Palabras de mujeres en el “Diccionario de autoridades”
Mujeres del siglo XVIII
En el Diccionario de autoridades, se distinguen voces andaluzas (arropía, albarillo), aragonesas (briscor, chapelete), castellanas (vilorta); palabras y expresiones «vulgares» (ábate, ajilimoje) o «familiares» (chacotero, despatarrarse). También palabras usadas por marineros (canteles: «Es voz de la Marinería»), pescadores (manga: «Llaman los pescadores un cierto género de red…») y miembros de otras profesiones y oficios. Es decir: no falta atención en la primera obra de la Real Academia Española a los modos en que el uso de la lengua (palabras y expresiones) depende de circunstancias como la zona donde se habla y del nivel sociocultural, la situación comunicativa o la ocupación de quien habla. Pero ¿hay alusiones a cómo hablan las mujeres?
No es completamente unitario, ni se puede esperar del momento en que se compuso el Diccionario, el modo en que se alude a las características de uso de una voz: puede aparecer como comentario tras la definición(«es voz baxa»,en matrimoniar), o junto a «llaman» («Se llama vulgarmente el Monacillo», en acetre; «llaman en Asturias», en fisga). En este rinconete, seguiremos las posibles alusiones a la manera de expresarse y comunicarse de las mujeres con la búsqueda, dentro del texto de las entradas, de «mugeres» y «mugeril». Esta búsqueda se puede realizar gracias al texto completo del Diccionario de autoridades disponible en la página web de la RAE.
En la gran mayoría de los casos, la alusión a «mugeres» en una definición no se refiere a que sea usada por las mujeres, sino a elementos considerados propios de mujeres. Buena parte de las palabras o acepciones son de prendas de ropa contemporáneas o antiguas, o bien adornos, exclusivos de mujer (almenilla, bobillo, caramiello, corales, degolladura, enaguas, regalillo, pedrada…), pero también hay muchas referidas a elementos de maquillaje y arreglo personal (emperegilarse, cerilla, arrebolera, muda, la mano del gato) y palabras usadas para la belleza (o falta de ella) de las mujeres (carne de grajo, palmito, oro, beldad) y la menstruación (achaque, flor).
La vida cotidiana de las mujeres se ve reflejada en definiciones que aluden a usos como calentarse con braseritos (maridillo, estufilla), sentarse en sillas de enea («las sillas caseras en que se sientan comunmente las mugeres»), tomar chocolate («llaman assi [bollito] à unos quadraditos de pan que hacen con azéite, azúcar y harína, y otros que usan mucho las mugéres para tomar chocolate»), celebrar el cumpleaños (cuelga es «El agasajo o regalo que se hace a algúno en el día que cumple años: lo que principalmente se usa entre las mugeres») o bailar (adufe: «Cierto género de tamboríl baxo y quadrado, de que usan las mugéres para bailar»).
La definición de bastantes términos que incluyen la palabra «mugeres» hace alusión a diferentes trabajos con hilo y tela, en muchos casos exclusivos de las mujeres: mundillo («sirve a las mugeres para hacer encaxes»), labor blanca («es el trabájo que hacen las mugéres, quando cosen con primór en lienzo delgádo»), huso («Instrumento mui conocido, en que las mugeres que hilan van revolviendo la hebra»), rueca («Instrumento que usan las mugeres para hilar el lino, lana, seda o otra cosa») o labrar («Vale tambien hacer y executar con la agúja diversas labores en la ropa blanca. Dícese de las mugeres»).
Cuando una cosa es exclusiva de las mujeres, serán las mujeres las que tengan el léxico más específico para denominar sus acciones o elementos. Y es aquí donde se encuentran buena parte de las no muy numerosas palabras que el Diccionario considera propias de mujeres, es decir, donde no se dice que las mujeres usan un instrumento o que algo «dícese de las mugeres», sino que se dice que las mujeres dicen, llaman o nombran algo de determinada manera.
Así, el Diccionario explica que pulidor «Llaman las mugeres un pedacito de trapo, o de cuero suave, que tienen entre los dedos quando devanan»; y rocadero «Llaman las mugeres al cucurucho que ponen en la rueca». En otros casos, los más, la obra académica delimita qué mujeres son las que utilizan determinada palabra: assientos es «Term. de Costuréras y mugéres de labór», y llanos, crecidos y menguados empiezan su definición con «Llaman las mugeres que hacen media, aquellos puntos…».
Otro ámbito casi exclusivo de las mujeres es la cría de los niños, y aquí también se encuentran términos y expresiones consideradas por los académicos propios de determinadas mujeres con una ocupación o en un momento preciso: así vomitón lo «aplican las mugeres, que crian, al niño que vomita mucho»; o entremeter (que es «mudar o poner los pañales a los niños») es considerado «locución mui común de las amas que los crían, y madres o mugeres que cuidan de ellos». En voces infantiles como caca, tas, chicha se menciona, respectivamente, que «la usan las madres y amas que crían a los niños», «usan de ella las amas, y las que crían» o «Es voz que las madres, ò las amas enseñan à los niños chiquitos».
