.En el lapso de una década, el número de estudiantes que aprenden el inglés ha pasado de 3.4 millones a 5.3 millones en Estados Unidos. Mientras que el crecimiento demográfico escolar ha subido entorno al 10.7% desde 1997, el de quienes no dominan el idioma lo ha hecho superando el 53% según datos del Centro Nacional para la Adquisición del Inglés (NCELA).«Tienen que hablar un español correcto», apuntó Pumilia, quien dice fijarse mucho en los errores gramaticales en las cartas de presentación. Las entrevistas de trabajo, además de inglés, en su escuela también se hacen en español.«Yo siempre miro a un candidato bilingüe antes que uno monolingüe. Cuando hay vacantes, siempre hay un certificado bilingüe adjunto al nombre del candidato», agregó Pumilia.Su escuela es otra de las consideradas como Academia Internacional del Español. «Muchas compañías invierten miles de horas de entrenamiento para enseñar a sus trabajadores otra lengua. Nosotros preparamos a los estudiantes desde el primer momento», indicó.Jimmy Hong, de ascendencia vietnamita, regresó hace poco de España tras participar en el programa de intercambio. Pasó un curso en Cáceres y quiere volver a repetir la experiencia. Está pensando en irse allí a realizar un Máster.«Para mí es importante hablar español porque mucha gente en California lo hace», dijo Hong. «Cuando estudie en San Diego vi que muchas familias eran el único idioma que sabían y necesitaban ayuda. Y ahora que lo trato de practicar con mis amigos, el padre de alguno de ellos me dice… ‘wow, hablas español y no eres hispano, eres asiático'. Eso me hace sentir bien y creo que me dará más oportunidades para encontrar un trabajo».Para Alejandro Lee, profesor de español en la Universidad Central de Washington, uno de los mayores retos en la actualidad es que «los niños mantengan el español» cuando sus padres lo hablan en casa porque «para el tercer grado ya lo han perdido y dominan más el inglés».«Por eso lo que tratamos de hacer es mantener el español como primer idioma, para que no tengan que sufrir después en la secundaria o en la universidad», agregó quien después de estudiar francés, chino, portugués e italiano se decantó por el castellano porque era el que más posibilidades profesionales le ofrecía en Estados Unidos.Y es que tanto ha crecido la demanda de los universitarios y recién egresados que quieren ir a España a perfeccionar el idioma que el mismo consulado llega a verse en apuros.«Uno de los requisitos es que tienes que regresar a Estados Unidos, pero muchos no lo quieren hacer hasta que les explicamos que cuando se les acabe la visa de estudiante se quedan allí indocumentados», dijo Pérez. «Y otros quieren volver por más tiempo, pero si les permitimos ir por tres o cuatro años no le damos la oportunidad de tener esa experiencia a los otros 3.000 que tenemos esperando».