¿Se puede criar como bilingüe a un niño con dificultades de lenguaje?
Shutterstock
Las expectativas de las familias sobre la crianza bilingüe pueden verse truncadas cuando reciben la noticia de que su hijo presenta un trastorno en el lenguaje o la comunicación.
¿Cuáles son estos trastornos? Los más frecuentes son el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL), que afecta a las habilidades para comprender o producir frases o un discurso estructurado sin que puedan explicarse por causas neurológicas, discapacidad intelectual o déficit sensoriales. Simplificando, puede parecerse a que cuando nos hablaran tuviéramos que descifrar continuamente mensajes de texto abreviado del tipo: “xq stas :(?” (¿por qué estás triste?).
Por otro lado, es frecuente que los niños con un trastorno del espectro del autismo (TEA) entiendan literalmente en una conversación expresiones como: “¿Puedes pasarme la sal?”, como ser capaz de hacerlo, dificultando la comunicación compartida.
Surgen entonces dudas sobre si es posible educar a estos niños en varias lenguas y la decisión de transmitir su lengua o la del entorno se complica. ¿Puede un niño con dificultades en el desarrollo del lenguaje ser bilingüe?
A pesar de que la evidencia científica indica que los niños con lenguaje o comunicación alterados pueden llegar a ser bilingües, y que el bilingüismo no es perjudicial para ellos, algunos profesionales siguen aconsejando que se les deje de hablar en más de una lengua.
Diversidad cultural y lingüística
Encontramos muchos tipos de familias con diversidad cultural o lingüística (familias que hablan o signan dos lenguas distintas en casa, una lengua en casa y otra en el colegio, familias migrantes con lenguas de origen y culturas diferentes a la de su lugar de residencia…).
Ante el nacimiento de un hijo, las familias bilingües o residentes en entornos bilingües proyectan planes sobre cómo les gustaría transmitir su lengua y cultura. Las lenguas las aprenderán en entornos familiares o en la escuela. Las familias tomarán decisiones sobre qué lenguas hablar, con quién y cuándo usarlas.
Sin embargo, no se trata únicamente de una decisión familiar, ya que otras personas tratarán de influir en esta decisión: otros familiares y profesionales (maestros, pediatras, logopedas, psicólogos) que no siempre basarán sus argumentos en la evidencia científica.
La opinión de estos profesionales puede no ser neutral, y estar basada en su propia competencia o experiencia lingüística, esto es, las lenguas que ellos mismos hablan.
Así, algunos profesionales monolingües pueden tender a recomendar a las familias el uso de una sola lengua y los profesionales bilingües el uso de más de una.
¿Cuáles son las consecuencias de la retirada de lenguas?
Con frecuencia, proponer una situación de molingüismo cuando el entorno es lingüística o culturalmente diverso impone una distancia social entre la familia y el niño, traduciéndose en una menor participación del menor en las conversaciones familiares. Puede ocurrir que los adultos se dirijan menos a él lo que puede tener consecuencias emocionales. En ocasiones, estas situaciones llevan a los padres a hablar en lenguas que no dominan, dándoles modelos incorrectos.
Las familias reaccionan ante estas prácticas. Por ejemplo, en familias transnacionales, con familiares en otros países, retirar la lengua familiar podría impedir la relación con algunos familiares al no tener una lengua común.
En palabras de una madre de un niño bilingüe en inglés y español de ocho años con trastorno del desarrollo del lenguaje, residente en Madrid:
“Cuando le diagnosticaron el trastorno nos recomendaron que le habláramos en un solo idioma. Y nosotros le dijimos que eso no lo podíamos hacer precisamente por el tema emocional. Porque se llevaba muy bien son su primo, aunque le veía dos veces al año, todavía lo ve, adoraba a sus abuelos y era la única forma de comunicarse con ellos, y se comunicaba con ellos”.
El concepto de discapacidad
¿Qué influye en que las familias puedan tener éxito en mantener sus lenguas de origen? Puede influir el concepto de discapacidad que tengan los padres, al considerar las dificultades de su hijo como un impedimento para comunicarse o, por el contrario, que puede conseguir logros dentro de sus limitaciones.
Por otro lado, las ideas erróneas que tienen sobre el bilingüismo. Por ejemplo, si creen que mezclar lenguas es un problema, podrían dejar de hablarles en varias lenguas.
También influye el orden de nacimiento del niño, que no les hablen solo los padres y si las lenguas que habla la familia son lenguas de prestigio dentro de la comunidad. El prestigio depende de cómo valoran la lengua las personas de la comunidad en la que viven, no es una característica de la lengua en sí. Por ejemplo, el swahili es una lengua de prestigio en África, pero no es así en otros países.
Para el mantenimiento de la lengua familiar es relevante el uso diario de las lenguas por parte de los padres, su nivel educativo, el conocimiento que tienen de las lenguas que se hablan fuera de casa y el tamaño del grupo cultural.
También, en un contexto de migración, los motivos por los que migraron, la identidad cultural (cómo se identifican y mantienen su cultura), la duración de residencia y las políticas lingüísticas del país de acogida, y la proximidad al lugar de origen.
Por tanto, la decisión de criar a un niño como bilingüe pertenece a la familia, pero hay una serie de circunstancias y personas que pueden influir en el éxito de conseguirlo. Para ello es fundamental que los padres estén bien informados y mejorar la formación de los profesionales para que adapten su práctica a la evidencia científica.
* Silvia Nieva es Docente Investigadora en Psicolingüística y Logopedia, Universidad Complutense de Madrid.