filípica
Filípicas, del griego philippikós, es el nombre de los inflamados discursos con que el orador ateniense Demóstenes denunció en el siglo IV a. de C. las ambiciones políticas de Filipo, rey de Macedonia, quien se había anexado varias ciudades griegas.
Posteriormente, en Roma, en el siglo I a. de C., la palabra fue retomada para designar los discursos del cónsul Marco Tulio Cicerón contra el general Marco Antonio y permaneció en latín como nombre común con el significado de ‘denuncia acre’.
Sin embargo, en su Diccionario castellano, publicado a partir de 1765, Esteban de Terreros sólo admitía que este vocablo se aplicara a los discursos de Demóstenes, de Cicerón y de su contemporáneo Voltaire.
Cabe destacar que la historia recuerda las arengas de Cicerón contra su rival político, el aristócrata Lucio Sergio Catilina, como catilinarias.
El nombre de Filipo significaba ‘aficionado a los caballos’. En español deberíamos decir Felipe, pero la tradición histórica ha preferido recordar como Filipo al rey de los macedonios, padre de Alejandro Magno.