¿Seguirá el inglés siendo lengua oficial de la UE después del Brexit?
El idioma común europeo es el inglés: es la lingua franca de los negocios y de la burocracia; de la política, la cultura y el deporte. Es cierto que en la Unión Europea hay 24 lenguas oficiales y a todas se traducen los documentos que genera su burocracia, pero es el inglés –y en menor medida el francés– el idioma que prevalece en comparecencias, reuniones y comunicados. Europa se construye y se discute en la lengua del Shakespeare o de Farage… hasta ahora.
La salida de Reino Unido de la UE, cuyo primer e histórico paso se ha dado este viernes con el resultado del referéndum a favor del brexit, pone sobre la mesa una llamativa paradoja: el inglés podría dejar de ser idioma oficial y aun así mantenerse como la principal lengua de comunicación entre europeos. ¿Qué pesará más, el pragmatismo asociado a la comunicación humana o la estricta normativa de los tratados en vigor?
¿Qué pesará más, el pragmatismo asociado a la comunicación humana o la estricta normativa de los tratados en vigor?
En los últimos años se ha discutido mucho en el seno del a UE la propuesta de reducir oficialmente a tres –inglés, alemán, francés– o cuatro –incluyendo el español– el número de lenguas efectivas de trabajo. Frente a estas posiciones reduccionistas, los partidarios de una Europa multilingüe alegan que todos los idiomas comunitarios tienen un acervo y una trascendencia (por ejemplo el griego, cuna de la cultura continental) que los hacen insustituibles, incluso en el día a día.
Todavía hoy la lengua constituye un vehículo identitario fundamental para vertebrar sociedades complejas (qué no hace también con experimentos políticos como la UE). En sus comienzos, cuando la UE era la CEE, el inglés no existía como lengua de trabajo. Los idiomas reinantes eran el neerlandés, el italiano, el francés y el alemán. La deriva histórica de medio siglo ha hecho que el inglés se haya impuesto a todos ellos. Pero, ¿qué sucederá ahora? ¿Trepará el español, por número de hablantes en el mundo, al escalafón de los idiomas elegidos por Bruselas para comunicar su día a día? ¿Se impondrá el alemán, en lógica consonancia con el mayor poder que presumiblemente tendrá el país que hoy gobierna Angela Merkel?