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Surinam: una verdadera torre de Babel

Si uno va a una oficina estatal en Surinam, será atendido en neerlandés, la lengua oficial. Pero en la verdadera babel que se vive en esta ex colonia holandesa, se hablan por lo menos otras diez lenguas, entre ellas mandarín, hindi, javanés y media docena de lenguas autóctonas. Para hacer las cosas más complejas, el inglés entra a los hogares por televisión y el portugués es la lengua que crece más rápidamente, debido a un flujo cada vez mayor de inmigrantes brasileños. Y como si esto fuera poco por sobre toda variedad planea una lengua franca: el sranan tongo (de Suriname tongo, en inglés, «lengua de Surinam»), un idioma creado por esclavos africanos en el siglo XVII.

Por Simon Romero, The New York TimesPor

Si uno va a una oficina estatal en Surinam, será atendido en neerlandés, la lengua oficial. Pero en la verdadera babel que constituye esta ex colonia holandesa, se hablan por lo menos otras diez lenguas, entre ellas mandarín, hindi, javanés y media docena de lenguas autóctonas.

Para hacer las cosas más complejas, el inglés entra a los hogares por televisión y el portugués es la lengua que crece más rápidamente, debido a un flujo cada vez mayor de inmigrantes brasileños. Y por sobre toda esta babel planea una lengua franca: el sranan tongo (de Suriname tongo en inglés, «lengua de Surinam, un idioma creado por esclavos africanos en el siglo XVII.

Pero entonces ¿qué lengua hablan los 470.000 habitantes del país? Ése es precisamente el dilema de Surinam —la antigua Guayana holandesa— un país inmerso en un acalorado debate sobre su identidad nacional, tres décadas después de haberse independizado de Holanda.

«Rompimos las cadenas del colonialismo holandés en los años setenta, pero nuestras mentes siguen colonizadas por el idioma holandés», explica Paul Middellijn, de 58 años, un poeta que escribe en sranan tongo.

Sin embargo, Middellijn sostiene —como muchos surinameses— que el inglés debería ser declarado lengua nacional del país, pues esto permitiría estrechar lazos con países anglohablantes del Caribe y América del Norte. «El sranan habrá de sobrevivir, porque nada puede reemplazar esta lengua en las calles», dijo.

«Es una forma de comunicación perfecta, no sólo para los poetas, sino también para el almacenero chino o el minero brasileño que llegaron hace unos meses. Se va a mantener, por esa gente no se va a tomar el trabajo de aprender holandés», explicó.

La flexibilidad del sranan le ha permitido convertirse en el idioma más comúnmente hablado del país. Basado principalmente en el inglés, este idioma cristalizó antes de que los holandeses canjearon Surinam en Nueva York con los ingleses en el siglo XVII; los poderes coloniales intercambiaron sus lugares, pero las poblaciones esclavas, no.

El sranan desarrolló un conjunto de palabras del holandés, del portugués y de los lenguajes del África occidental. Los surinameses alternan hoy indistintamente del sranan al holandés, dependiendo de la formalidad del registro.

Por ejemplo, los abogados emplean el neerlandés en los procesos judiciales, mientras los comerciantes prefieren el sranan para vender fruta en el mercado. Los chistes y la música rap son hechos a menudo en sranan que en el pasado era llamado despectivamente taki-taki (del inglés “talky talky”), pero los diplomáticos en los cócteles se esfuerzan con el holandés para acaban entendiéndose en inglés.

“Yo no hablo sranan”, dice Suprijanto Muhadi, el embajador de Indonesia, la antigua colonia holandesa que hasta las vísperas de la Segunda Guerra Mundial envió a Surinam a trabajadores javaneses. «Pero un funcionario de servicio que traje de Indonesia hace un año lo aprendió mucho más fácilmente que el holandés», dijo.

El empleo de sranan llegó asociado con las políticas nacionalistas del ex dictador Desi Bouterse, que la usaba en sus discursos durante los años ochenta. La consigna del Partido Nacional Democrático, el mayor de Surinam, sigue siendo «Let a faya baka». ('Volvamos a encender la luz' o, en sentido figurado, 'hagamos que la cosas vuelvan a funcionar').

Aunque las relaciones con Holanda no son muy cálidas, el neerlandés es enseñado en las escuelas mucho más que el sranan y el país es miembro de Taalunie, una comunidad de países de habla neerlandesa que incluye Holanda y la región belga de Flandes (el nombre la lengua nacional holandesa es neerlandés; el holandés es un dialecto hablado en algunas regiones del país.

Mientras tanto, en medio de los frecuentes debates en el Parlamento para adoptar como idioma nacional el inglés o el español, en una concesión a la geografía, otros idiomas prosperan debido a su empleo por los descendientes de esclavos fugitivos y por trabajadores que fueron llevados a Surinam por los holandeses desde los más remotos confines del mundo.

Para tener una idea de la babel de lenguas que se vive en Surinam, basta dar un paseo por la capital, Paramaribo, que parecerían un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra si no fuera por el hecho de que las majestuosas casas de madera inmaculadamente blanca aparecen mezcladas por multicolores casinos chinos y mezquitas islámicas coronadas por los típicos minaretes.

Y si uno visita los restaurantes indonesios llamados warung podrá oír javanés, una lengua del océano Índico que es hablada por el 15% de la población. Y si se visita un roti shop, donde se consume la tradicional comida hindú, es posible escuchar el indi surinamés, hablado por descendientes de inmigrantes que llegaron de la India en el siglo XIX, quienes hoy constituyen la tercera parte de la población. Además, la mayoría de los comerciantes de Paramaribo habla mandarín, aunque el número de inmigrantes chinos es pequeño.