Congresistas estadounidenses estudian español
Los congresistas estadounidenses estudian español
Por Pedro Rodríguez, ABC
Parece que a los políticos de EE.UU. les ha quedado para septiembre una decisiva asignatura: la Lengua Española, y tienen que estudiar en verano para aprobarla. Claro está que el estímulo para estos congresistas federales no es leer el Quijote, sino cortejar el voto de los casi 39 millones de hispanos norteamericanos.
Siguiendo el ejemplo del presidente Bush y su limitado español «tex-mex», los parlamentarios republicanos son los que más están hincando los codos y se han organizado un curso intensivo de diez semanas bautizado como «Spanish in the Hill (Español en la Colina)», en referencia a la empinada sede del Poder Legislativo en Washington.
A pesar de que la política profesional en EE.UU. es un reto constante, aprender los rudimentos del español no se queda atrás en dificultad. Como reconocía hace poco el senador Sam Browndack, su acento es tan plano como las praderas que rodean su granja familiar en Kansas. En confesiones periodísticas, este republicano ha explicado que su pausado acento del medio-oeste no siempre logra conquistar «algunas de esas rápidas frases españolas».
Otros correligionarios, en jurisdicciones electorales de especial relevancia hispana como Texas, no han dudado en saltar el Río Grande y apuntarse a programas de inmersión lingüística en México. Todo vale con tal de conectar con un segmento de la población que, aunque tiende a votar por los demócratas, en términos electorales no forma un bloque monolítico, como la minoría negra. Y recuerdan el valioso 35 por ciento de votos hispanos que el presidente Bush logró durante las complicadas elecciones del 2000.
Como ha explicado el profesor Chris García, politólogo de la Universidad de Nuevo México, «el Partido Republicano ha sido durante bastante tiempo bastante homogéneo y blanco. Pero ahora se están dando cuenta que tienen que adaptarse a las circunstancias cambiantes del censo si quieren continuar en el poder. Los hispanos generalmente aprecian cualquier esfuerzo que muestre respeto hacia su cultura, y hablar español es una forma de honrarla. Pero los republicanos también van a tener que acometer acciones sostenidas dentro de su política».
Los demócratas, por supuesto, no se quedan atrás en estos esfuerzos lingüísticos. Pero, como es lógico dentro del feroz partidismo que impera en Washington, no comparten las mismas clases con sus colegas republicanos. Entre los precandidatos de la oposición para las presidenciales del año que viene, el senador John Kerry (Massachusetts) y el ex gobernador Howard Dean (Vermont) parecen ser los alumnos más aventajados en esta asignatura pendiente pese a sus impecables credenciales «yankees».