La historia detrás de los nombres de los papas

Hace semanas que tenemos los ojos puestos en el Vaticano debido a la frágil salud del papa Francisco que poco a poco parece que se va encaminando hacia su recuperación. Es por esto que en la sección de Lenguaje de 'Hoy por Hoy', la colaboradora Lola Pons ha querido comentar por qué los sumos pontífices se cambian el nombre.
La experta cuenta a Àngels Barceló que esta costumbre tan establecida no se hizo sistemática hasta el siglo XVI. Previamente, los papas utilizaban como nombre de pontificado su nombre en latín. Así, el primer papa, Pedro, uno de los 12 apóstoles, se hizo llamar Petrus.
Pero en el año 533, llegó un papa llamado Mercurio. "Esto es un problema", aclaraba Pons, ya que Mercurio es el nombre de un dios romano. "Llamarse Mercurio I era un poco profano", reconoce. Ante la situación, este papa decidió adjudicarse un nombre de pontificado, haciéndose hace llamar Juan II, fijando una costumbre que desde el siglo XVI no ha cambiado.
Otra de las curiosidades de los nombres papales, cuenta Lola Pons, es que estos se traducen a los distintos idiomas del mundo. Es por esto que al papa lo llamamos Francisco, mientras que en Ciudad del Vaticano es Francesco, en Francia, François y en Reino Unido, Francis.
El nombre de los Obispos de Roma siempre va a acompañado de números romanos, en referencia al número de papas que haya habido con el mismo nombre. En español, estos números hasta el 10 se leen como ordinales, mientras que los superiores se leen como cardinales. De ahí que Juan Pablo II se leyese, Juan Pablo segundo, mientras que Benedicto XVI, se leyese Benedicto dieciséis.