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Hacia el renacer de la lengua andaluza

Castillo medieval de Santa Olalla del Cala, en Huelva

A lo largo de los diferentes artículos que se vienen publicando estamos viendo como los diferentes pueblos que conforman el mini continente llamado la Península Ibérica, hacen una defensa cerrada y también un llamamiento sin fisuras a defender sus lenguas populares y tradicionales. En el caso del presente trabajo, que esta vez tiene que ver sobre el andaluz, esta circunstancia no iba a ser mucho menos.

Por eso esperamos que las distintas manifestaciones y deseos por dar visibilidad, importancia y renombre a las distintas y dispares lenguas que aún hoy existen y coexisten en Hispania sean escuchadas y puestas en valor, por las personas que con verdadera responsabilidad institucional y política han de velar por que los intereses de las mismas primen por encima de cualquier otro tipo de consideración o velado interés particular o de sentimiento que en ese momento se pueda producir o manifestar.

A la clase política cántabra le queremos mostrar una vez más con afecto y cercanía (y en este caso a través de un artículo sobre el andaluz), que sí ahora y con entusiasmo se están dando los pasos necesarios y prioritarios de parte de la ciudadanía andaluza (como también e igualmente está sucediendo en Cantabria) por dar a conocer su modalidad lingüística, ¿qué no se podría hacer entonces y con mayor interés y disposición en Cantabria en y a favor del cántabru?

Si consultamos en la enciclopedia virtual Wikipedia, “modalidad lingüística andaluza”, nos encontraremos con lo siguiente: “La modalidad lingüística andaluza (también llamada dialecto andaluz o simplemente andaluz) es la variedad del español que se habla en Andalucía, en el Sur de España”.

Y es que el origen de la modalidad lingüística andaluza hay que buscarlo en los siglos que van del VIII al XIV, principalmente, que es cuando las élites bereberes (que no musulmanas) y en menor medida árabo-musulmanas que dominaron la Península entremezclaron algunas de sus palabras (propias de su origen y que apenas representaban un exiguo 2-3 % de su sustrato) con las castellanas (y anteriormente ibero-célticas) propias de las entonces tierras del Sur de Iberia.

Con la llegada definitiva de la Reconquista castellana y aragonesa (y en menor medida portuguesa) en el siglo XV (y ya antes), las hablas que entonces se daban en este territorio del Sur peninsular se entremezclan y eclosionan en un fructífero encuentro; si bien es en esta parte del Sur peninsular donde esta lengua (o si lo preferimos “modalidad lingüística andaluza”) acaba por adoptar ya definitivamente su particular y característica diferenciación con respecto al castellano.

Si bien es cierto que los movimientos andalucistas en defensa de las hablas andaluzas ya están representados a finales del siglo XX, es sobre todo en la última década del pasado siglo XX cuando el movimiento lingüístico en favor del andaluz empieza a coger cuerpo y forma; habiéndose implementado éste notablemente en los últimos cinco años con organizaciones como la Asociación Andaluza de la Lengua, las cuales reivindican su identidad lingüística como pueblo con la clara finalidad de normalizar el uso de sus diferentes formas lingüísticas.

Y aunque algunas cosas se han hecho bien en defensa del andaluz, otra quizá no tanto, como ocurre, por ejemplo, con la elección de su bandera, pues cuando en 1981 Andalucía se convirtió en autonomía histórica esta ocasión fue aprovechada para erróneamente inventarse una nueva historia que contradijera la realidad andaluza como fruto de la Reconquista y la posterior repoblación cristiana hispánica, y también y en menor medida franca y flamenca.

El momento más simbólico de esta tergiversación oficial fue la elección de la bandera verdiblanca, en lugar de inspirarse en los colores de Castilla o de León (que aparecen en el escudo de Fernando el Santo, conquistador de Sevilla), y en los escudos de Córdoba, Granada, Almería y Jaén. En este último se lee la leyenda: “Muy noble y muy leal ciudad de Jaén guarda y defendimento de los Reynos de Castilla”. No obstante la entonces Junta de Andalucía se inclinó por inspirarse en una bandera similar a la de Arabia Saudita.

