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La palabra “solo” se le resiste a la Academia Española

Dr. Juan Andrés Gualda Gil

La lengua inglesa carece totalmente de tildes. El castellano debería seguir su ejemplo y suprimir todas las tildes excepto las diacríticas (él, el; qué, que…) y las distintivas (depósito, depositó...), que son necesarias y muy pocas. Así las faltas de ortografía acentuales prácticamente dejarían de producirse. Veamos en detalle el problema de la palabra “solo”. La palabra “solo” puede ser adjetivo o adverbio. Adjetivo: “Estoy solo en mi casa” (yo solo). Adverbio: “Esta tarde iré solo al cine” (no iré a ningún otro sitio). En raras ocasiones pueden confundirse ambos significados.

En su función adverbial, puede sustituirse por la palabra “solamente”. En el ejemplo anterior: “Esta tarde iré solamente al cine”. Si siempre el adverbio “solo” se sustituyera por “solamente”, ya no habría ninguna confusión. Todo resuelto. Las posibles confusiones se producen únicamente en el masculino. Podría existir confusión en: “Juan irá solo al cine”. Pues no sabemos si a) va sin compañía o b) no irá a ningún otro sitio. En el femenino nunca se produce confusión: “María irá sola al cine”. “María irá solo al cine”. Está claro que en este segundo ejemplo “solo” es adverbio, puesto que para ser adjetivo debería emplearse necesariamente la palabra “sola”, como en el primer ejemplo, para que hubiera concordancia de género.

Cuando empleamos la palabra “solo” hablando, se presentan confusiones y no hay manera de solventarlas porque el lenguaje oral carece de tildes. Si en el lenguaje oral puede haber confusión, ¿por qué al lenguaje escrito se le exige que no la haya? Importantísima pregunta. El principio lingüístico de similitud entre escritura y oralidad establece que la escritura debe adaptarse al habla y no tiene por qué dar más información. La lengua oral es anterior a la escrita, esta solamente es subsidiaria de aquella.

Vamos a ver ahora qué dicen al respecto las últimas ortografías: Ortografía de 1974, apartado 38, c: “La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si con ello se ha de evitar una anfibología”. Como vemos, no exige que tenga que llevar necesariamente tilde cuando es adverbio. Ortografía de 1999, apartado 4.6.4: “Cuando quien escribe perciba riesgo de ambigüedad, la palabra solo llevará acento ortográfico en su uso adverbial”. Hay un cambio respecto de la anterior porque exige que se ponga la tilde cuando el que escribe vea riesgo de confusión. Ortografía de 2010, apartado 3.4.3.3: “En el adverbio solo y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde incluso en casos de doble interpretación”. Y explica que “las posibles ambigüedades son resueltas casi siempre por el propio contexto comunicativo. Los casos reales en que se produce ambigüedad son raros y rebuscados, y siempre pueden resolverse por otros medios, como escribir solamente en vez de solo”. En esta Ortografía, vigente actualmente, también hay un cambio respecto de la anterior porque establece que se podrá prescindir de la tilde, en el adverbio, incluso cuando haya ambigüedad.

Las redacciones de estas Ortografías no son del todo claras al utilizar el sintagma “se podrá”. De manera que la Ortografía vigente dice que la tilde puede no ponerse incluso cuando haya una doble interpretación, pero no exige que no se ponga… ni que se ponga. Los cualificados filólogos de la RAE argumentan que, gramaticalmente y en aplicación del principio lingüístico de simplificación, la palabra “solo” no debe llevar nunca tilde, porque los casos de ambigüedad son muy raros y rebuscados, en los cuales “solo” puede sustituirse por “solamente”. Pero hete aquí que llegan los escritores miembros de la RAE y, argumentando razones sentimentales y consuetudinarias, ¡científicas razones!, piden el uso de la tilde en su función adverbial.

Y para resolver este asunto se reunió el Pleno de la RAE el pasado 2 de febrero. Estaban enfrentados los lingüistas funcionarios de la RAE, científicos de la lengua, contra los miembros de la RAE, en su mayoría escritores legos en lingüística. Y resulta que los sesudos filólogos no deciden, pues esta es labor exclusiva de los miembros de la Academia, que no entienden de lengua ni de sus principios científicos. Bueno, pues en este pasado Pleno de la RAE se ha aprobado por consenso la modificación del Diccionario panhispánico de dudas en el artículo que se refiere a la tilde del adverbio “solo”. Se ha buscado la equidistancia para que nadie se sintiera triunfador ni derrotado. Lo que ha decidido el Pleno es que el adverbio “solo” se tildará cuando el que escribe vea riesgo de ambigüedad.

Se vuelve así a la Ortografía de 1999. ¿Y el lector no se tiene en cuenta? Además, cabe la posibilidad de que al escribir una misma frase un escritor sienta que puede haber ambivalencia y otro escritor que no la hay. O sea, que al final la norma es que cada cual la escriba como quiera… Y de esta manera la RAE hace dejadez de funciones saliéndose por la tangente. El acuerdo alcanzado es una paz muy frágil que solo durará unos años, porque es inconsistente. Y se acabará estableciendo que la palabra “solo” nunca llevará tilde y que en caso de ambigüedad se sustituya por “solamente”, que es lo que se hace en el habla cuando se quieren dejar las cosas claras.