Copa del Mundo: Fiesta de las palabras
El triunfo en la Copa del Mundo:
la fiesta de las palabras
La luna de cuero en el sol naciente
Desde el 31 de mayo, nueve países iberoamericanos han escrito en Corea y Japón una nueva página en la historia de la Copa del Mundo de Fútbol a la hora de hacer realidad la palabra más repetida: sueño. Un sueño real, por el cambio de huso horario, y un sueño de una noche de verano para lograr el triunfo final y con él una redención que gambetea adversidades. El sueño iberoamericano de Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, España, México, Paraguay, Portugal y Uruguay ha hecho que en la primera fase del campeonato las palabras tomaran canchas, estadios y calles bajo el influjo de una conjunción de planetas, estrellas y lunas de cuero con alma de viento
Esta luna ha presentado en la cancha dos caras. El lado luminoso de destellos de plata para alumbrar y sonreír a Paraguay, México, España y Brasil. El lado oscuro de lágrimas y orfandad de gloria para despertar del sueño a Argentina, Costa Rica, Ecuador, Portugal y Uruguay
En el primer tramo del campeonato, llamaron la atención las actuaciones arbitrales; el talento en los pies de los futbolistas con las rabonas del costarricense Ronald Gómez, la cuauhteminha del mexicano Blanco, los remates en escorzo del brasileño Edmilson o el gol del uruguayo Darío Rodríguez y el impulso latino de cadencia y desesperación en los últimos encuentros disputados por combinados con opciones para llegar a la siguiente ronda. Pero no ha habido aportaciones lingüísticas derivadas de la técnica, la táctica o la estrategia del juego.
El corazón partido y sin aliento alcanzó su máxima expresión en Portugal y Argentina. Las evoluciones del campeonato pusieron letra al fado de la devaluación estrepitosa de la generación de oro, campeona mundial juvenil en 1989 y 1991.
Pero especialmente intenso fue el caso albiceleste y su corralito a la esperanza. La necesidad de dar una alegría a 37 millones de argentinos dio lugar a varios productos de gran calidad.
Primero, un himno unánime y jovial al son del estribillo “Tanta gloria, tanto fútbol desplegado por el mundo/ y en cada gol, la pasión y la emoción” con rugidos de tanto al fondo para hacer referencias al hambre de gloria, al taquito, a la gambeta y a losrecuerdos de la primera victoria entre banderas y lluvia de papel y de la segunda para proclamar el sueño de Maradona mientras las gargantas gritaban que Argentina es un sentimiento. Y segundo, dos anuncios publicitarios con el penalti como eje central:de una parte, el penal de la final, cuya transmisión televisada se interrumpe por un apagón de luz, pero que puede ser seguido por los aficionados gracias al clamor del grito de gol que invade las terrazas de los edificios; y de otra parte, la vivencia de un penalti contra Inglaterra, donde se detiene el tiempo y los jugadores de ambos combinados conversan con el balón para que entre o no en la portería.
El fracaso en esta lucha contra Inglaterra y Suecia, que terminó en una descarga de puñetazos de Bielsa contra el piso, generó afirmaciones en las crónicas de Olé, Clarín y La Nación y en los comentarios de Diego ArmandoMaradona susceptibles de figurar en un nuevo tango: “se clavaron las agujas en el corazón futbolístico de Argentina”, “se jugó nuestra suerte. No entró, no entró y no entró...”, “la derrota que pegó en el alma” o “el sueño terminó”.
En la grada próxima, la luna de cuero provocó llamativos resplandores y efectos mediante mareas de sentimientos crecientes, pasiones desbordadas y emociones sin fin.
Primero, creó una fiesta como descontrol que desea atrapar la magia del instante hasta envolver el patrimonio histórico con alegres palabras, eslóganes y cánticos para que las piedras oigan la euforia de los pueblos y las estatuas conozcan los nuevos logros de la historia popular. Las hinchadas besaron estatuas femeninas en la madrileña fuente de La Cibeles, tocaron el cielo con el mexicano Ángel de la Independencia y subieron a lo más alto siguiendo la flecha que marca El Obelisco bonaerense. Una locura sana que a veces generó actos vandálicos y daños a los monumentos pero también dio lugar a un improvisado carnaval en Río de Janeiro con el que dar rienda suelta a la alegría.
Segundo, provocó cambios en la productividad. En Brasil, los empleados empezaron a trabajar a mediodía, aumentó el negocio de los desayunos y se cambiaron las bebidas alcohólicas por el café al celebrarse los encuentros a las seis de la mañana. En España, muchos seguidores justificaron la ausencia en el trabajo con enfermedades imaginarias. Se concedió permiso especial a los escolares para ver los partidos en Ecuador. Bares, cafés, cantinas, restaurantes y plazas de todos los países iberoamericanos se llenaron de pantallas gigantes de televisión para hacer sentir el aliento al lado de la línea de banda.
Tercero, la luna procuró reinventar cada día gracias a la comunicación instantánea y mágica, mediante un mensaje con la palabra gol en los teléfonos celulares cuando el equipo preferido lograba anotar.