Pero por lo que a la lengua andaluza respecta y concierne habrá que decir que actualmente existen leyes y estatutos que afirman y ponen en valor el dialecto andaluz (andalúh), como por ejemplo el artículo 12-3 del Estatuto de Autonomía de Andalucía, si bien son leyes relativamente recientes y aún por potenciar y desarrollar a fin de así poderle dar al andaluz una mayor proyección e impulso. A todo ello hay que añadir que las características principales del andaluz son una pronunciación bastante diferente de la castellana, así como un repertorio de palabras autóctonas; las cuales sumadas a las castellanas determinan una importante riqueza léxica y semántica. Existen asimismo algunas variaciones fonéticas, sintácticas y morfológicas que siempre es necesario valorar y considerar en su justa medida.

Y así sucede que en marzo de 2017 los promotores de la Asociación Andaluza de la Lengua, por ejemplo, solicitaron al Ayuntamiento de Sevilla dar utilidad pública a San Hermenegildo como sede de la que muy bien podría haber sido la Academia Andaluza de la Lengua. Y es que en boca de sus representantes: “Se pretende acabar con los prejuicios arraigados y asumidos en nuestra sociedad a través de la creación de herramientas y proyectos en defensa de las hablas andaluzas”.

Para entender el mérito de su acción y disponibilidad, en Enero de 2018, y a través de una Nota de Prensa titulada: “VivirEnAndaluz”, se dan a conocer a través de una campaña que en su momento tiene un cierto seguimiento y también una cierta repercusión mediática en algunos medios.

Una asociación esta que ya en Noviembre de 2018 (días 21 y 22) participa en Coria del Río (Sevilla) en las Segundas Jornadas sobre las Hablas Andaluzas, realizándose dicho evento en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Coria del Río. Y es que según reclaman y manifiestan esta Asociación “entiende que la Academia Andaluza de la Lengua debe ser una entidad privada con autoridad pública, y no un organismo dependiente de la Junta u otra institución”.

Una Academia de la Lengua Andaluza que claramente nace (como bien se encargan de especificar en su página web) con la finalidad de “defender, promocionar, estudiar y dar prestigio a la modalidad lingüística andaluza en todas sus variedades desde una perspectiva que aglutina el estudio y la participación social”. https://plataformaandaluz.wordpress.com/

A esta academia se sumará la Sociedad para el Estudio del Andaluz, la cual es una asociación cultural con sede en Mijas (Málaga) dedicada al estudio del dialecto andaluz: Zoziedá pal Ehtudio'el Andalú (Z.E.A.). https://www.zea-andalu.com/

Esta Asociación está formada por filólogos, historiadores, antropólogos, etc. (de dentro y fuera de Andalucía), y tienen como misión y objetivo principal el luchar en contra de los prejuicios que dificultan el uso normal del andaluz, procurando de esta manea facilitar el reconocimiento social e institucional de dicho dialecto. La Sociedad para el Estudio del Andaluz se distingue por el uso de una ortografía andaluza no oficial distinta de la española, así como por la realización de propuestas de normas ortográficas exclusivas para el andaluz.

Entre otras actividades la Asociación organiza encuentros literarios y congresos científicos, así como diferentes encuentros culturales, al tiempo que publica revistas y libros utilizando su peculiar ortografía. De hecho, tienen traducido al andaluz El Principito, así como más de cien trabajos en andaluz, pues existe una gran cantidad de poesías, letras flamencas, cuentos, sainetes, zarzuelas, novelas y artículos periodísticos creados en lengua andaluza. Según esta sociedad el dialecto andaluz es una lengua distinta del español, por lo que defienden que en Andalucía no se habla un mal castellano, sino más bien un buen andaluz.

