El silbo gomero, único idioma silbado patrimonio de la Humanidad
Una inédita habla de silbidos en la isla canaria de Gomera
Cada una de las islas que componen el archipiélago de las Canarias tiene sus peculiaridades, cada una es especial a su manera, y cuando fijamos nuestra atención en esas particularidades, la Gomera resalta en una faceta muy poco habitual: el denominado silbo, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad hace algo más de 5 años.
El silbo, como su propio nombre indica, es una forma silbada de codificación del lenguaje hablado que sirve para comunicarse a larga distancia, aprovechando la orografía de la Gomera (de valles bastante cerrados y barrancos que quitan el hipo), isla que sus habitantes comparan con un enorme exprimidor. Con condiciones favorables de viento y demás, un mensaje silbado puede recorrer una distancia de 3 ó 4 kilómetros y, teniendo en cuenta que la Gomera no supera los 25 kilómetros de longitud, no sería muy difícil hacer llegar dicho mensaje a la otra punta de la misma, aunque en el proceso pase de boca en boca alrededor de media docena de veces.
En cuanto a su origen, parece estar relacionado con los pobladores bereberes de las Canarias anteriores al periodo de conquista hispánico, en el cual se introdujo el idioma español que, siglo tras siglo, fue barriendo el guanche incluso a la hora de codificarlo mediante el silbo. Éste, a oídos extraños suena como el canto de un pájaro, y si se conoce su función, puede también pensarse en una lengua que nos es ajena y no somos capaces de comprender. Esta particularidad fue aprovechada para contrabando durante la conquista de la isla, pero por mucho que nos suene extranjero, la palabra clave y que debemos recordar parece ser “codificación”, pues en verdad estamos escuchando nuestro propio idioma codificado, reducido fonéticamente (con 4 consonantes y 2 vocales). Es más, una de las características más espectaculares de este sistema es que resulta adaptable al lenguaje que sea: guanche, español, inglés…, lo que, para los lingüistas, convierte al silbo en una materia apasionante que empezó siendo considerada como una serie de sonidos estándar con un significado predeterminado para que los pastores se comunicaran entre sí, mientras que hoy en día, es considerado ya por muchos un lenguaje independiente y característico canario.
No obstante su gran valor lingüístico y cultural, la segunda década del siglo XX conllevó un importante cambio en la forma de vida gomera, afectando negativamente al silbo (que estuvo cerca de desaparecer) y obligando al gobierno de la isla a afrontar el problema. El decaimiento de este arte se combatió con sagacidad introduciendo el silbo en las enseñanzas obligatorias de primaria y secundaria, lo que permite a jóvenes y no tan jóvenes de hoy realizar demostraciones a los visitantes y hacernos partícipes de una experiencia tan especial, amén de conservarlo como parte de una cultura quizás no muy extensa en el tiempo, pero sí muy rica.
La lucha por mantener el silbo vivo es diaria. El hecho de incluirlo en las enseñanzas obligatorias ha resultado un importante empuje, pero la gran mayoría de alumnos que terminan sus estudios no encuentran una forma de hacer rentable su capacidad y acaban dedicándose a otras cosas en su vida profesional, puede que llegando a olvidar lo aprendido. Aun así, existen silbadores/as profesionales (como Ana y Araceli) que se resisten y realizan demostraciones de una hora para turistas, normalmente en hoteles y restaurantes, en las que presentan sus habilidades e incluso te retan a intentar silbar un mensaje sencillo. Es claramente un rato ameno e instructivo muy recomendable.
Al igual que con la voz, el silbo de cada persona es diferente y característico, tanto por el sonido como por la forma de colocar las manos, lo que permite a los silbadores reconocerse entre sí, incluso a kilómetros de distancia. Una “conversación” consiste en la alternancia continua entre un silbador y otro porque es necesario confirmar la recepción y comprensión de cada mensaje para continuar el hilo o repetir lo que no se haya entendido. Este mecanismo resulta más complejo cuando el lenguaje adapta las 5 vocales del español y sus 22 consonantes a 2 vocales y 4 consonantes, lo que provoca mucha ambigüedad y hace que el contexto cobre una especial importancia para interpretar todo correctamente. Y aunque parezca algo tan insólito, el silbo de la Gomera no es el único que existe en el planeta, sino que se encuentra también en pueblos de África, en México o en Turquía, por ejemplo.
En la actualidad podemos oír incluso el silbo Gomero por la calle, ya que muchos de sus ciudadanos lo usan para saludarse de una forma diferente, o incluso para pedir unas cañas sin falta de levantarse o alzar la voz. Mientras este silbo sea útil para comunicarse, seguiremos oyéndolo en las calles de La Gomera.