Y cuarto, generó vitaminas espirituales. Fue el caso del párroco de Ecuador, Héctor Villamarín, con sus sermones para jugar sin complejos y con valores de honor, gloria, fuerza y personalidad. O el guiño a la historia para traspasar la realidad gracias a la oración por la que el diario La Nación convertía a Batistuta en San Gabriel: “Batistuta, te suplico ¡Oh, todopoderoso!, que escuches nuestras súplicas, que no permitas que hablemos de la cotización del dólar, que alivies nuestras dolencias y que no nos dejes caer en la realidad”.
El lenguaje periodístico no ha presentado grandes cambios con respecto a otras convocatorias, pero destaca el predominio de la expresividad sonora y gráfica en los conceptos que transmite.
La primera sigue haciendo vibrar las erres, en especial la de un recuperado Ronaldo cuyos tantos son saludados al canto épico de “Rro Rro Rronaldinho” y ha aportado la novedad de que el locutor además de gritar la palabra gol, acompañe su canto golpeando la mesa como ocurrió con los periodistas radiofónicos de México al transformar Blanco un penalti en su partido contra Croacia.
Los periodistas iberoamericanos verbalizaron imágenes: lograr una “victoria con dientes apretados”, “llenar la canasta de goles”, “sacar chispas al centro del campo” o tomar “el tren de la euforia”. Demostraron una vez más la diversidad del idioma para referirse a un equipo (“combinado” en Argentina y Uruguay, “sele” en Costa Rica, “selección” en España), a su denominación afectiva (con el caso curioso de “el Tri” para México y “la Tri” para Ecuador) o al entrenador (“estratega” en Ecuador; el “DT” en Argentina y Uruguay...). Y crearon algunos titulares curiosos: “Luna de cuero y alma de viento” (para referirse al balón en Uruguay), “A Croacia le sobran arrugas” (para referirse a su cansancio físico en el primer partido con México), “El país del gol naciente” (para destacar las victorias de Japón), “El sueño iberoamericano” (para definir el ansia de gloria y libertad mediante el triunfo en el campeonato) o “Sillón gol” (que dio nombre a una sección de crítica de televisión en el diario asturiano La Nueva España para todos los que siguen la Copa del Mundo a través de la pequeña pantalla).
Una novedad de redacción periodística la han realizado el diario Marca al recrear los goles con gráficos animados en su edición digital y el rotativo madrileño El País al incorporar a esa misma labor la narración radiofónica de la Cadena Ser.
A toda esta fiebre de fútbol tampoco son ajenos los escritores, que toman partido por los colores de su equipo favorito. De lo producido hasta el momento, llaman la atención algunas reseñas en Colombia.
Es el caso de Óscar Domínguez que definió como “telebobela”, la acción de Rivaldo en la agresión fingida contra Turquía; como “hacer una antología de cuentistas gauchos sin Borges, Cortázar o Bioy Casares”, el excluir de la selección a Verón Batistuta, Crespo o Simeone; como “reloj biológico” y tener los “ojos empiyamados”, algunas consecuencias del cambio horario. Y también de Ricardo Bada, quien tras comentar poemas futbolísticos de Blanca Varela, Günter Grass y Vinicius de Moraes salta a la cancha de la creación literaria para comentar humorísticamente en décimas el desarrollo del campeonato.
El espectador de salón también ha tenido su ración de fantasía. Ha podido contemplar el partido de Fernando Lázaro Carreter contra un ciclón oriental de patadas a los criterios de corrección lingüística: desvanecimientos de artículos, tergiversaciones de las preposiciones, abuso de posesivos innecesarios;sustituciones de significados (sensaciones yvibraciones por barrunto,presentimiento, corazonada, augurio, presagio o premonición) y el comentario de curiosidades como que los futbolistas “ingresen” en el campo y salten“deportivamente” sobre otro jugador como si fuera lícito botar sobre el rival caído.
Y ha podido aprender vocabulario con el servicio de Internet de BBC, www.bbcmundo.com, gracias a “El inglés de la cancha”, un glosario con frases futbolísticas de equipos, tácticas, destrezas, campo de juego; pasatiempos, relatos de fútbol e historia.
La primera edición de la Copa del Mundo del siglo XXI continúa la tradición de reunir bondad y arte en productos creativos para dar color y calor al acontecimiento. En esta primera fase, destacan el rodaje de comentarios por el cineasta José Luis Garci y en el ámbito musical, el disco oficial del acontecimiento -con la aportación iberoamericana de la portuguesa Nelly Furtado, del mexicano OV7, de las españolas Mónica Naranjo y Malú, del puertorriqueño Chayanne y del brasileño Carlinhos Brown- así como los álbumes brasileños Gol! -con canciones de Marcos Valle, Milton Nascimento, Elza Soares, Wilson Simonal o Junior- y Música de fútbol -con temas de Caetano Veloso, Chico Buarque, Jorge Ben, Elis Regina y Carmen Miranda-.
Durante la segunda fase, que va octavos de final hasta la final del torneo el sueño iberoamericano conserva sus aspiraciones para convertirse en realidad. Para convertir la luna de cuero en un pandero que haga vibrar la ilusión de sus pueblos al redescubrirse con ilusión en los países del sol naciente.