Una promoción del andaluz que va a más a medida que van transcurriendolos años, y en donde ya incluso existe y se promociona el transcriptor de catteyano (castellano) andalûh (andaluz), como se puede ver y apreciar en el siguiente enlace; pues ello es sin duda el primer paso necesario y prioritario para relanzar y difundir a posteriori la lengua: https://andaluh.es/transcriptor/#/

Incluso en Telegram existe la Comunidad para poder aprender andaluz (EPA) con soporte técnico: https://t.me/aprendeandaluh

Los dos siguientes enlaces hablan por sí solos del porqué del rápido crecimiento e interés por conocer y saber más acerca del andaluz. En este nuevo “despertar” juega un papel muy destacado e importante el desarrollo de una ortografía y de un traductor para escribir en andaluz, proceso que es de vital importancia a la hora de fijar la lengua y darla a conocer ampliamente entre la sociedad.

https://www.codigonuevo.com/sociedad/inventan-ortografia-traductor-escribir-andaluz

https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/quieres-escribir-andaluz-ahora-puedes-reivindicacion-ortografica-ettanda-pal-andaluh

Pero es que a día de hoy la promoción de lo andaluz (así como de sus particulares señas de identidad) es incluso ensalzada, y hasta aplaudida por los estamentos oficiales, principalmente, a través de la celebración del Día de Andalucía, que como todos los años se celebra el 28 de Febrero; porque fue ese día del año 1980 cuando precisamente se celebró el referéndum sobre la autonomía de Andalucía. Por tanto, lo primero que hay que decir es que ese día no es lo que se entiende desde un punto de vista etnológico por una fiesta popular, ya que no tiene ninguna relación con lo que es la etnología andaluza. Es por lo tanto, y más bien, una fecha política, pero no histórica.

Con todo y sin embargo, será cada 28 de Septiembre cuando los diversos y diferentes movimientos en defensa del idioma andaluz celebren el Día de la Lengua Andaluza: desde el año 2003 se viene celebrando cada 28 de Septiembre el día de la Lengua Andaluza. Y es que el motivo principal de haberse elegido tal fecha viene determinado por ser el aniversario del nacimiento en el año 1880 del poeta y dramaturgo de Cuevas del Almanzora (Almería), José María Martínez Álvarez de Sotomayor, mayormente conocido con el nombre de “Pepe Soto”.

Todos los pueblos y territorios que habitan la tierra tienen derecho a dotarse de los medios más adecuados y específicos, convenientes y apropiados para desarrollar la vida que decidan y manifiesten, pero en el caso andaluz, andalucismo o nacionalismo andaluz (que reivindica el mito andalusí), este no tiene la menor base histórica, pues la historia real y la herencia de los andaluces no es la de los que fueron vencidos por sus antepasados castellanos, navarros, leoneses, o incluso francos. O dicho de otra manera: la identidad de los andaluces es en gran medida la identidad de los leoneses, y, sobre todo, la de los castellanos, por lo que Andalucía ha sido llamada muchas veces: la Castilla Novísima o incluso la Castilla del Sur.

La Historia nos recuerda que como en todos los reinos hispánicos serían los procesos históricos que conocemos con el nombre deRepoblación y Reconquista los que darán lugar a la composición etnográfica de los hoy llamados andaluces. Los datos de las expulsiones y adjudicaciones de tierras son claros y objetivos, y de ellos nos hablan con meridiana exactitud los “Libros de Repartimento”.

Y es que la expulsión de la población musulmana de Andalucía fue completa, y de hecho está más que harto constatada. El territorio baldío sería repoblado por una abrumadora mayoría de pequeños propietarios libres en un proceso que el catedrático de Historia medieval de Sevilla, Manuel González Jiménez, en su obra: “Entorno a los orígenes de Andalucía”, describe como: “El mayor proceso de cambio de propiedad de la tierra en la historia de Andalucía”. Por lo tanto, el proceso de repoblación de la zona del Guadalquivir es muy similar a la que también realizaron los castellanos y los leoneses siglos antes en el valle del Duero, siempre a base de pequeñas propiedades agrícolas adjudicadas a familias de guerreros-campesinos.

