La expresión "violencia de género" sigue chirriando en español
Juan SalgadoEl Correo GallegoLa conmemoración, el próximo día 25 de noviembre, del Día Internacional contra la Violencia Doméstica por razón de sexo puede ser una ocasión oportuna para recordar la denominación que conviene dar a este tipo de violencia, de modo que en su propio enunciado responda a lo que realmente se pretende comunicar, se haga con el más escrupuloso respeto por el certero uso del lenguaje y, como consecuencia lógica, sea percibido por el lector en todo su significado, que no otra cosa debe pretender el adecuado uso de una lengua.El debate no es nuevo. Hace ya unos pocos años que adquirió especial virulencia desde las páginas del diario madrileño El País cuando la entonces diputada socialista Cristina Alberdi defendía la expresión Violencia de género, que provocó dos documentadas réplicas del defensor del lector del periódico, Camilo Valdecantos, oponiéndose a esa denominación por entender que “chirría en español”. En amparo de Valdecantos se manifestaron también Joaquín Moya -“de lo que se está hablando realmente es de violencia sexista”-, Álex Grijelmo -“convendría a quienes defienden la expresión violencia de género leer a los expertos que han apoyado las tesis feministas sin desconocer por ello las leyes democráticas de la gramática ni la historia de la lengua”- o Vicente Molina Foix -“no sólo la fealdad intrínseca de dicha expresión, sino el simplón razonamiento que la diputada argüía...”-.Otras destacadas autoridades académicas también mediaron en la polémica. Tal, Rodríguez Adrados -“ la violencia la ejercen las personas y no entidades gramaticales”-, o Lázaro Carreter -“La solución, inmediatamente aceptada por algunos siervos de la lengua inglesa, satisfará, tal vez, a quienes tienen que vivir en tal contrariedad, y sería aceptable sino hiriera el sentimiento lingüístico castellano (y catalán, portugués, italiano, francés, etc.), donde se diferencian muy bien cosas tan distintas como son género y sexo... Hablar de violencia de género parece demasiada sumisión a los dictados de la ONU, autora de tantos desmanes lingüísticos”-.Los años transcurridos no parecen haber aportado excesiva luz sobre una polémica que continúa sin resolverse a día de hoy y sobre la que ni el propio Ejecutivo español ha tenido a bien tomar en valor el siempre docto criterio de la Real Academia Española (RAE), al estimar como más idónea para el enunciado de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género la expresión acordada por la ONU en Pekín en 1995.Sin embargo, cuantos testimonios de autoridad ha podido consultar este defensor, todos ellos se inclinan por el uso de otras alternativas al sintagma de la violencia de género.Es sabido que el idioma lo construyen día a día los ciudadanos, según sus particulares entender y voluntad. Pero, al menos desde el periodismo, sería bueno no abonar el siempre fecundo campo de la simplicidad a través de la exigencia de un mayor esfuerzo intelectual y de respeto en el uso del lenguaje.Sintonía con el parecer de la AcademiaNada dice el libro de estilo de este periódico en relación con la denominación que debe aplicarse a esta violencia, razón por la que conviene acudir al más docto parecer de la RAE, que en el informe antes citado aconsejaba al Gobierno sustituir violencia de género por violencia doméstica -o por razón de sexo- en coherencia con el más cuidado lenguaje de la propia Constitución, que en su artículo 14 habla de la no discriminación “por razón de nacimiento, raza, sexo...”.En sintonía con ese parecer se redactaron también los manuales de estilo de los más prestigiosos medios de comunicación españoles, desde El País a la Agencia Efe, desde el Grupo Vocentoa La Vanguardia, y así lo aconseja también la Fundación del Español Urgente (Fundéu) de tanta utilidad para los periodistas, a pesar de su todavía corta vida.