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Sobre reformas y academias

15/11/2010

La discusión surgió en Twittter, red social en la que a veces se plantean problemas interesantes. Esta polémica se inició con quejas sobre la Real Academia Española (RAE), a la que se acusó de dificultar el uso de la lengua, con motivo de las últimas reformas a la ortografía y a la gramática. Entonces recordé al foro que hay una «Academia de la Lengua» y no una «lengua de la Academia», lo que no es un retruécano inútil, sino que sostenemos que la institución jurídica debe seguir al hecho real del idioma y no a la inversa, porque esto último finalmente es imposible.Con ligereza se suele decir que la existencia de la Academia de la Lengua es necesaria para que continuemos entendiéndonos entre hispanohablantes, porque de no existir esta «autoridad», cada región o cada persona haría su propia lengua. Entonces nos preguntamos por qué el inglés, una lengua en permanente expansión, tanto que ha llegado a ser la lingua franca de toda la humanidad, no ha tenido necesidad de una academia que garantice su inteligibilidad para experimentar semejante vigor. Existen algunas organizaciones, universidades e, incluso, empresas cuyos textos y diccionarios se usan como referencia para el uso de esa lengua anglosajona, pero sus criterios son eso, referencias y no dictámenes obligatorios como pretenden serlo los úcases de la RAE.Añadamos la curiosa circunstancia de que no existe ninguna ley en Estados Unidos que establezca al inglés como lengua oficial y ese país es el culpable de la feroz penetración de ese idioma en todo el orbe… y tampoco en el Reino Unido, a lo que los twitteros acotaron que en este país no existe una constitución escrita y jamás ha amenazado con disgregarse, a pesar de su turbulenta historia. Los dos hechos no son aislados. En cambio, detrás de la actitud de la RAE hay una patología latina en general, pero acentuada en los países ibéricos y más todavía en Hispano América, de tratar de arreglar el mundo mediante leyes.