detective
La literatura británica nos ha proporcionado desde el siglo XIX un nuevo de tipo de personaje: los investigadores de crímenes, casi siempre homicidios, cuyo autor solo es descubierto en el último capítulo, merced a la inteligencia, la sagacidad y el poder observación y dedución del héroe, que se llamó en inglés detective.
Según el diccionario académico, quién sabe por qué razón un detective sería en español un investigador privado y nunca uno de la polícía, a diferencia del inglés.
El primer detective fue creado por la pluma de Arthur Conan Doyle (1859-1930), quien presentó al mundo la literatura policial con el inolvidable Sherlock Holmes. Le siguió, también en el Reino Unido, una ama de casa: Agatha Christie (1891-1976), cuyos principales investigadores fueron el detective belga Hercule Poirot y una anciana curiosa llamada miss Marples. varias veces interpretada en el cine por Margaret Rutherford.
¿De dónde viene el vocablo detective? En inglés, obviamente del verbo to detect (detectar). Es el personaje que detecta indicios, pruebas, rasgos de la personalidad de los personajes que, al menos en la novelas, lo llevan inexorablemente a descubrir al culpable.
Detectar (y to detect) provienen del verbo latino tĕgĕre, ‘cubrir de tierra, esconder, cerrar los ojos’. El poeta latino Ovidio decía ossa tegit humus ‘la tierra cubre los huesos’, pero también ‘esconderse de los perseguidores’ fugientes silvae texerunt ‘las florestas ocultaron a los fugitivos’. El prefijo latino de-, en castellano des- confiere al verbo el significado opuesto: detegere era para los romanos ‘descubrir lo que está cubierto y lo que está oculto’.
A partir dētĕctum, el participio pasivo de dētĕgĕre, se formó dētēctŏr ‘lo que sirve para detectar o descubrir’, vocablo que pasó intacto al inglés, y de este al castellano, como el nombre del aparato o dispositivo que sirve para detectar algo que está oculto: detector de metales, detector de mentiras. Sin embargo el inglés avanzó un paso más con detector y formó detective, con el significado de ‘investigador’, que se empezó a utilizar en castellano en la segunda década del siglo XX. Cuando detective ingresó por primera vez al diccionario de la Academia, en 1927, era un ‘agente de la policía secreta’, con marca de “voz inglesa”, pero en la edición de 1970 perdió este empleo público y se convirtió en ‘policía particular’.