El arte de escribir historias para niños
Griselda Gambarowww.clarin.com.arCon la historia de Pepino ("El caballo que no sabía relinchar") seguramente más de un adulto se habrá sentido identificado. Es que los textos para niños y adolescentes de Griselda Gambaro, consagrada escritora y dramaturga, son escritos "desde el recuerdo de la infancia". La autora nació en 1928 y se crió en Barracas, "muy cerca de La Boca", en una familia donde las historias familiares de los viajes para llegar a la Argentina y la patria lejana eran parte de la vida cotidiana pero sin "la intención de 'contar un cuento' como sucede ahora", dice. Esas historias familiares quedaron registradas en "El mar que nos trajo".Así explica que en su caso en particular la transición desde los textos para adultos hacia la literatura infantil se haya dado sin ponerse "en el papel de adulto y con toda la carga de dramatismo que tiene el adulto", dice. Su primer texto para chicos apareció en 1976 en Ediciones de la Flor y se llamó "La cola mágica". Después, entre la narrativa adulta se comenzaron a colar volúmenes como "La bolita azul", "A nadar con María Inés", "El caballo que no sabía relinchar", "El caballo que tenía un sueño".Para Juan Sasturain, otro escritor de "dos mundos" para nada irreconciliables, hay una cuestión innegociable a la hora de escribir, tanto para chicos como para grandes: "No hay diferencias en el rigor del tratamiento del lenguaje". Periodista y autor del reeditado "Manual de perdedores", padre del antihéroe-héroe Perramus, Sasturain insiste: "Hay una relación de respeto con el lenguaje y las variables de edades son secundarias, una segunda instancia".A punto de publicar "Las galochas", un libro para chicos, Sasturain es un cultor del manejo de la palabra como principal marca de calidad, algo que está más allá "de la subestimación que puede existir en los registros y los contextos de la literatura infanto-juvenil", concluye el autor de "Parecido S.A." o "Los dedos de Walt Disney".