Interesante es el caso de mu, con el significado de ‘sueño’, que para el Diccionario «es voz usada de las amas, quando quieren que se duerman los niños» (a los que dicen «Vamos a la mu»), pero en la cita de Quevedo que se aduce parece propia de mujeres «La mu llaman al sueño las mugeres, y el mu al que se duerme» (aunque Quevedo puede haber tenido un interés en generalizar a todas las mujeres el uso de «mu»). Pero, don Francisco, he visto yo en el propio Diccionario una cita de Lope (en la palabra mudable) que dice «No todas las mugeres son mudábles, ni todos los hombres firmes». ¿Hum?
Además de palabras referidas a trabajos de aguja y a cría de niños, el Diccionario propone que son voces utilizadas por mujeres otras como apretador, tapadillo o perigallo, relacionadas con el vestido. No se aprecia quizá completamente en todos los casos si se trata de usos léxicos exclusivos de mujeres o de realidades propias de mujeres y por ello más mencionadas por ellas. En apretador, se dice que las mujeres lo llaman justillo y los hombres armador. Pero ¿se trata de dos palabras para la misma realidad, o de dos palabras diferentes para dos realidades diferentes? En tapadillo, se dice: «Llaman las mugeres la accion de cubrirse con el manto, para ocultarse, y no ser conocidas». En el caso de perigallo, se dice que así «Suelen llamar las mugeres a una cinta alta y de color sobresaliente».
Una última palabra cuyo uso se atribuye a «las mugeres» es proverbio, en la palabra alfil:
ALFIL. Es tambien lo que comunmente llaman las mugéres provérbio, que en rigór es agüero y superstición culpable y pecaminosa: y consiste en que ciertas palabras que oyen casualmente en tales y tales noches del año, y con particularidád la de San Juan, sean oráculos que les anúncien las dichas, ù desdichas de su fortúna y estádo.
Se refieren los redactores del Diccionario de autoridades a prácticas supersticiosas de origen, en general, folclórico, por las que, por ejemplo, las muchachas pretendían descubrir las características o el nombre de su futuro marido, especialmente en la muy mágica Noche de San Juan, del 23 al 24 de junio.
En otras palabras del Diccionario, aunque generalmente no consideradas propias de mujeres, puede comprobarse cómo se pensaba que era y que debía ser la comunicación femenina: se considera que «andar a la greña», picotearse o escarapelarse se emplean para describir a mujeres cuando se pelean:
Andar a la greña. Phrase familiar, que se dice de las mugeres, quando riñendo se agarran y tiran de los cabellos.
PICOTEARSE. v. r. Contender o reñir las mugeres entre sí, diciéndose palabras sensibles.
ESCARAPELARSE. v. r. Reñir, qüestionar entre sí dos o más, y de ordinário repelándose y arañándose: como suelen hacer las mugeres de baxas obligaciones.
Una mujer enfadada puede jurar venganza: «por estas que me las has de pagar» es considerada expresión de que se valen «las mujeres y aun los hombres quando han reñido»:
Para estas, o Por estas. Modo de amenaza con que las madres suelen amedrentar a los hijos, amenazándoles que los han de castigar, quando son traviesos, para que se emienden, y de que tambien se valen vulgarmente las mugeres y aun los hombres, quando han reñido y tenido entre sí algún disgusto, que poniendo el dedo indice sobre la frente o boca, y tomándose la barba con la mano, juran de que han de tomar satisfacción, y amenazan diciendo absolutamente, Para estas, o Por estas que me las has de pagar.
En «Hablar más que una hurraca» y en cotorrera se aprecia el uso de estos elementos para reprochar a las mujeres que hablen en exceso (con respecto a determinado ideal o idea de lo que debe hablar una persona, o quizá una mujer):
Hablar más que una hurraca. Phrase familiar, para exagerar lo mucho que habla una persona: y especialmente se dice de las mugeres y los niños.
COTORRERA. s. f. La hembra del papagayo, páxaro bien conocido, del tamáño de una paloma, de hermosos y varios colores, el pico corvo, y que con facilidad aprende, y dice las palabras que se le enseñan: y por semejanza se llaman assí las mugeres habladoras.
Por último, señalaremos la definición de bruxerías como característica de una consideración frecuente en la época del contenido de al menos parte de la conversación de las mujeres: «BRUXERIAS. Por translación se llaman los enrédos, chistes, niñerías y embustes mugeríles».
No hay en las definiciones del Diccionario muchas más alusiones a cómo hablan las mujeres y ninguna otra palabra o expresión cuyo uso se atribuya exclusivamente a ellas. En ello, con casi total seguridad, andaban acertados los académicos, ya que los estudios de sociolingüística han mostrado una y otra vez que muy pocos usos lingüísticos son propios de mujeres o propios de hombres: a pesar de las diferencias que la distinta socialización impone en la comunicación de ambos géneros, lo cierto es que resulta muy complicado encontrar palabras, expresiones, pronunciaciones, construcciones sintácticas o cualquier otro elemento lingüístico del que podamos decir con toda seguridad: «esto solo lo usan los hombres» o «esto solo lo usan las mujeres».