cadáver
Según una ocurrente (aunque falsa) etimología popular, la palabra cadáver estaría compuesta por las primeras sílabas de las palabras latinas carne data vermibus ‘carne dada a los gusanos’.
En realidad, nada más lejos de la verdad; este vocablo nos vino del latín cadāver, que se formó a partir del verbo cadere ‘caer’, literalmente, ‘cuerpo caído’ o, en la época clásica, ‘cuerpo muerto’.
Séneca y Quintiliano usaron este vocablo, en sentido figurado, para referirse a la persona muy delgada, que solo parece tener piel y huesos. Cicerón empleó la expresión urbium cadavera para referirse a las ciudades muertas, abandonadas.
San Ignacio de Loyola explicaba la manera como los jesuitas debían obedecer a sus superiores, sin el menor cuestionamiento, mediante la expresión Perinde ac cadāver ‘tal cual un cadáver’.