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Por qué escribir guión con tilde

 

 

 

 

Ricardo Soca

 

 

 

La sílaba es una noción estrictamente fonética, que se define con 'el conjunto de los sonidos que se pronuncian en un solo golpe de voz'. La definición de la Academia Española lo explica con otras palabras que suenan un poco más complicadas pero que dicen lo mismo: 'sonido o sonidos articulados que constituyen un solo núcleo fónico entre dos depresiones sucesivas de la emisión de voz'.

Algo parecido podemos decir del diptongo, que es un 'conjunto de vocales diferentes que se pronuncian en una sola sílaba'. Al ofrecer esta definición, el diccionario académico antepone la marca Fon., indicando que se trata de un término propio de la Fonética.

La sílaba y el diptongo no son, pues, conceptos ortográficos, aunque tengan consecuencias sobre la Ortografía. En efecto, esta no es otra cosa que un conjunto de reglas, definidas supuestamente por convención, para representar la Fonética, que es lo que realmente importa. Dicho en otras palabras, la forma en que escribimos representa lo que decimos, lo que pronunciamos. Y eso es el lenguaje.

Hasta aquí estábamos todos de acuerdo, pero hete aquí que en la Ortografía de 2010 la Academia Española y sus «hermanas americanas» resolvieron invertir la cuestión: inventaron el concepto de «diptongo ortográfico» con lo que, no importa cómo se pronuncien, las palabras deben ir escritas de acuerdo con esa disparatada norma que pone el mundo al revés.

Veámoslo con un ejemplo. En la mayoría de los países americanos, guión es una palabra bisílaba y aguda; la pronunciamos dividiéndola en dos golpes de voz: gui-ón, con más fuerza en la segunda sílaba. Como palabra bisílaba y aguda terminada en n debe llevar tilde. ¿No es así? —No, dictaminaron los sabios; hay que escribirla haciendo de cuenta que todo el mundo la pronuncia como en España, como monosílaba. Aun aquellos que articulan esta palabra como bisílaba deben escribirla sin tilde, porque hay allí un diptongo. ¿Un diptongo? ¡si es bisílaba no puede haber diptongo alguno!, dijeron algunos. —Pues entonces inventemos la figura de «diptongo ortográfico» y está arreglado.

¿Por qué la Academia procede de forma tan arbitraria? Bueno, la razón hay que buscarla en las políticas de Estado de la monarquía peninsular, que necesita imponer la «marca España» para sus productos, usando entre otros muchos argumentos de venta, la existencia de una lengua de quinientos millones de hablantes, unida, totalmente homogénea, sin fisuras fonéticas ni ortográficas. Tal grado de unidad no ocurre en ninguna lengua internacional, en realidad, ni siquiera en ninguna de las que son habladas en un solo país. En inglés todo el mundo conoce un buen número de palabras que pronuncian y se escriben de forma distinta en el Reino Unido y en los Estados Unidos, sin que a nadie se le ocurra hablar de «ataques a la lengua» y otras tonterías propias del siglo XVIII.

El portugués de Brasil, por ejemplo, difiere de su similar europeo no solo en la ortografía y en la fonética, sino hasta incluso en la propia sintaxis, pero se han establecido acuerdos por los que se respeta la diversidad, sin que haya una variedad lingüística que busque imponerse sobre todas las demás.

Las razones de los académicos españoles se fundan en la vieja ideología del panhispanismo, surgida en el siglo XIX como tentativa de conservar por la diplomacia las colonias que habían perdido por las armas. Según esta ideología neocolonial, existe una cultura hispanoamericana que no es otra cosa que «la cultura española trasladada al Nuevo Mundo; y la noción de tal cultura posee una jerarquía interna en la que España ocupa una posición hegemónica» 1.

Es por eso que prefiero escribir guión tal como la pronuncio, como bisílaba, porque las razones que se esgrimen para que no lo haga son de orden político y comercial, no lingüístico. Son argumentos de venta para compañías telefónicas, petroleras y bancos.

1José del Valle y Luis-Gabriel Stheeman (eds.) Madrid-Francfort: Iberoamericana-Vervuert (2004:24).