petulancia
Etimología - El origen de la palabra: petulancia
El Diccionario define petulancia como una actitud de “vana y exagerada presunción” y menciona que proviene del latín petulantia. Los romanos usaban esta palabra para aludir a un comportamiento ‘desmedido’, ‘exagerado’, ‘atrevido’ o ‘insolente’.
El vocablo latino proviene del verbo petere ‘ir a algún lugar’, pero con el sentido de hacerlo en forma agresiva, incluso insolente. También tenía otros sentidos, como el de ‘atacar o herir’, ‘demandar a alguien’ ante los tribunales y el de ‘elevarse’. Ovidio decía petere astra (elevarse hasta los astros), y Plinio, más modesto, petere palmi altitudinem (elevarse a un palmo de altura). Cicerón, por su parte, al referirse a una lucha en el Coliseo manifestaba gladiatores petendo vehementem (los gladiadores atacándose con vehemencia).
A partir de este verbo, se formó el adjetivo petulans, que se aplicaba a la persona agresiva, siempre dispuesta a atacar, y también al sujeto insolente o meramente irreverente, y petulantia, arriba mencionada, al comportamiento de los petulans. En cierto momento, se formaron asimismo los cuerpos militares de petulantes, que eran batallones auxiliares de las legiones romanas.
Corominas afirma que la palabra petulante se registra en español desde el siglo XVII. Sin embargo, el notable etimólogo catalán no disponía de los modernos corpus informatizados que hoy nos permiten saber en pocos minutos que este vocablo ya era conocido en 1490, cuando su significado fue explicado por Alonso de Palencia en su Universal Vocabulario:
Petulans. tis. de todo genero. que agora lo toman por osado & demasiado. Otro tiempo se dizian azedos demandadores. & propriamente moços de cambiadores. los quales muchas vezes y espessas demandan demasiados preçios: que toman nombre de pedidores. O es petulans suzio importuno. En esto es diffirente el petulante del lasciuo: que el petulante viene de temeridad y el lasciuo del iuego y gazaiado.
El verbo latino proviene del griego peto, petannumi, que se deriva, a su vez, de la raíz indoeuropea pet- ‘precipitarse’, también presente en palabras como ímpetu, petición, apetito, entre otras.
Estos textos ha sido extraídos de los libros de Ricardo Soca La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras.
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