Esos mismos “Libros del Repartimiento”, así como los posteriores estudios jurídicos y onomásticos nos permiten conocer con detalle los pobladores que llegaron a Andalucía después de la derrota y expulsión islámica. Todos los datos coinciden en señalar que entre el 90-95% procedía de la Meseta norte, sur o de los que ya habían repoblado Extremadura (con fuerte presencia de leoneses). La única zona que marca una diferencia es la provincia de Almería, donde el contingente de valenciano-catalanes y, sobre todo, mallorquines llegó hasta el 15%, de ahí que el escudo almeriense luzca las cuatro barras.

Otra cosa distinta y muy diferente es que en Andalucía se mezclen y tengan lugar diversas manifestaciones artísticas y culturales de restos que son muy particulares y minoritarios procedentes de la cultura bereber, que no árabe (y que es una más de las muchas que se dan en el Norte de África), y por lo tanto, la que quizá más ha podido influir a posteriori en la subsiguiente conformación de una modalidad lingüística andaluza a la que podríamos denominar hoy con el término de “andaluz”.

De hecho, la Bética fue una de las provincias hispanas más romanizadas, e Hispania uno de los territorios del Imperio romano de mayor impronta latina. En torno al cambio de era se calcula que el número de itálicos o descendientes de itálicos asentados en Hispania era de un millón de personas: aproximadamente el 15% de la población total entonces.

Por lo tanto el latín vulgar se convertiría entonces en prácticamente el único idioma de uso corriente y habitual de este territorio, despareciendo en gran medida, y con el tiempo, todas las lenguas hispano celtas anteriores. Y es que el aporte de la Bética a la cultura romana fue de la mayor importancia y trascendencia para la entonces grandeza de Roma, que no hubiera sido igual sin filósofos como Séneca o emperadores como Trajano y Adriano.

Testimonio de la presencia romana lo tenemos también en la arquitectura. Por ejemplo, la típica casa andaluza con patio interior es heredera directa de la casa romana que los pobladores itálicos llevaron a la Bética. En absoluto se trata de una construcción árabe, quienes solo adaptaron esa construcción a su modo de vida: cerrando ventanas y orientando la vida hacia el interior de la vivienda alrededor del patio. Posteriormente serían los repobladores cristianos y también paganos los que volvieron a darle la antigua disposición romana más orientada al exterior, es decir a la vida en la ciudad de hombres y mujeres libres.

La posterior llegada de los pueblos germánicos terminaría con el orden romano para dar paso a la Edad Media. Y de entre los germanos que llegaron a Hispania, los vándalos (que darán el nombre a Andalucía) tendrán una especial importancia. Procedentes de la actual Dinamarca, en el siglo III d.C. ya están asentados en la Europa central desde donde atraviesan el llamado “limes imperial”: Se conoce como “limes” (genitivo: limitis) cada uno de los límites fronterizos del Imperio Romano.

A pesar de la prohibición romana para construir naves con función bélica, los vándalos pondrán en pie un importante imperio naval en la zona de la Bética, ahora ocupada por ellos. Un vez vencidos por los godos (los germanos que dominaron el grueso de la Península), los vándalos atravesaran con sus naves el estrecho de Gibraltar para asentase en el Norte de África, donde el reino vándalo durará varios siglos más.

Precisamente fueron los habitantes autóctonos del Norte de África los que (tras ser vencidos militarmente por los vándalos) darán al lugar de procedencia de éstos (la Península Ibérica) el nombre de Yazira al-Andalus, es decir: “la isla de los vándalos”. Nombre que siguieron usando los invasores musulmanes durante los siglos de su presencia en España, e incluso en la actualidad. Vale la pena remarcar que Al-Ándalus significa precisamente: “tierra de vándalos”, o lo es lo mismo: “tierra de germanos”. Curiosa etimología. Por lo tanto Andalucía es romana y vándala, y no morisca o bereber, como a veces errónea o interesadamente se nos quiere hacer ver.