Si ya sabemos inglés, el alemán debería ser nuestro próximo paso
La globalización de la economía y los movimientos migratorios figuran entre los motivos evidentes de la necesidad de reforzar el papel de las lenguas extranjeras. Así lo recoge el documento de la CRUE sobre política lingüística.
Es incuestionable el papel que ejerce el inglés como lengua franca. Sin embargo, hablar de plurilingüismo y de pluriculturalidad implica potenciar igualmente la competencia en otras lenguas extranjeras. El alemán es uno de los idiomas demográficamente más importantes en Europa (130 millones de habitantes) y además una de las grandes lenguas de la cultura europea y universal.
Como decía Goethe, en su obra Maximen und Reflexionen: “Wer fremde Sprachen nicht kennt, weiß nichts von seiner eigenen”. (“Quien no conoce lenguas extranjeras, nada sabe de la suya propia”).
Ventajas de ser bilingüe
Lejos de la idea preconcebida hace décadas de que ser bilingüe podría provocar trastornos cognitivos en los niños, se ha demostrado que no es así. Desde un punto de vista neuronal, la materia gris (la zona del cerebro involucrada en el control ejecutivo) que se encuentra en la corteza cerebral tiene por finalidad procesar la información y facilitar el razonamiento. Por tanto, un mayor volumen de materia gris es positivo porque se asocia a la inteligencia y capacidad para resolver problemas.
La sustancia blanca del cerebro funciona como conexión entre neuronas. Con el paso de los años, la persona pierde materia gris. Pero en las personas bilingües el grado de conservación es mayor, siendo suplantada aquella por materia blanca.
Diversos estudios han revelado que ciertas redes específicas del cerebro generan una base más eficaz para la atención y el control cognitivo. Es decir, las personas bilingües son más rápidas a la hora de resolver tareas. Asimismo, a efectos de salud, la estimulación mental, gracias a la capacidad de dominar varios idiomas, sirve de protección para retrasar el deterioro cognitivo, es decir, la presencia de síntomas de demencia o de alzhéimer es más tardía en personas bilingües frente a las no bilingües.
Cabe reseñar que hablar varios idiomas enriquece la faceta personal, laboral, social y cultural del hablante. Otros estudios desvelan que las personas bilingües son más tolerantes, empáticas, creativas y resolutas a la hora de gestionar y resolver problemas.
A efectos lingüísticos, el bilingüe posee una conciencia lingüística mayor al conceptualizar la realidad de forma alternativa, más crítica y flexible que el no bilingüe.
Teniendo todo lo anterior en cuenta para defender la idoneidad de buscar el bilingüismo en inglés, es fundamental abrir horizontes. No es suficiente con saber inglés. Y el aprendizaje de segundas lenguas es más llevadero si partimos del inglés como primera lengua extranjera.
El alemán abre puertas al mundo laboral
Alemania es la principal economía europea. De ahí la típica alusión a la locomotora alemana. Junto con Austria y Suiza constituye DACH, un mercado laboral importante donde el alemán es la lengua local.
Varias empresas de estos países son multinacionales líderes en sus sectores, como las automovilísticas alemanas o las farmacéuticas suizas. Y, en general, proliferan sus empresas industriales y de innovación, que ofrecen amplias oportunidades laborales que no cubren con la población local.
El envejecimiento demográfico de su sociedad empuja en el mismo sentido, de modo que los incentivos para estudiar alemán para los jóvenes del sur de Europa son crecientes, habida cuenta de las elevadas tasas de paro y precariedad que hay en sus países de origen. También son crecientes los estímulos públicos dirigidos a fomentar la integración laboral en toda Europa.
En el ámbito académico, los países de habla alemana nos abren un abanico amplio de posibilidades para estudiar y formarnos. Tanto en la enseñanza superior, con sus universidades técnicas, como en secundaria, con su formación profesional, Alemania goza de reconocido prestigio. La mayoría de las universidades alemanas no cobran tasas elevadas de matrícula, ya que están financiadas por el Estado.
El alemán es entretenido y sexy
En términos económicos, un “plus” es un extra, una bonificación, un suplemento. Se asocia con algo muy positivo que nos reconforta. En esos términos metafóricos se expresó hace más de una década Jutta Limbach, la entonces presidenta del Goethe Institut, con la creación del eslogan Englisch ist ein Muss, Deutsch ist ein Plus (“El inglés es una obligación, el alemán es un plus”).
En clave anecdótica, un análisis de datos realizado por una empresa de citas en línea aseguraba que, para los estadounidenses, el alemán era el más “sexy” de los idiomas.
Si bien una lengua es vehículo de comunicación, es además trasmisora de una cultura. Adentrarse en la lengua alemana es abrir una ventana hacia un mundo por el que deambulan figuras relevantes de la música, del arte, del cine, de la filosofía, de la literatura como Goethe, Schiller, Mann, Hesse, Beethoven, Bach, Mozart, Durero, Klimt, Klee, Wenders, Dietrich, Bruno Ganz, Kant, Marx, Wittgenstein…
Aun cuando el alemán sufre bastantes prejuicios, es una lengua de fácil pronunciación, la gramática contiene relaciones estructurales sistemáticas del tipo SVO (sujeto–verbo–objeto directo), de manera que los elementos verbales ocupan por regla general la segunda posición en la oración.
Uno de los mayores impactos que experimenta un aprendiz es la asimilación de la declinación, que sirve para marcar relaciones gramaticales (sintácticas) dentro de una oración.
Por ejemplo: si decimos “Regalo a mi abuela un ramo de flores” (ich schenke meiner Oma einen Blumenstrauß), el verbo schenken (regalar) es ditransitivo y requiere de la existencia de dos argumentos (objetos directo e indirecto) que vienen marcados en los determinantes por dos casos: meiner (A MI abuela) es dativo, y einen (UN ramo de flores) acusativo.
El alemán es una lengua en alto grado sintética, y posee una rica morfología (flexión nominal y verbal) para formar palabras por composición. La gramática tiene un efecto en la manera en la que percibimos el mundo.
Jugar con el léxico es reflexionar acerca de la etimología de las palabras y de la forma de conceptualizar la realidad de cada lengua. La morfología alemana nos anima a indagar sobre el contenido semántico de los compuestos y de sus constituyentes: Hochhaus (edificio), Ferienhaus (casa de veraneo), Krankenhaus (hospital), Konzerthaus (sala de conciertos), Herrenhaus (casa señorial/casa solariega) contienen el lexema Haus, teniendo una motivación morfosemántica, es decir, se puede deducir el significado global a partir de la suma de sus constituyentes.
La altura (hoch) es el rasgo identificador de un edificio (Hochhaus); un hospital es un establecimiento destinado a proporcionar asistencia al enfermo (der Kranke); o un Ferienhaus es una casa en periodo vacacional (Ferien).
En suma, el alemán es un reto al que nos enfrentamos y del que salimos más enriquecidos, una vez hemos logrado el objetivo de poder comunicarnos en él.
* Ana Mansilla Pérez es profesora titular de Filología Alemana en la Universidad de Murcia.