Sobre reyes, pasiones e idiomas
Santiago Esparza Celorrio (Osaka, Japón)Como los españoles, los suecos tienen una familia real de origen francés. Fue en 1818, cuando tras una casi década caracterizada por la división de poderes de Montesquieu, el mariscal Jean Baptiste Bernardotte fue coronado rey de Suecia con el nombre de Carlos XIV. La oleada francesa, que comenzó años antes, dejó su rastro en el idioma sueco: cientos de palabras como "entré", "entrecôte", "armé" o "chaufför" dan constancia de la influencia y son fácilmente comprensibles para nosotros los hispanohablantes. También se construyeron óperas, teatros y otros edificios de inspiración gala hasta tal punto que hoy en día lo francés es sinónimo de lujoso y refinado. Esto puede verse con claridad en los restaurantes.Incluso en el aprendizaje de idiomas, el francés sigue teniendo un distinguido protagonismo a pesar de haber perdido gran terreno frente al español. Si bien es cierto que nuestro idioma tiene fama de ser más fácil, algunos sienten el galo como más clásico, romántico e intelectual. Y para muchos suecos Francia es simplemente su pasión. Puede que no haya nada de particular en esto, puesto que se suele tener algún país del soleado mediterráneo como "favorito" y pasar allí buena parte del año. Grecia, Italia, Turquía, España... Francia se une a la lista con su costa azul, su vino y su campiña. Y, cómo no, sus espectaculares ciudades, su arte perenne y su universal París.