Los elementos cognitivos del lenguaje han existido durante cuarenta millones de años
Los humanos no son los únicos seres que pueden identificar las reglas en construcciones complejas como el lenguaje: los monos y los grandes simios también pueden hacerlo, como ha demostrado un estudio de la Universidad de Zurich. Los investigadores del Departamento de Ciencias Comparativas del Lenguaje de la UZH utilizaron una serie de experimentos basados en una "gramática artificial" para concluir que esta habilidad puede ser rastreada hasta nuestros antiguos antepasados primates.
El lenguaje es una de las herramientas más poderosas disponibles para la humanidad, ya que nos permite compartir información, cultura, puntos de vista y tecnología. "La investigación sobre la evolución del lenguaje es, por lo tanto, crucial si queremos entender lo que significa ser humano", dice Stuart Watson, investigador postdoctoral del Departamento de Ciencias Comparadas del Lenguaje de la Universidad de Zurich. Hasta ahora, sin embargo, se ha investigado poco sobre cómo apareció este sistema de comunicación único.
Un equipo internacional dirigido por el profesor Simon Townsend del Departamento de Ciencias Comparadas del Lenguaje de la Universidad de Zurich ha arrojado ahora nueva luz sobre los orígenes evolutivos del lenguaje. Su estudio examina uno de los elementos cognitivos más importantes necesarios para el procesamiento del lenguaje, es decir, la capacidad de comprender la relación entre las palabras de una frase, aunque estén separadas por otras partes de la misma, lo que se conoce como "dependencia no adyacente". Por ejemplo, sabemos que en la frase "el perro que mordió al gato huyó", es el perro el que huyó, no el gato, aunque haya varias otras palabras en medio. Una comparación entre los simios, los monos y los humanos ha demostrado ahora que la capacidad de identificar esas dependencias no adyacentes es probable que se hubiera desarrollado ya hace 40 millones de años.
Los investigadores utilizaron un enfoque novedoso en sus experimentos: inventaron una gramática artificial, donde las secuencias se forman combinando diferentes sonidos en lugar de palabras. Esto permitió a los investigadores comparar la capacidad de tres especies diferentes de primates para procesar dependencias no adyacentes, aunque no compartan el mismo sistema de comunicación. Los experimentos se llevaron a cabo con titíes comunes –un mono nativo de Brasil– en la Universidad de Zurich, chimpancés (Universidad de Texas) y humanos (Universidad de Osnabrück).
Primero, los investigadores enseñaron a sus sujetos de prueba a entender la gramática artificial en varias sesiones de práctica. Los sujetos aprendieron que ciertos sonidos siempre iban seguidos de otros sonidos específicos (por ejemplo, el sonido "B" siempre sigue al sonido "A"), aunque a veces estuvieran separados por otras señales acústicas (por ejemplo, "A" y "B" están separados por "X"). Esto simula un patrón en el lenguaje humano, donde, por ejemplo, esperamos que un sustantivo (por ejemplo, "perro") sea seguido por un verbo (por ejemplo, "huyó"), independientemente de cualquier otra parte de la frase que se encuentre en medio (por ejemplo, "que mordió al gato").
En los experimentos reales que siguieron, los investigadores reprodujeron combinaciones de sonidos que violaban las reglas aprendidas anteriormente. En estos casos, los titíes y los chimpancés comunes respondieron con un cambio de comportamiento observable; observaron el altavoz que emitía los sonidos durante aproximadamente el doble del tiempo que lo hicieron con las combinaciones de sonidos familiares. Para los investigadores, esto era una indicación de sorpresa en los animales causada por notar un "error gramatical". A los sujetos de prueba humanos se les preguntó directamente si creían que las secuencias de sonidos eran correctas o incorrectas.
“Los resultados muestran que las tres especies comparten la capacidad de procesar dependencias no adyacentes. Por lo tanto, es probable que esta capacidad esté muy extendida entre los primates", dice Townsend. "Esto sugiere que este elemento crucial del lenguaje ya existía en nuestros antepasados comunes más recientes con estas especies". Dado que los titíes se separaron de los antepasados de la humanidad hace unos 40 millones de años, esta habilidad cognitiva crucial se desarrolló muchos millones de años antes de que el lenguaje humano evolucionara.