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La corrección de textos no debe quedar en manos de máquinas

18/04/2008

Julio Alonso<>Los Angeles Daily Journal ha suprimido de un plumazo su sección de edición, encargada —de acuerdo con el sistema norteamericano— de revisar los textos y redactar los titulares. Según ha explicado el director del periódico, Martin Berg, por razones económicas.En enero, el Morning Call, diario de Allentown (Pensilvania), anunciaba que iba a instalar un sofisticado sistema que permitirá verificar la ortografía, el estilo y el uso de las palabras, la partición silábica y hasta algunos aspectos gramaticales. Y, consecuentemente, que reducirá su plantilla de editores.Cito sólo estos dos ejemplos, aunque hay más, para mencionar una tendencia, peligrosísima, que amenaza al periodismo: creer que la elaboración de los diarios responde a los esquemas de una cadena de producción industrial. Es peligrosa, a mi modo de ver, porque las más de las veces se trata de recortes presupuestarios puros y duros presentados como mejoras de procesos de producción, de optimización de recursos, algo que en la actual coyuntura económica suena muy bien al oído de cualquier empresario.Que se recurra a la tecnología para acelerar los procesos de revisión no me parece mal, todo lo contrario. Pero sí que se suprima toda intervención humana o que ésta se reduzca a niveles de ineficacia. Como ha escrito en su blog Lucas Grindley, "el ordenador no puede sustituir a todos los editores, ya que no puede comprender la historia ni cuestionarse los hechos".Es más, como plantea Peter Wilby, del Guardian, en su artículo 'Errors in omissions', no todo el mundo sirve para lo mismo, cada trabajo requiere sus habilidades, de manera que un brillante reportero no equivale a un brillante editor. Y añade: "La división del trabajo se ha considerado como dinamizadora del progreso económico en la medida que permite que cada uno de nosotros perfeccione un conjunto de talentos y habilidades".Para profundizar en el tema recomiendo la lectura del memorándum que a mediados de marzo dirigían a la redacción de The Washington Post el director ejecutivo del diario, Leonard Downie Jr., y el subdirector, Philip Bennett. Anunciaban cambios en la organización y presentación del primer cuadernillo; entre ellos, en edición, en donde se había detectado la intervención de 12 personas en un mismo original.La calidad tiene su coste.Divulgado por Infoeditexto