Los nombres de las cosas (nuevas)
En un simposio internacional se discutieron y analizaron las últimas noticias del mundo de la terminología: una disciplina que acompaña los avances de todas las ciencias con vocabulario inédito.
La terminología configura un universo paralelo al de la lexicografía, actividad que resulta familiar incluso para el promedio de quienes no nos dedicamos a las ciencias del lenguaje. La diferencia entre lexicografía y terminología es que la primera estudia las palabras de uso común en la lengua, mientras que la segunda se dedica al estudio de los términos especializados.
Desde 1988 y cada dos años, los integrantes de RITerm, la Red Iberoamericana de Terminología, se reúnen en un simposio. La semana pasada se realizó en Buenos Aires, organizado juntamente con el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CTPCBA). Allí se presentaron más de ochenta ponencias que reflejaron necesidades y desafíos en el ámbito de la terminología hispana y portuguesa.
La Red ha tenido un crecimiento sistemático en miembros, producción e intercambio, y no podría ser de otra manera porque el desarrollo del campo de la terminología avanza a la par del desarrollo de los campos científico y tecnológico. En efecto, el trabajo del terminólogo es esencial para preservar la precisión y la concisión en la comunicación entre especialistas, requisito sine qua non para la evolución de las ciencias y las tecnologías. Típicamente, la tarea práctica de un terminólogo es identificar las unidades terminológicas de textos especializados, definirlas, ubicarlas en el «mapa conceptual» de la disciplina a la que el término pertenece, encontrar sinónimos y antónimos en la misma lengua y equivalentes en lenguas distintas. Con ese conocimiento se elaboran diccionarios terminológicos, tesauros, taxonomías y una serie de recursos que serán una ayuda fundamental para distintos profesionales, sobre todo del mundo científico, de la industria y el desarrollo tecnológico, traductores de literatura especializada, docentes y periodistas.
En la tarea de confirmar a la terminología en su papel de mediadora cultural, el encuentro se organizó en ocho ejes temáticos (entre ellos, traducción especializada, comunicación y análisis del discurso, identidad cultural, transferencia del conocimiento) y presentó una gran diversidad de enfoques y estudios de caso que pueden presentarse en cualquier sociedad. Por ejemplo, la ponencia «Terminología y la relación médico paciente» de la mexicana Ana María Cardero García, surgió de la observación de los problemas de comunicación en el diagnóstico de enfermedades raras. El colombiano José Manuel Morales mostró la representación terminológica de la violencia en los medios de su país, y cómo llevan la marca de intereses políticos, económicos e ideológicos previos. El uso de metáforas —tan ligado en el imaginario común a la poesía y tan poco a las ciencias—, no fue ajeno al encuentro: varios trabajos dieron cuenta de su cualidad conceptual y no meramente «ornamental», se las emplee en economía, en genética molecular o en informática, y de la necesidad de avanzar en su reconocimiento y estudio, en especial para el trabajo de traducción.
La terminología es un ámbito de enorme dinamismo que en las últimas décadas fue abordado desde la teoría lingüística, asumiéndoselo como un fenómeno más de la lengua. Bajo ese enfoque, las palabras especializadas tienen en el texto un comportamiento y unas propiedades que las distinguen del resto del vocabulario de la lengua general, y tales diferencias pueden ser estudiadas con la ayuda de técnicas apropiadas, lo que en cierta forma convierte a la teoría de la terminología en una ciencia exacta en sí misma, en contraste con el resto de las disciplinas que comúnmente enmarcamos en la categoría de conocimiento humanístico.
La catalana Teresa Cabré es una de las especialistas más importantes a nivel mundial en la materia, y desde hace quince años dirige un grupo de investigadores, muchos de ellos también de renombre internacional, en el Instituto de Lingüística Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona. Además de abrir el Simposio, dio un taller sobre el uso del software Terminus: un «pack» online que habilita la exploración de corpus de textos, la gestión de glosarios y bases de datos, la edición de diccionarios y la articulación de equipos de trabajo en torno a un mismo proyecto de investigación. ¿Terminarán estandarizándose los términos, en un mundo en que el desarrollo tecnológico tiene un puñado de grandes dueños? Cabré confía en que la existencia de redes como RITerm, además de contribuir a la cooperación en creación de terminología, no renuncie a alentar la especificidad ante la «fuerza unificadora de las potencias económica y culturalmente dominantes». Para ella, «renunciar a las lenguas propias y adoptar una lengua única para la ciencia, la técnica y las actividades económicas implicaría renunciar al derecho de las comunidades de mantener sus lenguas plenamente actualizadas.» El futuro dirá.