lujuria
Para los romanos, luxus significaba ‘lujo’, ‘exuberancia’, ‘magnificencia’, pero también ‘desenfreno’, ‘libertinaje’, aunque estas últimas acepciones quedaron en español limitadas a partir del siglo XIII a lujuria, formado a partir de luxūria, que para los latinos significaba ‘exuberancia’, ‘exceso’, ‘vida voluptuosa’, pero que en Nebrija (1495) ya aparece una equivalencia entre lujuriante y libidinor, que se relacionan más bien con ‘afán de placeres libidinosos’, ‘lujuria’, ‘voluptuosidad’, ‘exceso’.
Esto significa que en el castellano medieval se acentuó la especialización semántica que ya se esbozaba en el latín, quedando por un lado lujo, como sinónimo de ‘suntuosidad’ y, por otro, lujuria vinculado a la voluptuosidad y a los placeres carnales.
El confesor de Isabel la Católica, Fray Hernando de Talavera, expresó en un libro de recomendaciones Sobre vestir y calzar (1477-1496) las ideas de la época sobre los placeres carnales:
Por remedio hallaron los sabios para mitigar el ardor de la lujuria é para guardar la castidad traer planchas de plomo en los lomos y en el vientre, que los hayan de esfriar.
Este significado llegó hasta nuestros días; en 1989, Laura Esquivel describía a Gertrudis en Como agua para chocolate:
La delicadeza de su rostro y la perfección de su inmaculado y virginal cuerpo contrastaban con la pasión y la lujuria que le salía atropelladamente por los ojos y los poros.