c
La mayor parte de las letras de nuestro alfabeto fueron creadas a partir de la escritura de los fenicios, quienes diseñaron sus letras siguiendo en muchos casos el modelo de jeroglíficos egipcios. Las letras del alfabeto fenicio fueron más tarde modificadas por los griegos, quienes luego las transmitieron a los etruscos y a los romanos, hasta llegar a nosotros.
Una de las letras usadas para representar el sonido de la c era la gimmel fenicia, que tenía la forma de dos segmentos de recta que se unían por uno de sus extremos formando un ángulo, representado por ∠ o, a veces, ∧.
Los griegos se valieron de este signo para formar la letra gamma Γ, en minúscula γ, con la que representaban el sonido suave de la g (en fonología, llamado “sonoro”), tal como como nosotros lo pronunciamos en «gota». Siglos más tarde, los romanos modificaron la gamma dándole un trazo más redondeado y la usaron inicialmente para representar tanto el sonido fuerte de la c /k/, (en fonología, llamado “sordo”) como el suave de la /g/.
En escritos romanos anteriores al siglo III antes de Cristo, los romanos usaban la C para representar tanto el fonema /k/ como sonido suave de la G. En inscripciones en mármol de esa época es posible encontrar la palabra VIRCO 'virgen', puesto que no contaban con la «g».
¿Cómo se las arreglaban para entender la escritura? Para los pocos que sabían leer no debería ser muy difícil entender a qué pronunciación se refería la C en cada caso, pero en el siglo III el liberto Espurio Carvilio, quien había sido esclavo del cónsul Espurio Carvilio Ruga, tuvo la idea de ponerle a la C un pequeño trazo, dando lugar a la G para representar el fonema /g/, tal como lo pronunciamos en gato.
Hay que tener presente que la g de los romanos sonaba de la misma forma delante de cualquier vocal; así, cuando escribían en latín GEOMETRIA pronunciaban como lo haríamos nosotros ante la grafía gu . Y así fue en español hasta aproximadamente el siglo XIII, cuando el fonema /g/ empezó a sonar más fuerte delante de e y de i, probablemente por influencia del árabe, que era muy hablado en España.
Aclaremos, para concluir, que en fonología se llaman “sonoros” los fonemas que al ser pronunciados activan las cuerdas vocales, como la /g/ de gato, y “sordos”, los que no lo hacen, como la t de tango.
Consultados Gregorio Salvador y Juan Ramón Lodares, Historia de las letras. Espasa (2008) y John Man. Alfa Beta. Barnes & Noble. 2001.