En algunos casos, personas ilustres, que no son de menos, confunden los gentilicios con los apodos colectivos. Como principio metodológico, establezcamos que los apodos colectivos no se han incluido, como categoría denominativa, en las clasificaciones de los nombres, propios o comunes, ni en las formas adjetivas en la gramática española. Pero en cierta ocasión don Gregorio Salvador me brindó en Madrid una brillante y completa explicación del asunto, que me sirvió de base para este trabajo.
Veamos aquí algunos criterios y una breve cita a los "apodos colectivos" en Centro América.
- Los gentilicios "designan características geográficas, étnicas, políticas y religiosas" anota la Gramática Descriptiva.
- Los gentilicios son palabras derivadas en las que participan la raíz con el nombre del lugar y el componente morfológico, de diferente composición, que indica pertenencia a un lugar. Los estudios morfológicos establecen una cantidad respetable de morfemas utilizados en lengua española, muchos de los cuales son de uso corriente en Nicaragua. Incluido el -ense de origen directamente latino, usado para nuestro gentilicio nacional: nicaragüense.
- Cuando me refiero a la existencia o no de un gentilicio, me refiero al uso que le da corrientemente la gente y no a las pretensiones de profesores de gramática que, con afán normativo, inventan gentilicios donde no los hay.
- Los apodos, de acuerdo también con la Gramática Descriptiva son "nombres que indican una nota particular en un individuo", nosotros agregamos, además "grupo de individuos", que puede ser más o menos numeroso, por ejemplo: tan grande como yanki o gringo para referirnos a los norteamericanos o estadounidenses. Igualmente reducido para los abundantes apodos familiares que se usan en Nicaragua y que con frecuencia se explican por el abuelo, o bisabuelo, que fue quien tuvo esa "nota particular" que originó el apodo.
- Los apodos puede ser cariñosos, ofensivos, despectivos, pero siempre se originan a partir de rasgos particulares. En algunos casos se los cargan los vecinos del otro lado de la frontera y en otros se los cargan los mismos que los llevan. Y que no tiene el aspecto morfológico requerido para que gramaticalmente conformen las reglas establecidas para que se integre un gentilicio.
- El Diccionario de la Academia, que en algunos casos trae complicaciones con la doctrina, en este caso define gentilicio en dos acepciones:
- Adjetivo. Perteneciente a las gentes o naciones.
- Relativo al linaje familiar
- El Diccionario de la Academia igualmente define apodo como algo perteneciente a cualidades o defectos personales.
- Los pobladores de cada país centroamericano tienen su propio apodo que los involucra por la nacionalidad, casi por el sentido clánico que tienen los habitantes de Centro América.
A estos apodos, dicho con la intencionalidad de señalar defectos o virtudes, llamamos "apodos colectivos".
Para los guatemaltecos, en la época colonial existió el apodo de chapín, posiblemente se debió a la relación con la capital del Reino de la Capitanía General de Guatemala. Chapín se le llamaba a un tipo de zapato usado por españoles semejantes a los zuecos; era de corcho y provocaba una forma peculiar de caminar. Los naturales centroamericanos asociaron este forma a los que se llenaban de niguas, que también adquirían un modo peculiar para caminar y que se les llamaba, posiblemente por asociación figurativa, chapines. El vocablo chapín hasta muy entrado el siglo XX, tenían connotación despectiva en el resto de Centro América.
Al resto de los centroamericanos los de la Capital de la Capitanía general, es decir los habitantes de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, les llamaban guanacos, pero con el tiempo este apodo quedó en desuso y quedó exclusivo para los salvadoreños, quienes también se llaman a sí mismo cuzcatlecos, por el noble origen del vocablo. El vocablo guanaco, casi en desuso, tenía connotación de tonto, o tonto circunstancial, aunque no se usa con ese sentido para referirse a los salvadoreños actuales.
Para los hondureños se usa el de catrachos el cual viene del siglo XIX, de las tropas de Florencio Xatruch. Al regreso de Nicaragua, los soldados hondureños orgullosos vencedores, como parte del ejército centroamericano, contra William Walker, se decían entre sí, Xatruches, pero la velar sonora /x/, se hizo sorda y se convirtió en /katruches/ y de allí que, la tendencia al uso del masculino, los hizo catrachos. Posiblemente son los únicos que guardan orgullosos su apodo.
A los nicaragüenses en Honduras, El Salvador y Guatemala, les llaman mucos, por la falta de pronunciación de la /s/ al final de sílaba (sibilante en situación implosiva). En Costa Rica nos llaman simplemente nicas, lo cual, aunque sea un apócope de nicaragüense, no deja de ser un apodo, pues no cumple con las reglas del gentilicio. En el aeropuerto de la ciudad de México escuché el curioso nicos, para referirse al nicaragüense de sexo masculino. Al nicaragüense le gusta llamarse pinolero, por ser el pinol, nuestro bebida ancestral y preferida, que nos da cierto sentido de identidad. En algunos sectores de los otros países centroamericanos también lo usan como apodo para el nicaragüense. Principalmente en las justas deportivas. Un apodo que, al parecer está quedando un tanto rezagado, es chocho, debido a nuestra constante zafada exclamativa, dentro de esa sabrosura que es el habla nicaragüense.
Para los costarricenses existe el tico, el cual viene de la redundancia en el uso de diminutivos. Formas que van un poco más allá, es decir, los diminuto los hacen más "pequeños" todavía. De chiquito, chiquitico y así por el estilo. La otra forma de llamar a los costarricenses, también ligada al diminutivo es el popular